Alejandro Borrachia: “La verdadera revolución cultural está en entender cómo habitamos desde una mirada holística”
Arquitecto, académico e investigador, propone un modo de pensar el diseño que tenga en cuenta el factor político, social y ambiental de cada obra; en pandemia creó unos refugios sostenibles que planea ubicar en todo el país
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«Las bestias tienen madrigueras; el ganado, establos; los carros se guardan en cobertizos y para los coches hay cocheras. Sólo los hombres pueden habitar. Habitar es un arte, es dejar huella, es vivir. Habitar nos hace humanos.» Las palabras escritas por el filósofo y pensador austríaco Ivan Illich en el libro El mensaje de la choza de Gandhi (1978), recobran sentido y encienden interrogantes luego de un lapsus global en que las casas se convirtieron en territorios cuestionados, así como los hábitos y formas de vida. El momento convoca a repensar: ¿cómo habitamos el mundo?
El arquitecto, académico e investigador Alejandro Borrachia trabaja hace años con una mirada holística de la arquitectura. A través de su obra busca acercar al hombre a una nueva forma de vincularse con la naturaleza, proponiendo hábitats que beneficien la calidad de vida de las personas y, a su vez, tengan un impacto positivo en el entorno. Con esta mirada, abierta y multidisciplinaria, busca trascender la obra en sí como vía de resolución de los problemas políticos, económicos, sociales y culturales contemporáneos. Para él, esta es la mirada que tienen que tener las disciplinas del diseño de la contemporaneidad y hacia el futuro, lo que dará el paso del Antropoceno al Ecoceno.
Su último proyecto, LABT, fue creado en plena pandemia, inspirado en un módulo sanitario construido desde su estudio para atender las contingencias de 2020 en el país. El arquitecto tomó ese prototipo como punto de partida para desarrollar los LABT-20, refugios sostenibles de arquitectura prefabricada creados con materiales sustentables y de alta tecnología, de construcción rápida, eficaz y bajo costo. La empresa ya se encuentra en Neuquén, La Pampa y Córdoba. Trabaja instalando fábricas de forma privada con apoyo de entidades públicas de cada provincia, a través de la cual se genera un comercio de cercanía, con fabricantes y productores locales. Los refugios pueden ser de uso privado para casas o turismo. El proyecto es ambicioso: planea instalarse en todas las provincias del país y generar una red que pone el foco en lo local, en oposición al que para Borrachia es uno de los mayores problemas de la arquitectura hoy: la uniformidad cultural global.
-¿A qué se refiere la propuesta de una nueva arquitectura desde una mirada holística?
-Desde mi rol de arquitecto en el estudio así como en la enseñanza, como Decano de la Escuela Superior de Arquitectura y Diseño de la Universidad de Morón, aplico esta mirada como forma de aproximarnos a cada obra que hacemos. Es una mirada abierta, que no se queda solo con los saberes propios de nuestra disciplina. Hay un tema político, social y ambiental alrededor de cada obra, y esto lo tenemos en cuenta a la hora de crear un proyecto incluyendo la mirada de especialistas de cada área, desde biólogos hasta sociólogos. Con este enfoque, nos pusimos a trabajar en una manera de encararlos desde algo que yo llamo “las instancias fronterizas”. Esto significa comprender que ahora en cualquier disciplina ya no importa la autoevaulación, la autorreferencia del arquitecto, ni la disciplina en sí misma. De acá al futuro se va a correr el parámetro con el que criticamos lo que hacemos, y el foco se pondrá en todo lo que sucede alrededor de la obra, y en las fronteras que la conectan con el mundo que la rodea. El impacto que tiene en el entorno.
-¿Cómo se refleja esta mirada en los proyectos que realiza?
-Estamos viendo cómo podemos asociar al hombre con la naturaleza desde otra manera: entendiendo que la arquitectura puede ser un sistema en sí mismo. La arquitectura no solo debe dar cobijo, sino que tiene que transformarse en un generador de hábitat nuevo, favorable para el hombre y la naturaleza. Para lograr esto, estudiamos distintos sistemas. En los techos, por ejemplo, analizamos cómo utilizar las conocidas cubiertas verdes, pero viendo cómo volverlo algo multifuncional, en donde no solo cumpla la función de aislante, sino que pueda ser una huerta para que se alimenten las personas que viven allí, como así los animales, insectos y organismos de la zona. Las paredes, por otra parte, no solo podrían ser un aislamiento del exterior, sino que podrían volverse un sistema que mezcle a lo natural con lo productivo, generando las condiciones necesarias para que atraiga por ejemplo colmenas de abejas de una especie que no pique, y que produzcan una miel exportable. De esta forma, estaríamos generando un sistema productivo nuevo. Así, podría transformarse una ciudad seca de hormigón en un hábitat mucho más apto para ser vivido, generador de oxígeno. Es un método en el que cada cosa que colocás tiene que ver con otra, tejiendo una red. Esta mirada puede servir para cualquier disciplina y, entre todos, podríamos cambiar las ciudades que nos golpean con las realidades, y potenciar una naturaleza que esta dormida, pero que subyace entre nosotros.
