Alejandro Sirio, un prodigioso poeta y orfebre de la imagen
Cerca de 70 tintas originales reconstruyen el singular itinerario del artista
Tras 17 años de ostracismo, cuando en 1990 el Museo Larreta le dedicó una gran muestra por el centenario de su nacimiento, vuelve hoy al Museo Nacional de Bellas Artes la prodigalidad del trazo de ese dibujante excepcional, de descollante versatilidad y belleza, que fue Alejandro Sirio (1890-1953): inmigrante asturiano llegado al país en 1910 y artista autodidacta cuya producción suma cerca de 35.000 dibujos publicados en los principales medios gráficos argentinos.
Sirio fue el seudónimo bajo el cual Nicanor Alvarez Díaz transformó el lenguaje periodístico y literario en hipnóticos íconos gráficos a partir de sus dibujos y viñetas como ilustrador de LA NACION (desde 1924 hasta 1953); asiduo colaborador de Caras y Caretas, Plus Ultra, El Hogar y El Sarmiento, y como publicitario y traductor en imágenes de libros emblemáticos durante la primera mitad del siglo XX.
Sus influencias fueron las estampas del arte japonés, las ilustraciones de Gustave Doré, del británico Aubrey Beardsley y la impronta del art nouveau .
Con más de 70 tintas reunidas, además de primeras ediciones de sus cinco libros ilustrados; una reproducción a escala real de uno de sus dos murales para la estación Jujuy de la Línea E de subterráneos; cartas y avisos publicitarios, el Bellas Artes reconstruye la trayectoria de este decano del arte gráfico y estrena, a su vez, una de las muestras más exquisitas y reveladoras del año.
La exhibición fue idea de otro ilustrador, diseñador gráfico y admirador de su obra: Lorenzo Amengual, autor del libro Alejandro Sirio. El ilustrador olvidado, de Ediciones de la Antorcha. El audaz diseño de la exposición corresponde a Hugo Pontoriero, y la curaduría, a Violeta Bronstein y Paola Melgarejo.
Dividida en cinco núcleos, el primer peldaño en ese universo fascinante donde la fidelidad del texto se funde con la fantasía de su inventiva son 33 de sus 141 ilustraciones originales para el libro de Enrique Larreta La gloria de Don Ramiro (Una vida en tiempos de Felipe II) , publicado por Viau y Zona en 1929. Novela de trama compleja, ambientada en la España arcaica del siglo XVI enemistada con los moros, Sirio deslumbra como un auténtico mago de la tinta y la pluma por su minucioso poder de recreación.
Toda esa secuencia rezuma la fluidez de un trazo dinámico, lleno de expresividad, profundidad psicológica para los personajes, variedad de registros tonales en las "escenografías" y sorprendentes detalles ornamentales. Prueba de ello son sus arabescos, filigranas y signos caligráficos con los que "borda" vestimentas de época (como la de la sensual árabe Aixa), catedrales en construcción, castillos medievales y hasta la orografía de los arrabales de Santiago de Compostela y de Lima, en un indisimulable guiño al art nouveau .
Con esas ilustraciones -quizás el punto más alto de su producción- Sirio se convirtió en un dibujante codiciado. Expuso en Witcomb y se instaló un año en París. En la bohemia de Montparnasse, conoció a Derain, Vlaminck, Foujita y Picasso, y se codeó con los escritores André Salmon, Jean Cassou y Robert Desnos, pero sería Ignacio Zuloaga, quien al ver sus ilustraciones, le aconsejaría "no dibujar tan bien".
Tironeado entre el quehacer gráfico y su avidez literaria, fue a partir de ese viaje que logró fusionar sus dos pasiones al desplegar sus dotes de escritor y dibujante en su libro De Palermo a Montparnasse . Allí, además de incluir 3000 dibujos, narra, en clave muchas veces humorística, la exuberancia de la vida parisiense.
Otras ilustraciones presentes corresponden a Poemas de la fundación , de Mariano de Vedia y Mitre; La Pampa erguida , de Federico García Sanchíz, y Muchacho de San Telmo , del Vizconde Lascano Tegui. Pero el núcleo más curioso lo hilvanan sus trabajos como publicitario. Paradigmas de su modernismo son sus avisos para las bodegas Arizu, los cigarrillos 43 y las etiquetas de los vinos San Felipe, cuya tipografía barroca es aún una marca registrada de Sirio.