Alberti y León, los inmigrantes
La Guerra Civil hizo que muchos españoles buscaran amparo en la Argentina; entre ellos, estuvieron el poeta Rafael Alberti y su pareja, María Teresa León. Se quedaron mucho tiempo: desde 1940 hasta 1963
Se cumplieron 70 años del inicio del exilio en la Argentina de la pareja formada por el poeta Rafael Alberti (1902-1999) y la cuentista y articulista María Teresa León (1902-1999). Llegaron a Buenos Aires el 2 de marzo de 1940, a bordo del Mendoza que había zarpado de Marsella, y partieron a Roma 23 años después, el 28 de mayo de 1963. En esos 23 años rioplatenses refundaron su familia, con la llegada de la hija de ambos, Aitana, y luego con el arribo de Gonzalo, el hijo mayor del matrimonio de María Teresa con Gonzalo de Sebastián Alfaro, de quien se había separado antes de comenzar su relación con Alberti.
En el puerto los esperaba un numeroso grupo de escritores, artistas, periodistas: la escritora y cónsul chilena Marta Brunet, la escultora María Carmen Portela, Margot Portela Parker (hermana de María Carmen y también pintora, la sin par "Malinverno" de las chanzas y de la correspondencia, aún inédita, con Rafael), Sara Tornú –"la Rubia"– y su esposo Pablo Rojas Paz, el abogado Rodolfo Aráoz Alfaro, el director de cine Arturo Mom, Gori y Maricarmen Muñoz, Manuel Ángeles Ortiz… Así lo cuenta María Teresa en Memoria de la melancolía:
Y llegamos al Río de la Plata. […] ¡Cuánta gente aglomerada, esperando! Vimos subir a una señora joven con gafas que preguntaba y se reía. Tardó muy poco en atropellarnos con sus preguntas: "Rafael Alberti, ¿verdad? Y María Teresa. Soy el cónsul de Chile, por eso me han dejado pasar. Bienvenidos. Me llamo Marta Brunet". […] Y nos abrazaba, "¡Martita Brunet!", la llamaríamos más tarde. Sólo Martita. No olvido la mirada primera de sus ojos chiquitos de miope. No olvido su voz. […] Una hermosísima mujer consiguió pasar la barrera y nos abrió sus brazos. "Soy María Carmen." "¿Y Amparito?", seguíamos preguntando, mientras descendíamos cargados de paquetes. No nos contestó María Carmen Portela.
Las palabras de María Teresa León ilustran lo que la importantísima foto hasta hoy desconocida también nos dice: ha llegado el Mendoza, y ahí están, adelantándosenos, intactos, los personajes mencionados por ella, Marta Brunet y, en primer término, María Carmen Portela. Está ausente su íntima amiga, Amparo Mom, mujer de Raúl González Tuñón: María Teresa pregunta y presiente lo que inmediatamente le dirán, que ha muerto hace tres días.
La permanencia de los Alberti en Buenos Aires es aún ilegal, pero el doctor Rodolfo Aráoz Alfaro, esposo en estos años de María Carmen Portela, les sugiere que pidan un permiso de cuatro días para visitar la ciudad, y luego se refugien en su casona de El Totoral, en la provincia de Córdoba. ¿Dónde pasan los Alberti estos primeros días porteños? Una carta de María Teresa a Corpus Barga recientemente publicada (Cartas a Corpus Barga, Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, 2008), lo revela:
Queridísimos: acabamos de instalarnos en este sereno día de Buenos Aires. Es tanto el dolor y la pesadilla que acabamos de vivir que casi no acierto a escribiros. La pobrecita Amparo murió tres días antes de nosotros llegar. En el delirio sólo habló de nosotros. De las conferencias, de cómo éramos, de cuánto nos quería. […] Hemos conocido gracias a la generosa simpatía de Amparito una familia asombrosamente buena que nos trata como suyos. El hermano de quien tanto ella hablaba es un hombre admirable. Vivimos con él. Está pendiente de nosotros. […] Hemos conocido a la pobre madre, y a una amiga maravillosa, María Carmen Aráoz Alfaro. […] Creo que empiezo a quererla mucho.
Amparo Mom y su esposo, Raúl González Tuñón, habían afianzado su amistad con los Alberti en España y en París. Y había sido Amparo –escritora e intelectual injustamente olvidada– quien había insistido en que Buenos Aires podía ser el lugar adecuado para el exilio de los Alberti. El piso en el que se alojan no bien llegan es precisamente el del hermano de Amparo, Arturo Mom, "Neneo" para los amigos, el director de exitosas películas del momento como Loco lindo, de 1936. Y María Carmen Portela, íntima amiga de Amparo Mom, con quien también había compartido trabajos e inquietudes artísticas y tan injustamente olvidada como ella, será una de las primeras y más importantes relaciones de los Alberti en la Argentina y luego en el Uruguay.
Sigue inmediatamente la estancia en El Totoral: allí,Rafael y María Carmen se tomaron fotos al abrigo del reparador patio de la casa de los Aráoz Alfaro, en las estribaciones de Córdoba. Vale recordar que María Carmen Portela es la escultora de un busto en bronce de su amigo Rafael Alberti).
En El Totoral residirán los aún indocumentados María Teresa y Rafael –con viajes a Buenos Aires, al menos de María Teresa, que se encarga de los trámites para conseguir la residencia– hasta que, con fecha 30 de septiembre de 1940, les es otorgada la autorización de permanencia en el país (Fondos Gonzalo de Sebastián León-Centro Cultural de la Generación del 27, Málaga) y se instalan en la Capital. ¿Dónde se instalan?
"Y me asomo al balconcillo del primer departamento, calle Tucumán, en una casa de Victoria Ocampo", vuelve a decirnos María Teresa. Pero ya sabemos que no fue así: Rafael y María Teresa vuelven a instalarse en el edificio de Libertad 1693, ahora en el piso 4, departamento B, como lo confirma la carta de María Teresa al poeta Juvenal Ortiz Saralegui del 19 de febrero de 1941 (Rafael Alberti en Uruguay, correspondencia, testimonios, crítica, SECC, 2002). Recién después llegarán a la casa de Victoria, en la calle Tucumán 677-7° C, y todavía faltará el domicilio de Santa Fe 3735, 7° A, antes de arribar, al fin, a la tan querida casa de la calle Las Heras 3783.
En Libertad 1693 –esquina Avenida Libertador–, sobre el bajo de la ciudad, sólo a tres cuadras de Suipacha 1444, la casa de Oliverio Girondo y Norah Lange, pasaron sus primeros tiempos porteños Rafael Alberti y María Teresa León. El edificio de estilo racionalista todavía se conserva (aclaración que siente necesaria cualquier sudamericano): es del año 1935, y uno de sus diseñadores, el ingeniero Adolfo T. Moret (el otro fue Carlos Méndez Calzada), acompañaría a Alberto Bullrich –el mismo arquitecto que creó el Obelisco porteño– en la edificación del Teatro Gran Rex, de 1937, el emblemático edificio de la calle Corrientes.
¿Olvidaron Rafael y María Teresa el primer balcón marinero del exilio argentino? ¿Empañó la nostalgia –o, tal vez, la angustia– la gran vista al Bajo, a las barrancas de la ciudad, al puerto, con el primer verde extendido hasta el río (¿la primera arboleda perdida?), y el Río de la Plata tan inmenso, desplegado como un mar? ¿Olvidaron la primera proa enfilada hacia el otro mundo, hacia la otra orilla?