Activo, riguroso y sin perder el humor, el recuerdo de los últimos días de Hermenegildo Sábat
Temprano, el 10 de septiembre pasado Hermenegildo Sábat fue uno de los primeros en enterarse de que su amigo y colega, Carlos Garaycochea, había fallecido mientras dormía. La actriz e investigadora María Marchi, mujer de "el vasco", lo había llamado por teléfono para compartir la triste noticia. Tres semanas después, esta mañana, Menchi Sábat no despertó. Como a su amigo, la muerte le salió al encuentro en plena actividad.
"Triste; todavía mis oídos guardan su último "¡Soy Menchi!", que escuché en mi celular hace poco más de 18 horas", comparte con LA NACION José Ignacio López, periodista y secretario de la Academia Nacional de Periodismo que presidía el dibujante desde hace cinco años. "En su correo electrónico habrá quedado sin leer mi mensaje de las 20.37 de ayer, en el que le pedía que escribiera sus palabras introductorias para la memoria anual de la Academia. No las escribirá; nos quedan el ejemplo de su vida y la maravilla de sus trazos imborrables, magníficamente expresivos", expresa López.
Aquel día, sobre Garaycochea, Sábat había hablado con LA NACION de la energía que había caracterizado a su amigo aun mayor y comentó que lo había visto hace poco "algo desmejorado". Idéntico comentario hicieron hoy varios de sus compañeros y allegados, que lo vieron anoche en la redacción de Clarín como cualquier otro día: su último dibujo se publica hoy en la página 4, como ilustración del tema del día: el dólar y la economía argentina. "En los diálogos sobre cuestiones periodísticas se mostraba muy riguroso y lúcido, pero cada vez tenía más dificultades para caminar", señalaba un académico. De hecho, el 19 de septiembre, Sábat presidió la reunión plenaria de la Academia en la que participaron como invitados los periodistas de Diego Cabot, Candela Ini y Santiago Nasra, responsables de la investigación sobre los cuadernos de las coimas.
En ese contexto, al presentarlos frente a los académicos, Sábat dijo: "Se ha dado el caso de que un periodista, arriesgando muchas cosas, incluso posiblemente su propia vida, se entregó a la investigación de un hecho que no tiene referencia anterior en el país, posiblemente en el mundo. Por eso esta Academia se siente honrada de que esté Diego Cabot hoy acá para que cuente lo que sabemos todos, pero que vale la pena que lo recalque en este ámbito".
Además del testimonio de tantos amigos y conocidos, queda su agenda como testigo fiel de la voluntad de un hombre que, a los 85 años, seguía decidiendo cada día estar presente allí donde creía que podía dar su aporte. Para el 27 de este mes estaba programado un diálogo entre Hermenegildo y su hijo Alfredo, también dibujante, en la Convención de Caricaturas e Historietas de Humor Gráfico, que se hará en Colonia del Sacramento, Uruguay. La presentación de los Sábat estaba organizada por el diario El País, en el marco de los festejos por el centenario de su creación. Las páginas de ese periódico uruguayo fueron el soporte para la presentación en sociedad de Sábat hace siete décadas cuando, a los 15 años de edad, publicó su primera caricatura. Allí, comenzó su carrera como periodista y llegó a ser secretario general de redacción.
En su trayectoria recibió muchos premios y reconocimientos. Quizá uno de los más emblemáticos sea el Konex de Brillante con el que la Fundación Konex, a fines de noviembre pasado, lo destacó como la máxima figura de la década de la Comunicación y Periodismo. Sábat participó de la entrega de ese premio con ánimo alegre y emocionado de estar rodeado de "tantos colegas y familiares". Subió al estrado con paso acelerado, ayudado por un bastón que rápidamente dejó de lado para recibir el saludo y el trofeo de manos de Luis Ovsejevich, María Saenz Quesada presidente y vice de esa Fundación, y de Magdalena Ruiz Guiñazú, titular del jurado. Recibió también un extendido y unánime aplauso que le regalaron de pie los colegas, locutores, fotógrafos y otros profesionales que llenaban el aula magna de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. "Como ya se sabe, yo no me gano la vida con palabras, pero esto que estoy haciendo es para demostrar que todavía tengo uso de la voz", ironizó entonces. Recordó que lleva el nombre de su abuelo, también caricaturista y agregó: "Uno ha tratado de cumplir con mandatos que vienen tal vez de algún lado".