Alta Fidelidad. La TV ha muerto, que viva la (banda) Television
Tom Verlaine, líder del grupo Television, murió a fines de enero a los 73 años. “No había nadie como Tom. Con el don de un niño de transformar una gota de agua en un poema que de alguna manera engendró música”, escribió Patti Smith para despedirlo
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La televisión se consagró como medio con el alunizaje y la imagen ingrávida de Neil Armstrong sobre esa superficie que en ese acto simultáneo y masivo dejaba de ser el anhelado patrimonio de poetas y crooners. Lo de “Fly me to the moon” (Frank Sinatra) se había vuelto concreto y los aparatosos aparatos de TV de 1969 se convirtieron según Marshall Mc Luhan en una nueva versión de la fogata del principio de los tiempos. Los cavernícolas de la space age se reunían frente al invento del escocés John Logie Baird con un nombre que los definiría por un largo tiempo: televidentes.
Para ellos había empezado a trabajar poco tiempo antes el coreano Nam Jun Paik imaginando un destino alterado para la así llamada caja boba que había transmitido el mayor evento colectivo de la historia. Su muestra Electronic Art en la sucursal neoyorquina de la galería argentina Bonino tenía en la tapa del catálogo un circuito a transistores y el texto era un manifiesto por el nuevo medio: “Es la necesidad histórica, si es que hay una necesidad histórica en la historia, que una nueva década de televisión electrónica suceda a la anterior década de música electrónica. De la misma manera en que la técnica del collage reemplazó a la pintura al óleo, el tubo de rayos catódicos reemplazará a la tela”.
Paik no avisoró You Tube ni el streaming pero creó el primer sintetizador de imágenes y definió la noción de videosculpture (video-escultura). En ese mismo catálogo John Cage afirmaba: “¿Cinco años de garantía en su Paik TV? ¿Eso es lo que pretenden? ¿Y ya que es Arte, Qué tipo de arte es? Cambie su mente o cambie su receptor (el receptor es su mente)”.
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¿Cómo un hijo de la televisión argentina, un telepibe, digamos, que había jugado a Neil Armstrong en unas cápsulas inflables conocidas como “Caminata lunar” no iba a quedar cautivo por la música de un grupo en el que la luna y la tevé se fundían? Editado aquí por el sello Music Hall en 1977, Marquee Moon de Television había saltado de las páginas del libro La Muerte Joven, la iniciación al punk escrita por Juan Carlos Kreimer para Bruguera en diez días febriles de un porteño autoexiliado en Londres, a la batea de una disquería en Flores.
Esperaba de ese objeto con ese nombre tan común (era como si se llamaran “La Tele”) el estruendo apocalíptico del punk del que tanto había leído pero nada escuchado. Pero no. La voz frágil de Tom Verlaine y su dúo de guitarras con Richard Lloyd (de tanto arquearse como Coltrane termian en quejas de bandoneón casi) extremaban el romanticismo lunar hasta volverlo lunático.
El rock neoyorquino, tras Paik, le devolvía al arte el dominio sobre el satélite. Pero este Verlaine (que se llamaba Miller pero tomaba el nombre prestado del maudit francés del siglo XIX) cantaba, en efecto, a una luna reproducida por la tevé. Y entonces, las palabras aquellas de Cage podían funcionar de nuevo para este álbum inolvidable, el primero de una serie de discos inauditos. “¿Y ya que es Rock, Qué tipo de rock es? Cambie su mente o cambie su receptor (el receptor es su mente)”. Con dos discos grabados y editados entre 1975 y 1977, Television sí fue aquello que pretendía Paik para los televisores pero en tu bandeja giradiscos.
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La poetisa punk Patti Smith despidió con algunas de las palabras más conmovedoras que haya escrito jamás a su Verlaine contemporáneo que murió el sábado 28 de enero a los 73 años. El New Yorker publicó de su firma que “No había nadie como Tom. Con el don de un niño de transformar una gota de agua en un poema que de alguna manera engendró música”.
Se habían conocido hacia 1974 cuando la galería Bonino (que ya había cerrado su sede porteña) le pidió a Paik una muestra un poco a las corridas. El pionero de la videoescultura puso entonces a un Buda del siglo XVIII comprado en la feria de Canal Street frente a un televisor en el que se reflejaba a sí mismo a partir de una cámara de video adosada a la parte superior de la artesanía. El circuito cerrado se abría así a una síntesis ente la espiritualidad oriental y la fase final de la Revolución Industrial. La obra se llamó “Buda TV” y tuvo muchas versiones desde entonces. Una de ellas, acaso involuntaria, la (banda) Television de Tom Verlaine cuya televisión para los oídos se apagó en 2023 para siempre.
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