Algo que rime con amor
Son tiempos tan confusos… y como si todo no bastara Shakira sacó una canción con Bizarrap. Y fue impiadosa, esa pequeña navaja que usaban antes para abrir las cartas. Un movimiento y listo. Un deslave. A poco de separarse del futbolista Gerard Piqué, quien ya está en pareja con otra mujer, de 22 años, Clara Chía, le dijo que está feliz sin él, que no vuelva, que cambió una Ferrari por un Twingo, que ella es una loba y que él no tiene lo que tiene que tener. El tema es una bomba en las plataformas; no se habla de otra cosa: en un café, en los programas de televisión, en la sala de espera, en los streamings, en las caminatas nocturnas. ¿Hizo bien o hizo mal?
Está bien que nombre a su expareja con apellido porque se sabe y no importa; está mal porque hay cosas que tienen que quedar en la intimidad. Está bien que apunte a quien está ahora con su ex porque entre mujeres hay que respetarse y ella, Clara, no la respetó y comenzó su relación mientras ellos aún vivían juntos; está mal meter en la discusión a la mujer de 22 porque ella no le debe nada a nadie, en esta historia quien fue infiel fue él. Está bien que en una parte de la letra la colombiana diga “las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan” porque es una muestra de empoderamiento y porque mirá los millones de dólares que hago con tu traición; está pésimo que la cantante afirme una cosa así porque no es pecado llorar, qué es eso de mostrar el llanto como fragilidad. Está perfecto que Shakira se desahogue y le reclame a Piqué por el drama, por haberla dejado sola a metros de su suegra y en medio del escándalo por la deuda que tiene con la hacienda en España; es horrible lo que hizo, hay que pensar en los hijos y ellos tienen dos hijos y no tienen por qué verse expuestos a este nivel de despecho. Y así un montón más.
Y también el furor de la primera persona. Son tiempos tan de primera persona... Las redes sociales, los realities en la televisión, las canciones, los libros, los textos (a veces me cuestiono mi uso del yo y sin embargo no sé cómo esquivarlo). La “Sesión 53″ de Bizarrap, así se llama el tema de la colombiana y el argentino, fascina además porque es la vida privada, el punteo de un matrimonio, una rajadura en la que meter el dedo, mancharse con sangre y tirar y tirar y tirar.
Y es un embrollo. Porque quién sabe qué es lo real; quién sabe si en verdad ella piensa qué suerte que Piqué se fue con otra o vuelve de trabajar y se deprime como las flores en el suelo. Impávidas. Quién sabe si todo no es un gran arreglo entre los dos, un plan montado. Lo mismo los realities, el de Los Montaner, Las Kardashian, esta gula por Gran Hermano. La primera edición del programa puede que haya tenido más de verdadero, nadie sabía algo al respecto, pero en la décima con qué razones tomar lo que ocurre dentro de esa casa como la vida y no como ficción. Si saben que los filman y que la gente los mira. Sí que son tiempos confusos… Se consume la primera persona como si fuera primera persona aunque se sabe que no es primera persona pero se acepta como tal.
Hace unas semanas se editó en castellano el libro de George Harrison I Me Mine, una compilación de manuscritos, partituras, ideas y conversaciones del Beatle de los pómulos inclementes y el silencio marmóreo. La introducción la escribe Olivia, su esposa. Allí cuenta que el título es ese, “Yo, mi, mío”, no porque George creyera en la primera persona, sino lo contrario. Es una burla ante el inevitable vínculo que el mundo hizo siempre entre sus letras y su nombre. Y allí también revela una intimidad preciosa: recuerda el motivo por el que le dejó de preguntar al músico sobre qué trataban sus canciones luego de que un día le contestara: “Liv, simplemente necesitaba algo que rimara con love [amor], así que usé glove [guante]”.
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