Al rescate de Macedonio Fernández
Un admirador recuperó la casa que fue la última morada del escritor, en el barrio de Palermo
Hubo una vez en Morón o en el barrio porteño de Once "un hombre mágico dedicado a la aventura de pensar". Con la belleza de estas palabras como cincel, esculpió Jorge Luis Borges el mito de Macedonio Fernández, inmortalizado en un prólogo a una antología dedicada al autor de "Papeles de recienvenido" (1929).
Quien lo recuerda es el autor Alvaro Abós, cuya reciente "biografía imposible" de Macedonio Fernández (Plaza & Janés) revela "su vida enigmática y recoleta, rodeada de secretos y períodos de silencio en los que Macedonio buscaba algo. Era una búsqueda espiritual".
Justo cuando el medio siglo acude al rescate de este escritor singular, de fina ironía y personalidad fascinante -de cuya muerte se cumplirán 51 años el lunes próximo-, en la última casa donde vivió junto con su hijo Adolfo (también escritor), en avenida Las Heras 4015, planta baja "A", un funcionario del Poder Judicial, Eduardo Vázquez Trujillo, se ha empeñado en rendir un tributo a la memoria de Macedonio, a quien Borges consideró uno de sus maestros.
No pocos problemas ha tenido que sortear el hombre que compró el departamento semiderruido, en 1991. Allí vivió Macedonio, el amigo de Jorge Borges, padre del autor de "El Aleph", entre 1946 y 1952. Allí murió y fue velado, luego de haber transitado por otros barrios y pensiones.
Vázquez Trujillo peregrinó al Centro de Gestión y Participación municipal en procura de que se instalara una placa conmemorativa. Dice a LA NACION que a sus pedidos sobrevino el olvido del gobierno porteño. "Después -sigue- me prometieron incluir la casa en la guía de recorridos turísticos. Pero tampoco ocurrió."
Decidido a honrar a "tan insigne escritor argentino", Vázquez Trujillo mandó hacer por las suyas la placa. La puso en la ventana del departamento, junto con artículos cuidadosamente plastificados (hay uno de LA NACION) y fotografías. Pero "al consorcio no le gustó y ahora estoy en juicio por la placa", comenta.
Turistas extranjeros
El mayor regocijo de tan osado admirador es que cada día crece el número de turistas extranjeros que, mágicamente, llegan a la casa, piden permiso para conocerla y toman fotografías. Vázquez Trujillo hace las veces de improvisado guía y les cuenta lo que sabe sobre el escritor. "Vienen franceses, holandeses y alemanes. Es notable lo que saben de Macedonio. El otro día, un profesor de filosofía que vivió en París y Amsterdam me dijo que leyó a Macedonio a través de Borges", explica.
Entre los secretos que el lugar esconde y que salen a la luz a través de los relatos de Vázquez Trujillo y Abós hay un libro dedicado por Adolfo de Obieta, hijo de Macedonio Fernández y de Elena Obieta, por "conservar paredes tan valiosas para mí".
A las exequias de Macedonio en esa casa acudió el artista Xul Solar, quien hizo un croquis "del cuerpo yacente del escritor, descubierto el año pasado entre manuscritos del pintor que aún no se han dado a conocer", cuenta Abós.
Al margen de estas anécdotas, Macedonio goza de un espacio propio en la exitosa muestra "Cosmópolis. Borges y Buenos Aires", que el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona exhibe hasta el 16 de este mes. Allí hay fotografías y testimonios del autor, quien junto con Xul Solar y el poeta judío español Rafael Cansino Assens son tres salientes hitos de la exposición.
Este semestre, la muestra se mudará a la Biblioteca Nacional de Madrid. Así lo comentó a LA NACION Elena Povarché, de Galería Rubbers. El catálogo, de lujosa factura, será editado este año en nuestro país.
Abós sintetiza el mito de Macedonio en palabras cautivantes: "En la biografía traté de rescatar su carácter de profesor de felicidad. El decía, entre otras cosas, que obrar impide sufrir. Y proponía no buscar la inteligencia y la emoción en lugares separados, porque no existen la una sin la otra".
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