Alberto Rojo, sobre Jorge Luis Borges: "Era capaz de pensar como lo hace un científico"
El físico examina la imaginación del autor a la luz de la ciencia dura
En el cierre de la jornada en homenaje al nuevo aniversario del nacimiento de Jorge Luis Borges se escuchará esta tarde el cuento “El libro de arena” leído –o casi recitado- por una voz masculina con tonada tucumana. Será la de Alberto Rojo, el físico y músico argentino que desde hace años comparte su vida con su familia, la docencia y la investigación científica en la universidad de Oakland, en Estados Unidos, con charlas y seminarios de divulgación de la ciencia, conciertos y conferencias sobre la influencia de Borges en las ciencias. La visita al país que transcurre por estos días así lo confirma. Entre otras actividades, Rojo ofreció en la Usina del Arte algo de sus cuatro discos de folklore con influjo del clásico y el jazz, dio una clase en la UNSAM sobre su último libro -“Historia del principio de la mínima acción”, publicado hasta ahora sólo en inglés- y estará también Córdoba y en San Martín de los Andes con la física y el autor de El Aleph sobre quien escribió “Borges y la física cuántica” (Siglo XXI).
-¿Cómo describirías a Borges escritor?
-Es un escritor de ideas, pero con mucho lirismo. Es el escritor del lirismo y de la precisión capaz de pensar cosas como las piensa un científico sin tener su meticulosidad técnica. Lo comparo con Bach en el sentido del lirismo y la capacidad de emocionar y, a la vez, la precisión casi matemática de la estructura en la que no sobra ni falta nada; es como una especie de teorema que emociona
-Te has definido como cazador de citas que prueben la “radiación” de Borges más allá de la literatura. En este sentido se destaca el encuentro que tuvo con Herbert Simon en 1971, ¿no?
-Ese es uno de los ejemplos paradigmáticos de la radiación de Borges en disciplinas. Es llamativo que un economista interesado en la toma de decisiones, en la vida como laberinto y en especial en las explicaciones de la economía busque a Borges que decía que de economía no sabía nada. En su autobiografía Simon dedica un capítulo a Borges. No creo que exista otro escritor que haya gravitado como lo hizo Borges sobre todo en los escritores. Italo Calvino, Salman Rushdie, Gabriel García Márquez, son hijos de Borges. Además, en trabajos científicos de la Web of science hay más de 4000 citas de Borges; citas científicas, no literarias. Ahora hay como una fiebre de esto. Un reciente artículo de The New York Times, por ejemplo, habla del Google maps como el mapa del imperio que tiene el tamaño del imperio. Hay también influencias importantes en física y ciencias sociales; existe un teorema de Borges y el dilema de Borges.
-Lo conociste ocasionalmente en Buenos Aires en 1985. ¿Qué te quedó de ese encuentro?
-Lo leía desde muy chico y llevé sus libros a Bariloche cuando fui a estudiar física. Allí encontré que los físicos que yo estudiaba citaban a Borges y me sorprendí mucho. Y una vez en Buenos Aires fui al hotel Dorá donde se alojaban mis padres y Borges estaba almorzando allí. Nos acercamos con mi papá y conversamos. Me queda la magia de haber conocido a uno de mis héroes de chico que no envejecieron como me pasó con otros de mis héroes; Borges cada día me provoca una herida nueva. Me queda su sencillez, la cosa humana de entablar diálogo con desconocidos con total amabilidad y a su vez la velocidad mental porque mi papa le hizo preguntó por qué escribía sobre Dios si él no creía en Dios y Borges le respondió: “También he escrito sobre el minotauro”. Yo le conté que los físicos lo citaban y él me dijo que no sabía de física y agregó: “¡Qué imaginativos que son los físicos!”.
-¿Qué aporta Borges a tu vida como físico, docente, músico y padre de familia?
-¡Muchísimo! Para mi es un modelo de consagración a las ideas y a ciertos valores. Si bien políticamente hay quienes lo criticaron, eso es completamente ignorable. Borges consagra su vida a la literatura, a una pasión que tiene que ver con mejorar la humanidad, mejorar el nivel del razonamiento, la sofisticación del pensamiento. Me emociona cada vez que lo leo o escucho, por ejemplo, cuando en Otro poema de los dones dice: “Gracias debo dar al divino laberinto de las causas y los efectos por la diversidad de las criaturas que pueblan este singular universo”. Es el rezo agnóstico de alguien que está continentemente asombrado con el mundo y trata de descifrar las claves del mundo a través de su literatura y de conectarse con la sutileza del mundo. Y de eso se trata la vida, ¿no? Uno tiene que vivir, tener un cierto estándar económico mínimo, pero la felicidad se trata de conectarse lo más posible con nosotros y con el mundo. Y eso es lo que me enseñó y me enseña Borges diariamente.
-Repetís textos de Borges de memoria.
-Sí, me encanta. Memorizar es una tradición de mi familia y es fundamental porque una cosa es leer algo en Google y otra cosa es tenerlo en tu propio software; eso te conecta con un montón de cosas. Creo que hay que saber los párrafos preferidos de uno. Y esto se aplica a todo. Si querés componer tenés que saber las obras que más te gustan, tenerlas dentro de tus vísceras. Si hablo el mismo idioma del más grande escritor y me pega y me emociona, ¿Cómo no voy a saber sus poemas?
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