-El diseño es un factor clave en la creación de cultura. ¿Cómo podrías describir la situación actual desde la mirada de la arquitectura?
-Hoy en día como sociedad atravesamos un tema clave: la generalización de la cultura global. Estamos en un mundo interconectado que vive una uniformidad cultural en todo sentido, y esto llega tanto a los modos de habitar como a los modos de hacer arquitectura. La cultura global creó a una especie de ser mítico, que es el ciudadano global, que es nómade y puede pertenecer a todo el mundo y a nada a la misma vez. El tema es que este concepto se lleva también a cuestiones físicas, a obras arquitectónicas que quedarán implantadas en lugares de forma permanente. Representa un problema para la arquitectura desde todo punto de vista: querer implantar una manera de habitar en una cultura que no tiene esa manera de habitar. Hay una sensación de que si somos ciudadanos del mundo somos mejores. Las construcciones duran y hay que pensarlas con un criterio holístico y local. Si yo en Jujuy hago un edificio parecido al más innovador de Londres, lo aplaude todo el mundo, pero si lo ves desde la mirada holística no pasa ni la primera valla, que es el clima. Para mí esa mirada unidireccional no va. Que haya un edificio tecnológico desarraigado que fue producido con materiales traídos de China, de Buenos Aires, de otros lugares y no deje nada en el lugar. Mucha gente hace eso, gana premios y obtiene reconocimiento en todo el mundo. Pero se pude hacer el mismo edificio trabajando con mano de obra local, con materiales locales, con economías locales implantadas, se puede hacer la obra arquitectónica preocupándose no solo por los pormenores de la disciplina sino también con una mirada social. Eso es la mirada holística. Ese es el gen contemporáneo, es la verdadera revolución cultural que debemos hacer.
-¿Cómo aplicás esto en tu último proyecto creado en pandemia?
-La idea de LABT comenzó a ejecutarse en principios de 2021, en plena pandemia, en donde nos asociamos junto a mi socio Guillermo Badano y con el apoyo de TAO paneles con la idea de crear refugios para un usuario interesado en el contacto con la naturaleza, con la mínima inversión de dinero y la máxima tecnología y velocidad de ejecución. Empezó a proyectarse un año antes, a través de un módulo de emergencia comunitario pensado para atender la crisis sanitaria que ganó varios premios de arquitectura solidaria, y fue tomado como base por Naciones Unidas. Nos inspiramos en este tipo de construcción para crear LABT, y lo pensamos como un proyecto que pudiera justamente aplicar todos los conceptos de la mirada que proponemos. Elegimos trabajar con madera, un material que se encuentra en todo el país y es de fácil acceso. Y trabajamos con fábricas en todo el país basadas en el Comercio de Cercanía. Estamos armando una red. La idea para el futuro es que esté en todo el país y que sea de libre acceso. Que un particular que quiera pueda acceder a esta idea y ejecutarla por su cuenta. Empezamos en Neuquén, ahora estamos en La Pampa, luego iremos a Córdoba.
-La pandemia planteó un desafío para el vivir en la Ciudad y dejó a la vista problemas habitacionales preexistentes. ¿Cuál es tu reflexión sobre la pandemia y cuáles los principales problemas?
-Los problemas del habitar de la ciudad no tienen nada que ver con la pandemia, son problemas que siempre existieron. Necesitamos ciudades con mas espacios públicos para que la gente salga de sus casas, y necesitamos casas para que la gente cohabite con su familia de una mejor manera. Lo que hizo la pandemia fue sacar a la luz estos problemas.
-Hubo mucha gente que se fue a vivir a las afueras de la ciudad.
-La solución no es que la gente se vaya, es generar ciudades más habitables. La ciudad es por naturaleza la manera en la que los seres humanos nos agrupamos, lo que sucede es que se convirtieron en megalópolis inhumanas. Pero una ciudad con buena escala, con un espacio público interesante, con una buena relación entre vecinos, es una ciudad ideal.
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