Alta fidelidad. Bernie Sanders: izquierda rojo kétchup
El hecho pop de la asunción de Joe Biden a la presidencia de los Estados Unidos tras cuatro años de trumpismo no estuvo en una Jennifer López de blanco y radiante cantando “This land is your land” (una vieja melodía folk de Woody Guthrie) ni en esta versión solemne de Lady Gaga que entonó el himno “The star spangled banner” en un traje azul oscuro que remataba en una voladiza pollera colorada. Una representando a la comunidad latina, la otra al cosmopolitismo neoyorquino se pusieron el traje oficial dejando atrás definitivamente las características con las que se las había conocido cuando irrumpieron en la música popular: erotismo y extravagancia. La cultura digital puso manos a la obra y alguien (es difícil saber como comienzan estas cosas) recortó entre la concurrencia al acto la figura concentrada de Bernie Sanders sentado, cruzado de brazos para protegerse del frío, con barbijo y mitones a crochet en las manos. Extrapolado de la fotografía original, ese Sanders tuvo su memento: lo convirtieron en meme y se viralizó incrustado en escenas de la película Forrest Gump, la serie Sex and the city o la tapa de Bryter Layter del trovador suicida Nick Drake (foto). El senador Sanders, de perfil bajo y no precisamente una estrella mediática, en pocas horas acaparó todas las miradas de los internautas robándole el primer plano a JLo y Lady Gaga lo que no es nada fácil. Mucho menos para un señor de 79 años que para el votante medio de Trump representa la pesadilla imposible del socialismo en los Estados Unidos. Pero a no engañarse: no fue la factoría de trolls la que lo volvió meme ni sus seguidores en el ala izquierda demócrata la que lo viralizó. Bernie (de barbijo y mitones) participó por un rato en esta circulación anárquica y anónima de imágenes que se fagocita a sí misma a velocidad giga. No se lo hizo meme por estar a favor o en contra de sus ideas sino porque la imagen tuvo algo valioso para extirpar de su contexto y ponerlo a bailar en la pista iconográfica.
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En la operación contraria, el aparato de propaganda de la Provincia de Buenos Aires se apropió de una canción bailable editada en el verano europeo de 2002 para convertirla en algo así como el hit sanitario y pedagógico del verano del COVID-19. Así, el aviso que repasa los cuidados contra el coronavirus y las localidades de veraneo argentinas se monta sobre “Aserejé” de Las Ketchup, one hit wonder españolas que se fueron como llegaron. Eso no quita que “Aserejé” sea una construcción perfecta donde cierta rítmica del surf rock de los 60 se mezcla con el pop mediterráneo para desembocar en un estribillo con una extraña cualidad: tan pegadizo como incantable. No es fácil determinar lo que hace hit a una canción: hay algo del orden del deseo que se desata y en ese sentido toda la canción de Las Ketchup está lista para que el estribillo (una especie de invocación vudú-gitana) provoque un estímulo físico y mental liberador. El hit tiene líbido o no es nada. Pero el aviso no es el hit del verano. A falta de uno original en Pinamar los veraneantes más jóvenes se inventaron uno: “El que no salta tiene COVID”. Horrible.
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El meme de Sanders es el equivalente en la cibercultura a lo que llamábamos un hit en la cultura pop. Solo que en este caso, el período de vida y exposición es muchísimo más corto. Así como las redes sociales provocaron que los museos y artistas compitan por poner en la vitrina obras instagrameables (antes que museables o calidad museo como se decía), hay imágenes que escapan de las noticias y van a parar a esta factoría de artesanía digital corrosiva y paródica. Ya no se puede pensar en las ideas sobre la reproducción mecánica de los originales ni tampoco en los quince minutos de fama de Andy Warhol. Esta creación es colectiva y tiene la lógica de vida de una bacteria. Cobra impulso y se termina cuando otra imagen ingresa a la factoría y la reemplaza. Sanders no es famoso por el meme sino que una de sus imágenes tuvo la vida del hit más fugaz. Del mismo modo, “Aserejé” no necesita de la propaganda oficial para volverse un hit porque salió así del estudio de grabación (Córdoba, Andalucía) en 2002. Habrá que decir del progresismo de Bernie (a quien le va mejor el carácter circunspecto y otoñal de Nick Drake) que representa a la izquierda rojo kétchup (moderada) del espectro político estadounidense entonces.
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