Abrió el Museo del Arte Prohibido en Barcelona con obras de Minujín y Ferrari
De Picasso a Banksy, las piezas exhibidas en el nuevo espacio fueron censuradas, prohibidas o denunciadas por algún motivo político, social o religioso; entre artistas reconocidos en todo el mundo hay dos embajadores argentinos
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Promovido por el empresario y periodista Tatxo Benet, el Museo del Arte Prohibido abrió al público en Barcelona con una rara colección de obras “unidas por el espanto”: todas las piezas exhibidas fueron censuradas, prohibidas o denunciadas por algún motivo político, social o religioso. Entre artistas reconocidos, como Gustav Klimt y Pablo Picasso, hay dos embajadores argentinos: Marta Minujín, que presenta la maqueta y el registro fílmico de El Partenón de Libros Prohibidos, y León Ferrari, con La civilización occidental y cristiana, Ideas para infiernos y Primera carta al Papa.
“Los límites a la libertad de expresión los marcan los artistas. Son ellos quienes deciden hasta dónde arriesgarse”, dice Taxto Benet en diálogo con LA NACION. “Sin libertad de expresión no hay libertad de pensamiento. Es uno de los derechos básicos, pero es inconcebible un mundo sin censura: siempre alguien resultará ofendido y si tiene el poder, prohibirá su difusión”. Benet incursionó en el mundo del arte censurado con la compra de Presos políticos en la España contemporánea, de Santiago Sierra. La obra, que muestra retratos de líderes independentistas catalanes encarcelados, generó un escándalo cuando fue retirada de ARCO en 2018.
Lo curioso, sostiene Benet, es que su colección no tiene precedentes. Hasta el momento no supo de ningún otro museo en el mundo que reúna obras censuradas. “Es sospechoso que a nadie se le haya ocurrido. Cuando empecé nunca pensé que fuera una idea original. Creo que la sociedad tiene una relación de amor-odio con la libertad de expresión. En teoría todo el mundo está de acuerdo en que se debe respetar, pero cuando ocurre procuran taparlo, probablemente porque nadie está totalmente libre de pecado. La polémica dura dos días, después cae en el olvido. A ninguna de las partes le interesa enfatizarlo, ni siquiera al artistas, salvo que sea un provocador”.
Benet es el fundador de Mediapro, una empresa dedicada a la producción de contenidos audiovisuales y a la gestión de los derechos de transmisiones deportivas. (La filial en Argentina es la que produjo Iosi, el espía arrepentido). En una de sus últimas producciones, La competencia oficial, de Mariano Cohn y Gastón Duprat se ve la obra de León Ferrari La civilización occidental y cristiana colgada sobre la cama de Penélope Cruz. La historia del Cristo crucificado sobre un avión de guerra norteamericano se remonta a 1965, cuando Ferrari fue invitado a participar en el Premio del Instituto Di Tella. Para ese entonces, el artista estaba profundamente conmovido por la guerra de Vietnam y decidió expresar su postura crítica. Ferrari realizó cuatro piezas con la temática de la guerra para la exposición. Una de las obras es la emblemática La civilización occidental y cristiana, que fue retirada por considerarse ofensiva.
Para adquirir el registro audiovisual de El Partenón de los libros prohibidos, Benet fue personalmente al taller de Marta Minujín. “El video que tenemos es emocionante, es de cuando lo montó en Buenos Aires en 1983, apenas recuperada la democracia. En un momento se ve que una grúa inclina la estructura para que la gente pueda agarrar los libros que habían sido censurados”. El Partenón fue montado nuevamente en 2017 en Kassel, Alemania.
Benet asocia su especial valoración de la libertad de expresión con la experiencia de la dictadura. “Cuando empecé a trabajar de periodista en 1973, Franco todavía estaba vivo. Murió en 1975. Teníamos el concepto de libertad de expresión muy claro porque fue una conquista que costó mucho. Vengo de ese periodismo de lucha. Antes eran los grandes grupos quienes censuraban; ahora son también sectores más progresistas que han adquirido cierto poder. Como dijo Salman Rushdie: ‘sin libertad de ofender no existe la libertad de expresión’”.
La colección cuenta con más de 200 obras, de las cuales están exhibidas 42. En esta primera muestra, la obra de Minujín no está expuesta; la de León Ferrari, sí. Pero hay tiempo. “El museo llegó para quedarse”, dice Benet.