Ahora Merkel es detective privada y protagonista de una exitosa saga de misterio
En su nuevo rol de investigadora de ficción, debe recurrir a su vasta experiencia en el centro del poder para la resolución de enigmáticos crímenes en dos libros de David Safier
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Cuando la canciller alemana Angela Merkel dejó su cargo, a fines de 2021, luego de ser la líder más poderosa de Europa, corrieron distintas versiones sobre qué sería de su vida. Merkel pasaría en un instante del estrellato al anonimato, de la cima al llano, eso estaba claro. Pero no se sabía qué haría exactamente en el futuro inmediato, cómo sería su retiro fuera de los círculos del poder.
Pues bien, el escritor alemán David Safier le buscó un trabajo que ningún analista se animó a entrever: sería detective privada. Lo hizo desde la imaginación, con su novela Miss Merkel. El caso de la canciller jubilada, editada en 2021 (Seix Barral), cuando ella estaba por despedirse del puesto que ocupó durante 16 años.
Safier se había dado a conocer al público internacional con la novela Maldito Karma, un éxito de 2007 donde la fantasía y el humor van de la mano para contar la historia de una mujer, insensible y egocéntrica, que muere en un accidente y debe redimirse a través de sucesivas reencarnaciones.
Safier toma ahora a Merkel como personaje y la envía a un idílico pueblo de la campiña alemana, donde comienza su nueva vida de pensionada, disfrutando del perfume de las flores, del mercado de la plaza, de la vida despreocupada de sus gentes, en compañía de su marido, un guardaespaldas y un perrito llamado Putin.
Luego, cuando recién comienza a adaptarse, Safier le presenta un misterio a resolver, la muerte de un noble del lugar, hallado sin vida en su castillo, en un cuarto cerrado por dentro. Merkel aprende a ser detective en un entorno aislado, donde todos tienen razones para el crimen y todos guardan secretos. Solo una mente sagaz descubrirá la verdad oculta y devolverá las cosas a su lugar.
Pero Safier no le da respiro. Después de la primera misión, le asigna otra tarea, El caso del jardinero enterrado (por ahora en la Argentina en digital y audiolibro). Merkel se lanza esta vez a una investigación con sospechosos de dos familias rivales, dueñas de casas funerarias. Y debe desplegar, una vez más, su perspicacia, apelando a la ayuda de su estrecho círculo de confianza, perro incluido.
Tan bien le fue a Merkel con sus investigaciones, y tan bien le fue a Safier con sus libros, que este año incluso salió una serie de televisión con la Merkel detective. ¿Quién hubiera dicho que esta dirigente criada en Alemania Oriental, entrenada como científica y devenida política, sería protagonista de una novela, o más todavía, de dos? O incluso tres, según anticipó el autor, quien dijo que continuará con la saga mientras se siga divirtiendo.
Biografías de Merkel, hay para llenar estantes, en cada idioma conocido y por conocer. Pero transformarla en detective fue una acrobacia creativa de Safier, quien eludió la salida más evidente de narrar una sátira política, y decidió, en cambio, situar a su heroína en un género desafiante para los dos, autor y personaje.
Safier contó al salir la primera novela que todo comenzó luego de una conversación con su editor sobre el futuro de Merkel, entonces a punto de retirarse. Le decía adiós a Berlín. Esa misma tarde, de vuelta en su casa, vio un viejo capítulo de Columbo, y pensó que sería genial si Merkel resolviera asesinatos en el lugar donde creció.
Bien mirado, ¿por qué debería sorprendernos la voltereta profesional de Merkel? Después de todo, no es preciso ser un experto para entrar en el juego. Un detective aficionado, según las convenciones del género, desconoce el oficio y se vale de una mezcla de frescura, curiosidad e iniciativa para desenredar los pliegues ocultos de un crimen inverosímil que todos prefieren encubrir.
Ficción y realidad
¿Y en qué se parecen la Merkel de ficción y la Merkel de verdad? ¿Safier intentó reflejarla tal cuál era? En realidad, parece haber desarrollado su personaje sobre la base de cómo actuaría Merkel ante un desafío inédito. Y, a la vez, obligó a su Merkel a operar cambios y convencer a los demás de que era capaz de enfrentar el reto.
“Angela debía negociar a toda costa con quienes estuvieron a cargo de la investigación policial para que llevaran el asunto con discreción. Y los responsables probablemente responderían dejándole claro que no debía jugar a hacer de detective aficionada”, dice el narrador en la primera novela, cuando ella se convierte en detective.
Ya le había pasado en la vida real, eso de tener que convencer a terceros desconfiados de su talento. Con un doctorado en Química en la Academia Alemana de Ciencias, su transición de la ciencia a la política encontró resistencias. En 1992, debió ceder la candidatura a la Cancillería por presiones de los hombres fuertes del partido, que no confiaban en ella en las elecciones.
Merkel, claro está, salió adelante como dirigente, pese a prejuicios y reticencias, como sale adelante en las novelas, enfrentando una serie de obstáculos, sobre todo el temeroso hermetismo de testigos y sospechosos, y el confuso sendero de pistas que debe reunir con paciencia y esmero. Y si bien tiene mucho por aprender, las herramientas que utiliza para resolver los misterios parecen en esencia las mismas que utilizó en sus años en Berlín.
En una biografía sobre Merkel, la periodista española Ana Carbajosa cita la opinión de Wolfgang Schäuble, su ministro de Finanzas durante ocho años: “La canciller federal tiene una inusual capacidad para almacenar todos los hechos y las informaciones. Es extraordinariamente inteligente, tiene una increíble fuerza intelectual, también física y psíquica. Sin olvidar que tiene una paciencia interminable. Ella jamás abandona una mesa de negociaciones”.
La Merkel detective pone en práctica las cualidades que enumera Schäuble de la canciller, además de otra serie de virtudes que también se le reconocían en su momento: pragmatismo, diplomacia y persuasión.
La Merkel detective va recordando, durante la investigación -la búsqueda de pistas, las preguntas a testigos, las conjeturas, los triunfos provisorios, los pasos en falso-, situaciones de la Merkel política, como cumbres internacionales, negociaciones con otros líderes, crisis financieras y migratorias, o encuentros con irritantes dirigentes como Trump o Putin. Y no siente la menor nostalgia por esos encumbrados eventos.
De la vida privada, sin embargo, se conoce menos. Para Safier, esto no fue un problema sino un hecho liberador. Como dijo en una entrevista, siempre apelando al humor que recorre sus páginas: “Podía imaginarlo todo: cómo es ella, cómo es con su marido. Probablemente en mi libro tiene un matrimonio mejor que el de la vida real”.
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