A votar: tres escritoras argentinas compiten por un premio alemán
Desde el domingo se puede votar por una de las doce escritoras que compiten por el premio LiBeraturpreis 2020, que desde 1998 reconoce una obra literaria de una escritora de África, Asia, América Latina o el mundo árabe. Tres de las novelas seleccionadas son de autoras argentinas: María Gainza participa con El nervio óptico; Carla Maliandi, con La habitación alemana, y Lucía Puenzo, con Los invisibles. En 2019, la ganadora fue la uruguaya Mercedes Rosende por su novela Lágrimas de cocodrilo y, entre otras, ganaron el premio la haitiana Edwidge Danticat, las cubanas Mayra Montero y Zoe Valdés, la brasileña Patrícia Melo, las argelinas Leïla Marouane y Assia Djebar y la coreana Oh Jung-hee. Hasta ahora, la única argentina que obtuvo este reconocimiento fue Claudia Piñeiro, en 2010, por Elena sabe. La primera escritora en recibir el LiBeraturpreis fue la guadalupeña Maryse Condé por Ségou: Las murallas de tierra, en 1988.
Si bien el premio auspiciado por Litprom (Asociación de Promoción a la Literatura) tiene como objetivo hacer audibles las voces femeninas de regiones menos favorecidas por la fortuna, se perfila además como un catálogo equilibrado por la calidad y la novedad. Las obras que compiten deben estar traducidas al alemán y el premio concede tres mil euros. Además, se invita a la ganadora a asistir a la próxima edición de la Feria del Libro de Frankfurt, que se celebrará entre el 14 y el 18 de octubre. Esto último, a causa de la pandemia de coronavirus, es bastante improbable que ocurra si una de las argentinas resulta elegida. Las otras nueve escritoras son las mexicanas Valeria Luiselli y Aura Xilonen, la nigeriana Lesley Nneka Arimah, la siria Lina Atfah, la colombiana Melba Escobar, las sucoreanas Jeong Yu-Jeong y Pyun Hye-Young, la india Sara Rai y la venezolana Karina Sainz Borgo. De las doce concursantes, siete son latinoamericanas.
Al momento de su creación, a fines de la década de 1980, el LiBeraturpreis intentaba equilibrar la asimetría entre varones y mujeres a la hora de recibir premios literarios. Desde 2016, al jurado lo componen los propios lectores, que deben optar entre un conjunto de obras narrativas seleccionadas por críticos y académicos. Para votar, hay que ingresar a este enlace, elegir a la autora favorita y consignar el correo electrónico luego de leer la política de privacidad. Hay tiempo hasta el 7 de julio para apoyar el talento de las escritoras argentinas. La presentación del LiBeraturpreis 2020 tendrá lugar el viernes 16 de octubre en la Feria del Libro de Frankfurt y, depende de lo que disponga su majestad el Covid-19, la ceremonia se realizará en forma presencial o virtual.
Un clic, un voto
El nervio óptico, de María Gainza (Buenos Aires, 1975), se publicó en 2014 y mereció los elogios de la crítica en toda Hispanoamérica. En la novela su protagonista, a través de las obras que la impactaron desde la infancia, compone un autorretrato en once escenas. Arte y vida, pintura y escritura, familia y contexto social se imbrican como pinceladas que intentan capturar una silueta escurridiza. Por su segunda novela, La luz negra, Gainza ganó el Sor Juana Inés de la Cruz en 2019, otro premio que se concede exclusivamente a escritoras.
En el momento de su publicación, en 2018, Los invisibles, de Lucía Puenzo (Buenos Aires, 1976), pasó desapercibida. Es sin embargo una de las mejores novelas de la autora de Wakolda y El niño pez. Protagonizada por tres chicos de la calle enviados a robar en mansiones de la costa uruguaya por una de las tantas bandas policiales de la Argentina, la novela confía el timón de la historia a los niños que, mientras "trabajan" para la mafia de uniformados, se divierten y descubren el estilo de vida de la burguesía del que, desde el nacimiento, están excluidos. Thriller, novela de aventuras y fresco social en un mismo relato.
La habitación alemana, primera novela de Carla Maliandi (Buenos Aires, 1976), cuenta la historia de una joven que, aparentemente sin ningún propósito definido, regresa a la ciudad de Heildelberg, donde vivió durante la infancia con sus padres, exiliados durante la última dictadura militar. Allí, mientras elabora una separación reciente, conoce a artistas y estudiantes que residen en el exterior y, de modo transitorio, arma un nuevo grupo de pertenencia, similar a una familia. Se publicó en 2017.
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