Abuso y obsesión por el sexo: la cultura de la cancelación alcanza ahora al biógrafo Philip Roth
“Philip Roth: the Biography” iba a ser uno de los libros del año pero fue retirado de la venta por denuncias de abuso contra su autor, Blake Bailey; el texto no elude la misoginia y el vínculo con las mujeres del escritor
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Durante algunos días acarició la gloria: sería uno de los libros del año. Sin embargo, este fugaz fenómeno editorial se apagó a pocos días de iluminarse. Blake Bailey publicó el 6 de abril Philip Roth: The Biography (Norton & Company), un monumental trabajo de 900 páginas, una obra de arte, según los críticos, que ahora se quema en la hoguera inflamada por los vientos de la “cancelación”. El libro que estaba destinado a convertirse en un best seller, con una tirada inicial de 50.000 ejemplares, fue sacado de circulación. Bailey, el biógrafo elegido por Philip Roth (1933-2018) para narrar su propia vida, ha sido acusado de delitos sexuales por parte de quienes fueran, en su mayoría, sus alumnas en una escuela secundaria. Nuevamente el sexo, la perversión y la misoginia sacuden la obra de Roth, que durante años fue uno de los favoritos para obtener el Premio Nobel de Literatura.
“Estas acusaciones son serias. A la luz de ellas, hemos decidido poner en pausa el envío y promoción de Philip Roth: The Biography en espera de cualquier información adicional que pueda surgir”, sostiene el comunicado que difundió la editorial Norton & Company, que le habría adelantado a Bailey US$ 500.000 por su labor, biografía que no llegó a ver la luz en castellano. A su vez, la agencia de representación del biógrafo rescindió el contrato con su cliente. Bailey niega todas las acusaciones que emergen en plena promoción de su reciente trabajo. Si bien ya había escrito otras biografías, como la de John Cheever y Richard Yates, esta sería su obra consagratoria. “No quiero que me rehabilites. Solo hazme parecer interesante”, le habría dicho el autor de Indignación a Bailey cuando le encomendó la misión de escribir su biografía, recoge The New York Times.
Si aún los profesores de literatura y muchos escritores luchan por lograr que se distinga entre la figura del narrador, por un lado, y la del autor, por el otro, dos universos cercanos, pero de diferentes naturalezas, a esta confusión ahora se suma el papel del biógrafo. De este modo, a través de la cultura de la cancelación, la biografía de Roth naufraga en la oscuridad. Este libro tiene un valor único que es la voz o influencia del propio Roth en esta “narración autorizada”, pero que a su vez los críticos consideran no del todo condescendiente. El diario The New York Times publicó una reseña firmada por Parul Sehgal quien sostiene que el propio Roth despidió a su biógrafo y amigo Ross Miller y contrató a Blake Bailey: “Trataba de escribir el asunto él mismo, reclutando amigos para realizar entrevistas con las preguntas que él proporcionó”. ¿Es grave que el poder e influencia de Roth se haya extendido hacia Bailey para retratar una biografía “benévola”? No. De hecho es una práctica mucho más extendida de lo que se cree y muchos políticos, e incluso periodistas acuden a estos ghost writers.
Obsesión por el sexo
La biografía de Roth escrita por Bailey no elude ni la oscuridad del autor ni su obsesión por el sexo o, al menos explora en profundidad este vínculo con sus amantes, con sus parejas, con sus alumnas y también con prostitutas. La misoginia también fue un fantasma que recorrió la vida y obra de Roth. Fueron sus amigos íntimos, señala Parul Sehgal, quienes convencieron a Roth de que no publicara el descarnado libro sobre su ex mujer, la actriz Claire Bloom. Otra intérprete con quien mantuvo una relación, Mia Farrow, sin embargo, nunca se refirió a Roth en malos términos.
Sehgal destaca la primera reunión en 2012 entre Roth y Bailey en la que el escritor de Pastoral americana sacó un álbum de fotografías donde guardaba imágenes de quienes había sido sus novias: “«Un artefacto que atestigua la única pasión que alguna vez rivalizó con su escritura», escribe Bailey. “Él adoraba a estas mujeres y viceversa; varias de ellas se acercaron a su cama mientras agonizaba, al igual que yo lo hice”.
El propio Roth reconocía que escandalizó a los lectores en 1958 cuando publicó un relato llamado “Epstein” en The Paris Review: “A ciertas personas les pareció repugnante por sus revelaciones sexuales íntimas”, decía en 1969 a George Plimpton con ocasión del lanzamiento de El mal de Portnoy (1969). Esta última novela también estuvo en el ojo de la tormenta por su lenguaje obsceno y sus escenas descarnadas de corte pornográfico. En Lecturas de mí mismo (Mondadori) se recoge una entrevista que Walter Mauro le hace a Roth en 1974 donde el italiano le pregunta cuál fue la inspiración o el detonante que condujo a escribir El mal de Portnoy, donde el sexo aparece como un instrumento de poder y sometimiento, y donde logra “una profanación de la pornografía”. Roth sostiene que ninguna experiencia personal lo condujo a escribir “esa comedia”, pero asiente al considerar al sexo como un instrumento de sometimiento.
Pero el foco, en esta ocasión, no está puesto en el contenido de la biografía, ni en los testimonios que se podrían recoger sobre Roth. Es a su biógrafo a quien se cancela y, como en un efecto dominó, también a la biografía del autor de Elegía. Surge un debate paralelo, vinculado a Bailey, pero no por eso menor. ¿Puede un monstruo crear una obra de arte? La respuesta, aunque incomode, aunque duela, es sí.
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