"Al llegar al colegio, los niños se distancian del placer de leer"
Lo advierte la escritora Yolanda Reyes
"Leche, palabras y caricias. Los niños tienen derecho a esas tres cosas y las tres son iguales en importancia. Esa es la nutrición física y emocional básica". Quien sostiene algo tan bello como rotundo –haciendo propias las palabras de sus maestros franceses– es la escritora colombiana Yolanda Reyes, de visita en la 19° Feria Infantil y Juvenil de Buenos Aires, abierta hasta el 8 de agosto, en el Centro de Exposiciones porteño.
Responsable del proyecto cultural Espantapájaros, que propicia el encuentro creativo con la literatura y el arte en la primera infancia, esta reconocida autora de literatura para niños asegura que con leche, palabras y caricias se forman lectores de largo aliento, si se comienza en la primera infancia. La autora de Los agujeros negros (Alfaguara) atesora decenas de anécdotas que demuestran que, a los dos añitos, un chico ya sabe elegir los libros de su preferencia. Sólo que, como todavía no aprendió a leer solo, demanda que los adultos se ocupen de ello.
Su libro está precedido de un prólogo tan demoledor como la historia real que le dio origen: la de Iván, un nene de dos años que asistió, escondido en un armario, al asesinato de sus papás y su abuelo, a manos de los paramilitares, una facción que asoló a Colombia hasta su desmilitarización. Aquel trabajo literario surgió de una convocatoria de Unicef en 2000. A Iván, quien leyó el libro por consejo del psicoanalista que lo atendió, está dedicado el conmovedor libro de Reyes.
Espantapájaros nació y creció sin financiamiento estatal. Lo de Reyes es crear "nidos de lectura": se sube al niño a la falda y le lee en voz alta el libro que, antes, el pequeño ha elegido. En un interesante diálogo con La Nación, la narradora dice: "Los niños aprenden, en determinadas épocas, diez palabras al dia. ¿Y por qué aprenden más o menos? Porque dependen de que alguien les hable o no. La calidad de las interacciones afecta la estructura cognitiva y emocional de un chico, es decir, la manera como aprende a pensar, a leer, a escribir. Allí es donde advertimos que el tema se vuelve político y se convierte en una cuestión de equidad. Hay un cambio de paradigma, al descubirse que en la primera infancia está todo".
–¿La primera aproximación de un chico a la lectura tiene que ser oral?
–Por supuesto, somos oidores poéticos. Lo que oye el niño es la voz de la mamá, no tanto lo que le dice sino cómo lo dice. Por eso existen las canciones de cuna...que son libros sin páginas. La lectura en la primera infancia es muy poderosa en los chicos no muy alfabetizados, porque su tradicion oral es muy poderosa. Cuando trabajas con primera infnacia tienes contacto con la condición humana en todas sus modalidades.
–¿Trabaja con niños que han perdido a sus padres o han sufrido secuestros?
–Los niños son hijos de significados explicitos y ocultos. Sí trabajo con niños que han vivido situaciones de conflicto. La infancia es el lugar donde se observa la condición humana. El proyecto Espantapájaros es un laboratorio de experiencia pedagógica que se aplica en otras situaciones y ciudades. El proyecto de bebetecas lo acabamos de cerrar en diez ciudades de Colombia, donde trabajaremos con niños en situación de pobreza,
–Usted que trabaja con pequeños de cero a seis años, ¿cómo y cuándo se hace contacto con la literatura?
Es la aproximación de los seres humanos al mundo del lenguaje. Todo trabajo descansa sobre la idea de que somos sujetos culturales. Desde los primeros meses de vida intrauterina, estamos metidos en una red de signficados. Cada vez está más claro que los bebes oyen desde antes de nacer e identifican la voz de su madre. Lo simbólico de la comunicación ya está ahi. Una vez un nene de dos años me trajo el mismo libro para que le leyera en tres ocasiones. El título era "Cambios" y hablaba de un caos en una casa por la llegada de una hermanita. Al cabo, la mamá me llamó por teléfono para decirme que no sabía cómo decirle a su hijo que estaba embarazada.
–¿Es un prejuicio que los niños no leen?
–Totalmente. No sé qué pasa después de los seis años, pero a los ocho meses los ponen frente a un canasto de libros, todos gatean a morder los libros. ¿Qué pasa cuando se pasa a la escuela y a la cultura alfbética? Los niños se dstancian de la caricatura de la lectura en la escuela, cuando esa alfbetización inicial no se hace bien. Es una etapa ardua, en la que nadie les vuelve a decir que los libros se relacionan con lo que ellos son y con lo que tienen en su vida. Si uno hace el trabajo desde la primera infacnia uno construye un nido de lectura para que eso no pase. Ese nido de lectura se construye con leche, palabras y caricias. Un niño quiere que les cuenten cuentos, porque así tiene a sus padres con él. Hay que vincular la lectura con el afecto y con las preguntas esenciales. En los cuentos están las conversaciones sobre las preguntas esenciales que uno puede tener con un hijo.
–Dice usted que a los chicos no hay que prohibirles ningún libro. ¿Por qué?
–No me gusta prohibirles ni siquiera los que me parecen banales o publicitarios. Crecí en una casa en la que mi papá me alentaba a leer todo lo que cayera en mis manos, porque así me formaría mi propio criterio, la lectura es un espacio de libertad. Los niños tienen una enorme curiosidad y necesitan hablar de la vida y de la muerte, y de todo lp que hay en la mitad. La literatura y su lenguaje cifrado logra decir mucho más que las palabras de la vida real. Los libros tienen conexión con las preguntas fundamentales de la vida. Y los niños eligen los libros con el corazón.
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