Alta Fidelidad. El rostro de Jesús: de la Inteligencia Artificial a Led Zeppelin
En el futuro recordaremos estas cosas como artesanías de la era digital o acaso como el principio, tantas veces decretado, del fin del arte. Diseñadores y expertos en software que se esmeran en renovar la iconografía trayendo las escenas del arte clásico a entornos urbanos contemporáneos; ubicando a los personajes de obras más o menos míticas del Renacimiento, el Barroco y el Neo-clasicismo en una estación de subte, un local de fast food o el anochecer siniestro de cualquier downtown del siglo XXI. Es una epidemia, el lenguaje de la sociabilidad digital se confunde con el apocalipsis sanitario, que viaja por Instagram, sobre todo, en memes, gifs o imágenes intervenidas. Son elaboraciones complejas e ingeniosas pero su status artístico es relativo: versiones 3.0 de las botellas que se convertían en lámparas y otros prodigios de la manualidad. Alexey Kondakov es uno de los nombres fundamentales de esta pinacoteca millenial, un virtuoso del photoshop que en la misma semana de 2018 en la que Christie’s vendió el "Salvator Mundi" de Leonardo en la cifra récord de 450 millones de dólares colgó en su cuenta de IG la imagen intervenida de Jesús con un puro en la mano y el epígrafe "cuando hacés un trato exitoso en el arte". Podría decirse que es duchampiano acaso pero el contexto no es el de una vanguardia iconoclasta sino el de una tecnología que ocupa las posiciones de la cultura. El rostro de Jesús es una de las mayores conquistas del Quattrocento (¿quién sabe cómo se veía? ¿Cuál fue la fuente?) y una creación de esa ficción que es la pintura. Lo pensamos como el arte clásico nos lo ha enseñado y está en nuestro catálogo visual atávico. Pero ahora es la AI (Inteligencia Artificial) la que viene a la búsqueda de una suerte de verdad sobre los rostros que transitaron cinco, seis siglos a través de los que llamamos "arte". Bas Uterwijk, otro diseñador con sede en Holanda, hizo circular esta semana en IG el rostro revelado de Jesús, de la pintura clásica a una imagen digital, manipulando un software que utiliza una red de confrontación generativa. El resultado es impactante: nos sirve para ver la cara de Van Gogh, la de Napoleón, la del modelo que inspiró el "David" de Michelángelo, todas sacadas de fuentes "artísticas". Un viaje en el tiempo que permite fotografiar a las personas en épocas donde la fotografía ni siquiera había sido soñada. Así, pronto podríamos tener un interior de Vermeer revelado en la "verdad" de todos sus detalles como si fuera una imagen de Airbnb. La pregunta es para qué…
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12 de noviembre de 2012. 10:02
"Soy el tano Robertino de Flores, coleccionista y fana de Zeppelin desde los 14 años (1976) y ya tengo 50. Recuerdo haber ido al Lorraine cuando se estrenó en el 77 o 78 y no me dejaron entrar por menor de edad. Me volví llorando en el bondi porque en Argentina no teníamos manera de ver imágenes en movimiento de ninguna banda. Ver a esos pibes tocando en persona era como conocer a Jesús y no exagero. Cuando la pasaron al Lara los controles eran más blandos (seguramente por razones económicas y para evitar bardos, muy frecuentes)".
Para la velocidad de la historia de Internet esto, una entrada a un blog, es casi tan antiguo como las imágenes clásicas de las que se valen los artesanos de la pinacoteca milleniall. Tuve que buscar está bitácora perdida que había abierto (se decía "mantener" entonces) en 2009 para captar testimonios de gente que hubiera asistido a la ceremonia de trasnoche del cine Lara con La canción es la misma, la película que mezcla un concierto de Led Zeppelin en el Madison Square Garden en 1975 con escenas de ficción o las proyecciones oníricas de sus cuatro músicos. Y tuve que hacerlo porque la historia sobre esa trasnoche récord mundial (un rito que atravesó la dictadura, el alfonsinismo y llegó hasta los días de Menem: once años en cartel) que escribí en 1997 volvió hacia mí como un boomerang pocos días atrás. El martes, recibí un mensaje de Jorge Antonio Lata, hijo de Jorge Mario Lata, alias el gallego, quien había estado buscándome por años después de leer aquella nota en Clarín. Entonces había conseguido entrevistar a el gallego quien fue el proyectorista de La canción es la misma eltiempo que estuvo en el españolísimo Lara de Avenida de Mayo. Pero entonces no supe que su hijo casi se había críado en esa trasnoche de iniciados que eran capaces de ver veinte veces la misma película convirtiendo al cine rock en un hábito contracultural porteño. Lata hijo (¿no le decían así, lata, a los carretes con los filmes?) me contaba ahora que reemplazó a su padre los últimos años en la cabina de proyección porque el gallego se había puesto a manejar un taxi. Lata hijo se considera una especie de "Toto", el personaje de Cinema Paradiso, y sueña, todavía, con abrir una sala para proyectar de nuevo la película. A Lata padre lo encontré en 1997 trabajando de acomodador en el cine Lorca de la calle Corrientes y me contó las indicaciones que recibió la noche de la primera función en el Lara: "Volumen a fondo y parlantes traseros". Dijo entonces, tenía 52 años, que empezó a proyectar la película como un tanguero de Pugliese para terminar convertido en un fan más de Zeppelin, sobre todo de "Stairway to Heaven" a la que calificaba como una sinfonía. Me cuesta recordar su cara pero he retenido sus rulos, anteojos y la chaqueta bordó de acomodador. No sé si estos elementos serían suficientes para que el holandés Uterwijk componga su rostro a partir de la AI como hizo con el de Jesús a partir de los tantos que nos legó el arte clásico.
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El cine Lara se convirtió con el tiempo en la sucursal de un banco y sólo sobreviven hoy los azulejos de mayólica que todos los que peregrinamos a esa trasnoche (cinco veces en mi caso) tenemos grabados en la memoria. De Led Zeppelin se pueden ver miles de horas en You Tube pero el contexto en el que se proyectaba esta película tiene la misma esencia que aquellas pinturas cuyos rostros pretenden ser arrebatados de la ilusión, del engaño, de la pintura, por los artesanos de la Inteligencia Artificial. Y la cara de Jesús, si se cree, dicen que solo se ve una vez que se sube la escalera al cielo.
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