Ad Minoliti, más allá de las fronteras
"Esto no... ¿Qué te está pasando?", le preguntó en 2012 un conocido coleccionista al galerista Daniel Abate, mientras miraba sin comprender la obra de Ad Minoliti. Nacida en 1980, igual que Adrián Villar Rojas, la artista compartía un destino similar con su colega rosarino: ambos habían ganado el premio Currículum Cero, en Ruth Benzacar, y conquistarían un lugar en la Bienal de Venecia antes de cumplir cuarenta años.
Ralph Rugoff, curador de la 58a edición de la "madre de las bienales", seleccionó a Minoliti y a Tomás Saraceno para participar de la muestra central, con otros 77 artistas de distintos países, desde el 11 de mayo próximo. Hacia el cierre de la bienal, en noviembre, la joven porteña inaugurará una muestra en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires.
En la misma casa donde Rugoff se alojó el año pasado en Buenos Aires, mientras recorría el mundo para hacer su selección, Minoliti había participado semanas antes de la Art Basel Cities Week: Buenos Aires. En septiembre último no solo se limitó a cubrir de piso a techo una sala de la antigua residencia de Victoria Ocampo en Barrio Parque, sede del Fondo Nacional de las Artes, con coloridas pinturas que reflejan sus investigaciones sobre el cruce de géneros. También organizó un simposio para discutir ideas feministas en el mismo lugar frecuentado hace décadas por intelectuales como Jorge Luis Borges, André Malraux y José Ortega y Gasset.
Su talento ya había llamado la atención del mexicano Pablo León de la Barra, actual curador de arte latinoamericano en el Museo Guggenheim de Nueva York. Convocada por él para participar en 2013 del concurso de Pintura Latinoamericana Arcos Dorados en arteBA, se llevó los 15.000 dólares del primer premio con una instalación similar a la que había sorprendido al coleccionista en Daniel Abate. Luego fue seleccionada para realizar una residencia en Londres, donde exhibiría una muestra en la galería Edel Assanti en 2016.
Para entonces, ya se hacía llamar Ad en vez de Adriana. Cofundadora del colectivo feminista PintorAs, radicalizó su estética queer y expandió la pintura hasta abarcar el arte digital, la indumentaria, el video, los GIF y las instalaciones. "Con aquellas herramientas que desconocen límites disciplinarios –dice Marcos Krämer, curador de la futura muestra del Moderno–, Minoliti se concentra en poner en tensión el binarismo con que se construyó la cultura occidental".