Una cuadrilla de expertos, montajistas, transportistas de obras de arte, delegados oficiales y prensa presenció ayer el desembalaje y la puesta en exhibición de Afrodita de Capua en un especialmente acondicionado hall de ingreso del Museo Nacional de Bellas Artes. Una jornada tensa y de guante blanco para dejar instalada una escultura milenaria, que será de lo mejor que dejará el G-20 a la ciudad. Se quedará aquí por casi tres meses.
La ficha técnica indica que Afrodita es la Diosa del amor y la belleza, también conocida como Venus de Capua, y que esta versión romana deriva de un original griego realizado en bronce a finales del siglo IV a. C. Fue creada durante el imperio de Adriano (117 al 138 d. C.) y fue hallada en 1750 en el Anfiteatro Campano de Capua –el segundo en importancia después del Coliseo–, donde formaba parte de la decoración arquitectónica. En 1820, se restauraron los brazos, parte del drapeado y la nariz de la escultura.
Esta obra maestra del arte clásico pesa 750 kilos y mide 2,2 metros de altura. Viajó en avión desde el Museo Arqueológico de Nápoles y para exhibirla se remodeló el ingreso al museo: se sacaron pantallas, se desmontó la tienda y las paredes fueron pintadas de gris, lo mismo que la tarima donde se erige. El lugar es estratégico, ya que se puede rodear la pieza para verla de todos sus perfiles, y subiendo las escaleras se tienen otras perspectivas. Afrodita posa en contrapposto, descansando sobre su pierna derecha, con el pie izquierdo apoyado sobre un casco, en una torsión elegante. El pelo recogido, una cara perfecta y ovalada, los labios bien dibujados. Los brazos en el aire, se piensa, sostienen el escudo de su amante, Ares, dios de la guerra en la mitología griega, donde estaría admirando su reflejo (esta deidad del erotismo y la seducción estaba en realidad casada con el poco agraciado Hefestos). Otra hipótesis pone en sus manos una lira.
Acercarse será un placer y un privilegio. Desde el primer plano se observan los moretones del mármol donde fue esculpida, las rajaduras en sus brazos, los pliegues infinitos del paño que la cubre de la cintura hacia abajo, lo delicado de sus dedos, que apenas apuntalados resistieron el paso de los siglos.
Por eso, el emplazamiento se hizo con guantes blancos y extremo cuidado. Durante toda una mañana se hizo esperar esta diosa encerrada en una caja azul. Alrededor, puro nerviosismo, esperas, llamadas por teléfono. Desde las 8 hasta 13 duró el procedimiento. Pasó pocas horas en la Aduana. La bajó del camión que la trajo de Ezeiza una enorme grúa, que la depositó escaleras arriba. En el desembalaje trabajaron más de diez hombres, bajo la mirada atenta del representante del museo napolitano, Giovanni Cirella, y la jefa de museología del Bellas Artes, Silvia Echave, y con todo el personal observando desde las escaleras. Primero destornillaron el primer embalaje, luego apareció otra caja de madera, y adentro por fin se descubrió a la escultura apuntalada por tres tablas horizontales. Ver en vivo a esta figura de manual es deslumbrante y un poco perturbador. Pétrea, impávida, serena… demasiado bella.
El momento de máxima tensión llegó al traspasarla a la tarima: se la deslizó sobre tablas enjabonadas, en un silencio tenso y reconcentrado. "Todavía recuerdo en el cuerpo la sensación de cuando bajaron al Doríforo y tambaleó", recuerda Echave la visita de otra pieza histórica en 2011, que tuvo un aterrizaje forzoso. Para esta ocasión, optaron por un especialista, Delmiro Méndez, y todo sucedió normalmente. Al final, hubo aplausos y fotos oficiales. Mañana será su inauguración oficial, con presencia de autoridades, y el jueves podrá conocerla el público. En la terraza se servirá comida napolitana.
Apenas separada por un muro, en la sala vecina está El Beso de Rodin, otra escultura "afrodisíaca". La Venus se quedará aquí hasta la semana de los enamorados, en febrero, y su llegada se debe a un intercambio cultural entre los estados italiano y argentino, propiciado por el contexto de la Cumbre del G-20. "Estamos contentísimos porque es muy complicado traer este tipo de obras. Todo lo pagó Italia. Nosotros hicimos un desplegable y acondicionamos el lugar para darle atención absoluta a la pieza", señaló Andrés Duprat, director del MNBA, vestido de pies a cabeza del mismo azul que la caja. Contó con el apoyo de la Secretaría de Cultura de la Nación, la Embajada de Italia en la Argentina, el Instituto Italiano de Cultura, el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles y la Asociación Amigos del Bellas Artes.
"El enigma de esta escultura, cifrado por el pudor y la serenidad clásicos con que se anudan lo sublime y la más terrenal de las carnalidades, le infunde tal potencia iconográfica que resulta difícil pensar la figura femenina, al menos desde el Renacimiento, sin ella", analiza Duprat. Todas las mujeres del mundo son, en última instancia, versiones de esta Afrodita.
Identikit de una deidad
750 kilos
2,2 metros de altura
11.184 kilómetros recorrió del Museo de Nápoles al Bellas Artes de Buenos Aires
IV a. C. original griego en bronce; 117 al 138 d. C.: fecha estimada de la copia romana
- Para agendar
- Hasta el 17 de febrero de 2019, la obra Afrodita de Capua podrá verse en el hall central de la planta baja, en los horarios de ingreso al Museo Nacional de Bellas Artes: de martes a viernes, de 11 a 20, y sábados y domingos, de 10 a 20. Acompañando la exposición, la Embajada de Italia y el Instituto Italiano de Cultura de Buenos Aires realizarán actividades de extensión cultural. Con entrada libre y gratuita, como la colección permanente del museo.
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