Alta Fidelidad. Gracias totales: un museo de la música popular y el arte ligero
Contra la pared abarrotada, en fuga, la tapa del quinto longplay de Sergio Denis, el cartón carcomido por el implacable paso del tiempo (ya lo escribió y cantó Jagger en 1974: “el tiempo puede derribar un edificio y destruir la cara de una mujer, las horas son como diamantes no las desperdicies”). A siete cuadras de Plaza de Mayo las horas del mediodía se consumen en La Morada, un local de comida criolla que se autopercibe “museo retro” o una categoría subalterna de los otros, a los que vamos a comer con los ojos (salvo los duchampianos) y no con la boca y el estómago como este. Empanadas, vino tinto y un santuario de la cultura popular entre lo proto-pop y el pop de la tele de los ‘60 y ‘70, con mínimas escapadas a los primeros ‘80, sería una forma de definir la experiencia.
Un mix de oficinistas y la “gente despierta” sobre la que cantaba Luca Prodan almuerzan rodeados de objetos dispuestos como en los antiguos salones de arte del siglo XIX de cuya configuración los museos actuales decidieron escapar. Pido que se me conceda un deseo: escribir la entrada del objeto quinto longplay de Sergio Denis en el imaginario catálogo razonado del museo de la música popular y el arte ligero. Va.
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El cantante Sergio Denis se cayó. El cantante Sergio Denis se calló, también. Y entonces mientras luchaba en silencio todos hablaban de él como si lo hubieran visto caer en tiempo real. Antes, no hace tanto, a Sergio se le había volado su don: la voz. Una mala inversión, la mala racha, el estrés. Se lo vio peregrinar por la tele contando su triste historia a media voz. Siempre el flequillo ése cayéndosele, siempre las mangas del saco arremangadas (guiño proletario o rural: arremangarse para sobrevivir), siempre ‘gracias’. Un artista del agradecimiento Sergio, que es como decir el punto final de la canción. Un estilista en el intercambio enamorado del aplauso del público y la gratitud de quien detenta el poder del micrófono. Sergio estuvo tanto tiempo dando vueltas entre nosotros que ya casi nos olvidamos cuando llegó. Apareció en los tempranos años 70 en esa marea de cantantes melódicos, baladistas, populares que se disputaban un lugar incierto: Favio ya era el del cine y el de Perón, Sandro comenzaba a amurallarse y Palito detentaba una corona con las primeras evidencias de óxido. La melena de Sergio no era hippie, no era la del rock, sino otra, la de los galanes-cantantes: cuidada, contenida. Más cerca de la melena del fútbol y la melenita de la militancia, tal vez. “Vive” abre el quinto long play de Sergio Denis, que se llamó Sergio Denis (y no Héctor Omar Hoffmann, como se llamaba él veramente). Su tapa es el retrato perfecto de Denis, echado al pasto en un atardecer campero, acaso en el suroeste de la provincia de Buenos Aires, cerca de Coronel Suárez. Tiene una belleza country. Sergio ahí es un tipo con facha y rasgos de bondad, entre Migré y Nashville. Apreta algo entre los dedos, tiene el horizonte por detrás y la cámara toda por delante. Una pierna extendida, la otra quebrada, canchero y tierno, todo junto. Es el mismo que, una década después, entraría en las canchas de fútbol con versiones adaptadas de una canción hecha para más para las sábanas que para los trapos. “Hoy querida mía/hagamos el amor con alegría”. El galán cantante se metió en el corazón del pueblo, pero también en su cama.
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Este viernes Leo García y Maxi Trusso subieron una nueva versión de “De música ligera”, la canción de Gustavo Cerati con la que Soda Stereo provocó algo parecido a un movimiento sísmico en Nuñez en setiembre de 1997. Intercambian roles en las estrofas y si bien lo digital es omnipresente aquí el tratamiento es acústico, rasgo en el que Leo García sobresale. Es casi una adaptación folclórica como si el compositor original hubiera sido Daniel Toro en lugar del ultrapop Cerati. Algo intermedio entre el radar anglo de Soda Stereo y lo más criollo de Sergio Denis a quien veo en su plenitud de póster desde mi mesa en el museo retro. Por wassap Leo cuenta que está en modo acústico y que su versión 2023 de “Canción para mi muerte” (del otro García) fue grabada en cinta abierta. La tecnología contemporánea a casi todos los objetos que superpueblan este lugar de arte ligero (el LP de la telenovela Rolando Rivas mudo en un Winco) y música popular. Como el quinto longplay de Sergio Denis, el cantante de las “gracias” totales.