Alberto Negrin y el desafío de tomar las riendas de un gigante cultural como el Borges
El reconocido arquitecto y escenógrafo incorporó teatro y performance a la programación del espacio ubicado en Galerías Pacífico y la respuesta del público fue inmediata: de miércoles a domingos, las entradas se agotan y aumentaron las visitas
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El nuevo director del Centro Cultural Borges (CCB, Viamonte 525) designado por el Ministerio de Capital Humano, el escenógrafo y arquitecto Alberto Negrin (1965), nació en la localidad pampeana adonde René Favaloro llegó como joven médico suplente: Jacinto Arauz. “Era amigo de mi padre”, comenta Negrin en su oficina del tercer piso del CCB, que reabrió sus puertas a mediados de abril. “Vengo todos los días a trabajar con muchas ganas”, dice a LA NACION.
Egresado de la Universidad Nacional de La Plata, Negrin trabajó en grandes teatros de Alemania, España, Portugal, Brasil, México, Colombia, Uruguay y Chile. En Buenos Aires diseñó las puestas de La guerra de los Roses, Mineros, Amadeus, Novecento, Piel de Judas, Sugar, Cabaret y Los Bonobos, entre otras. Recibió doce Premios ACE, tres Premios Hugo, y los premios Tato, María Guerrero, Florencio Sánchez y Estrella de Mar. En 2011, obtuvo el Premio Konex de Platino en la categoría de Escenografía. Entre otros, tuvo como maestros a Graciela Galán y Jorge Lavelli. Dudó un poco antes de aceptar la propuesta del secretario de Cultura de la Nación, Leonardo Cifelli. “Estoy muy contento con la decisión”, afirma.
Esta semana se inauguran en el Borges seis muestras del área de artes visuales, que coordina el profesor y curador Fernando Farina. Pinturas, esculturas, fotografías, intervenciones y site specific de Elian Chali, Miguel Gandolfo, Mariela Vita, Ojosconpatas (seudónimo de Diego Martínez), Gustavo Silveti, Ailén Vieytes de Simone y Analía Lorenzo, además de obras de distintas disciplinas del acervo del Palais de Glace (”alojado” temporariamente en el CCB, hasta que concluyan las refacciones de la sede), se podrán ver de miércoles a domingos, de 14 a 20, con entrada libre y gratuita. A la agenda se suman espectáculos teatrales, un ciclo de cine, conciertos y charlas del Club de Letras que coordina, los miércoles a las 18, la editora Gaby Comte.
En la nueva gestión, el CCB tiene un equipo de 54 personas. “Hubo muchas bajas. El departamento de diseño gráfico renunció por completo antes de que yo asumiera, ni los conocí, pero igual nos arreglamos”, dice el director, orgulloso de la cartelera hecha con anillas de carpetas y planchas de PVC en el primer piso. Junto a la boletería, fulgura una flor roja pintada por Chali, que cobra forma con la mirada de los visitantes. Al asumir, Negrin encontró un CCB “moribundo y apagado” y dos grupos entre los empleados, “uno del viejo Borges y otro de la gestión anterior”, acota y agrega: “Los reubicamos, sacamos del ostracismo a gente que había sido dejada de lado y trabajamos con lo que tenemos; yo no contraté a nadie”.
Desde la reapertura, el CCB floreció y va camino a convertirse en uno de los centros culturales más atractivos de la ciudad de Buenos Aires. En la última semana de junio asistieron más de diez mil personas. El público sigue con atención las novedades en la cuenta de Instagram y en la agenda de la página web.
El presupuesto, prorrogado, es el mismo que el de 2023. “Nos aprueban el presupuesto mensual, que enviamos con anticipación, para contratar a los artistas -dice el director-. La infraestructura y el mantenimiento son nuestros y si hace falta pedimos ayuda a la Secretaría de Cultura. Todos los artistas cobran un fijo establecido por un tarifario que hicimos nosotros. Aunque podemos ofrecer mucho menos de lo que merecen, nunca nadie se quejó: actores, escritores y artistas participan con mucho entusiasmo”.
Ni el Presidente Javier Milei, ni la ministra de Capital Humano Sandra Pettovello ni la secretaria general de la Presidencia Karina Milei visitaron el CCB. Este miércoles, a las 18, se espera que asistan el secretario de Cultura, la directora de Patrimonio Cultural, Liliana Barela; la directora del Palais de Glace, María Paula Zingoni; la del Museo Nacional de Arte Oriental (MNAO), Rocío Boffo (el MNAO también se aloja en el segundo piso del Borges) y el director del Museo Nacional Bellas Artes, Andrés Duprat . También confirmó su presencia Mariana Kodama, en representación de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges. Del 21 al 25 de agosto, el CCB volverá a ser sede de las jornadas dedicadas al mayor escritor del país. Años atrás, María Kodama le había pedido a Negrin que la ayudara a diseñar un espacio de la Fundación.
