Académicos españoles y argentinos, en un debate de fondo sobre los desafíos del futuro
En dos jornadas de reflexión y de trabajo se debatieron los riesgos del uso de las nuevas tecnologías sin un marco legal y ético; la estrella del encuentro multidisciplinario fue la inteligencia artificial
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MADRID (De un enviado especial).- En la sede de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas de España, que es el conjunto armonioso de tres edificios y uno de los verdaderamente antiguos de Madrid, en Plaza de la Villa, se realizaron esta semana dos jornadas de trabajo y reflexión compartidas entre académicos españoles y sus congéneres de la Argentina.
Coordinaron con maestría los sucesivos encuentros los presidentes, Benigno Pendás García, de España, y Alberto Dalla Vía, de la Argentina. La representación de nuestra Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas estuvo integrada por Martín Farrell, Julián de Diego, José Claudio Escribano, Juan Vicente Sola e Inés Weinberg. Los cuatro primeros y sus respectivas contrapartes españolas -María Emilia Casas Baamonde, Pablo Lucas Murillo de la Cueva, Alfonso Novales Cinca y Fernando Vallespín Oña- abordaron una agenda con el enunciado de “Europa y América: hipótesis para el futuro a mediano plazo”.
Si ha de cambiar el Derecho como ciencia social a raíz del fortísimo impacto de las nuevas tecnologías; si el mundo virtual es un mundo sin compartimientos o no; si el signo de la época es el surgimiento de populismos más caracterizados por la concisión brutal de sus mensajes-slogans que por ideologías de izquierdas o derechas; cómo doblegar al Estado corporativo enseñoreado en algunas de nuestras naciones o El principio de Pareto y el futuro de la filosofía política, fueron, entre otros, temas que dieron forma y contenido al núcleo de las exposiciones. La estrella de un encuentro para el debate de asuntos de esa naturaleza no pudo haber sido otro que el de la emergencia de la inteligencia artificial generativa y el examen de sus notables logros y de los riesgos que se correrían de utilizársela fuera de normas seguras, legales y éticas.
Uno de los espacios del conjunto edilicio de la academia anfitriona, que con 200.000 libros aloja una de las bibliotecas más importantes de España, llevó, como siempre, al recuerdo de los argentinos de que precisamente allí, después de haber estudiado leyes en las universidades de Valladolid y Salamanca fue donde Manuel Belgrano realizó cuatro años de prácticas jurídicas, entre 1789 y 1793. O sea, mientras la Revolución Francesa conmovía a Europa y sentaba las bases de nueva era para la humanidad.
Ese mismo ámbito, que incluye la torre de los Lujanes, el edificio en pie más viejo de Madrid, tiene para la memoria española también mucho que decir: allí estuvo prisionero -en lo que es una manera de decir, porque hasta se permitió realizar en el lugar algunas fiestas- Francisco I, rey de Francia (el “rey guerrero”), después de que su tropas fueran derrotadas en la batalla de Pavia, de 1525.
En abril, serán los académicos españoles a quienes recibirán sus pares argentinos en lo que ya se ha convertido en un tradicional y fraternal intercambio de saberes multidisciplinarios entre dos instituciones nacionales.
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