Adriana Astutti: la crítica y editora que apostó a la audacia
Adriana Astutti había nacido en Cañada de Gómez en 1960. El martes, luego de una larga enfermedad que no había afectado su ánimo encantador, falleció en la ciudad de Rosario, a la que tanto le había dado. Astutti egresó de la carrera de Letras de la Universidad Nacional de Rosario. Fue autora de un solo libro de ensayos: Andares clancos. Fábulas del menor en Osvaldo Lamborghini, J. C. Onetti, Rubén Darío, J. L. Borges, Silvina Ocampo y Manuel Puig (2001) donde abordaba la cuestión de la infancia y la minoridad como clave de las ficciones de varios escritores latinoamericanos.
Sin embargo, el mayor legado de Adriana Astutti fue la creación, en 1991, de una editorial impar en América latina; un sello "para lectores de lujo", como afirmó alguna vez. Con Sandra Contreras y Marcela Zanin, las tres egresadas de Letras de la UNR, fundó Beatriz Viterbo, casa editorial que adoptó el nombre de la musa del protagonista de "El Aleph", el cuento de Borges. Desde 2012, Astutti quedó a cargo de la editorial, que publicó más de trescientos títulos en diferentes colecciones de ensayo, ficción, crónicas, traducciones y estudios culturales. No hay crítico o escritor sobresaliente que no figure (o haya querido figurar) en el catálogo de ese sello rosarino.
"Muchos tuvimos la posibilidad de publicar y de ver nuestro primer libro editado allí y, como un regalo, también la suerte de conocer a Adriana, su alegría, su interés, su capacidad de hacer, de leer, de generar", dijo a la nacion la investigadora y poeta Loreley El Jaber.
Copi, el libro con las cuatro clases sobre Copi que César Aira había dado en 1988 en el Centro Cultural Rojas, inauguró la editorial. Ambos, sello y autor, crecieron juntos. En Beatriz Viterbo, Aira publicó gran parte de su biblioteca. Astutti, junto con las otras dos editoras de Beatriz Viterbo, aparece como personaje en la novela Los misterios de Rosario.
Además, Astutti tradujo Mi perra Tulip, de Ackerley y El ansia, el gran ensayo sobre miniaturas, colecciones y ficciones de Susan Stewart, libro que la editora no se cansaba de recomendar. Beatriz Viterbo difundía, según Astutti, literatura para un público medianamente formado, pero, sobre todo, cooperaba con audacia en la creación, la formación y la expansión de ese público.