En parte, el “renacimiento” del CCB se puede atribuir a la oferta de espectáculos teatrales y musicales gratuitos y de calidad, en horarios vespertinos, en las salas Astor Piazzolla, Alberto Williams y el flamante Espacio Infinito (que Negrin construyó detrás del Espacio Bon Marché y desde donde se puede ver la avenida Córdoba y la sede central del Centro Naval). Como las entradas se retiran en la boletería del primer piso, una hora antes del comienzo de los espectáculos, el público puede recorrer el Espacio Bokeh, fotogalería al cuidado de Gabriel Valansi, y las obras exhibidas en el hall y en las diferentes salas del Borges.
“Una de nuestras premisas fue agregar teatro y performance -dice-. Según me contó Ezequiel Grimson, el anterior director, el ministro Tristán Bauer no quería hacerlo para no competir con el Payró, que está ubicado muy cerca. Nosotros mantenemos la idea del teatro gratuito. Otra premisa es que todos los días haya algo para hacer, además de recorrer las muestras de arte: o cine, o teatro, o letras”. En el segundo piso, se proyecta en forma continua La artefacta, documental de Nicola Costantino.
“Para mí, es una alegría que todos los actores a los que he ido llamando para invitarlos quieran sumarse a la programación con muchas ganas -cuenta-. Leonor Manso e Ingrid Pelicori harán en agosto ocho funciones de Cae la noche tropical. Cuando empezamos con El diccionario, la obra dirigida por Oscar Barney Finn, la gente aplaudía de pie por varios minutos; lo mismo pasa en los conciertos. Es muy conmovedor que nuestra idea de flexibilizar la programación para darle más vida al Borges esté dando resultado”. El área de música del CCB está a cargo de la productora Nani Monner Sans.
Esta es la primera experiencia de Negrin como gestor de una institución pública. “Había trabajado en 2005 y 2006 en París, en la remodelación del teatro Folies Bergère, que es un monumento histórico, para la puesta en escena de Cabaret, dirigido por Sam Mendes. En Buenos Aires trabajé en el Cervantes, el Colón, el San Martín, el Centro Cultural Recoleta, pero como proveedor y artista”, detalla.
Acaba de concluir la remodelación del antiguo Teatro 35, propiedad de la empresaria Raquel Rodrigo, dueña de Clásica y Moderna y El Tropezón. En ese restaurante recuperado conoció al actual secretario de Cultura. “Cuando Leo me llamó para ofrecerme el cargo, le dije que no -recuerda-. Acepté porque pensé que era una experiencia que había que hacer, era un lugar de la cultura que había que defender y buscarle la vuelta para sacarlo adelante. Mi ingreso fue junto con dos coordinadoras: Julieta Penedo, de Planificación y Programación, y Mariángeles Zamblera, de Producción. Hicimos un triunvirato: los tres trabajamos en la misma mesa. Soy un novato en la gestión; me tropiezo en muchas cosas, sobre todo burocráticas, pero tengo los aciertos de una persona que no tiene la costumbre de la gestión”.
En Madrid, “con una diferencia económica abismal” respecto del sueldo de funcionario, le habían ofrecido trabajar en la puesta de Los pilares de la Tierra, musical basado en el best seller de Ken Follett. “Ya había firmado el contrato de confidencialidad, pero me quedé con el Borges -dice-. Mi felicidad es que llamo a Leonor Manso, a Michel Noher, a Juan Dasso, a Oscar Barney Finn y todos me dicen ‘voy, voy, voy’”. Próximamente, Dasso repondrá en el CCB El hombre de acero.
“El desafío principal era darle sentido a este gigante cultural de más de diez mil metros cuadrados -dice Negrin-. Siempre quisimos generar un espacio artístico polivalente, que exhiba a múltiples artistas; organizar los niveles del centro cultural y flexibilizar los espacios. Mayra Bonard y Carlos Casella bailan en el espacio intervenido por Chali y la gente que va al Espacio Infinito hace la cola en la sala donde se exhiben las obras del Palais. El público de teatro se topa con artes visuales, y al revés. Nos pasó el otro día con la adaptación de Emiliano Dionisi de Sueño de una noche de verano, a la que vino gente que visitaba las muestras. Se produce ese cruce de público, que es la esencia de un centro cultural; en un centro cultural pueden pasar muchas cosas”.
Arquitecto al fin, Negrin quiere seguir echando abajo algunas paredes para ampliar espacios de exhibición en el Borges. “Ideas no nos faltan”, comenta. Junto con las autoridades de la Secretaría de Cultura, impulsa un proyecto que ya empieza a tomar forma: en la planta baja, se abrirá el Bar del Borges. “Se está terminando el pliego de licitación -anticipa-. Queremos que tenga precios accesibles y que esté abierto hasta las nueve de la noche, para que alguien que viene al teatro se pueda tomar un café o comer algo. El Borges es un punto de atracción muy importante y tener un bar propio suma”.
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