A seis meses del robo en el museo, colocan las cámaras de seguridad en el Decorativo
La instalación del circuito cerrado se realiza después de que unas cien mil personas visitaran la muestra más convocante de los últimos años; la investigación por la desaparición de veinte piezas todavía no tiene conclusiones
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A seis meses del comienzo de la investigación por el robo en el Museo Nacional de Arte Decorativo, finalmente se están colocando en estos días las cámaras de seguridad que ayudarán a cuidar el valioso patrimonio de 6500 piezas que guarda el Palacio Errázuriz. Veinte son los elementos de marfil, pequeños cuadros, jarrones y objetos de cristal que faltan desde el verano último y todavía sigue buscando Interpol.
Esta semana se está instalando un circuito cerrado con 51 cámaras de seguridad en todo el edificio. La noticia es buena, aunque llega tarde, sobre todo si se tiene en cuenta que en los últimos tres meses se realizó en sus salas la muestra más convocante de los últimos años. Según cifras oficiales, 101.966 personas visitaron Casa Tomada, de Gaspar Libedinsky -el artista calcula que asistió el doble de gente-, entre el 20 de mayo y el 14 de agosto. Solo en las dos semanas de vacaciones de invierno, recorrieron la exposición 28.580 espectadores. Por la investigación, el museo estuvo cerrado desde el 27 de febrero y reabrió en abril, de miércoles a domingos, de 13 a 19, un día menos que lo habitual. Antes también podía visitarse los martes.
Las cámaras eran una demanda urgente para detener el robo hormiga, hecho de manera silenciosa, quizá por un ladrón puertas adentro. El 15 de marzo, la compra de los equipos se había licitado y adjudicado. Para comienzos de abril ya estaba el cableado, pero desde entonces y hasta ahora no habían avanzado en la instalación.
Libedinsky envuelve sus trajes y un equipo lo ayuda con el desmontaje de su arrecife de 5000 escobillones rojos, que podrán encontrarse y adquirirse en las góndolas de bazar y limpieza. “Se trató de un paisaje efímero que tomó el Gran Hall del Decorativo con una huella de carbono neutral: en su creación no se utilizaron nuevos recursos ni se generaron nuevos desperdicios”, señala. Respecto de sus días en el museo, observa: “Me han dicho que es la muestra más visitada en la historia del museo. Estuvo menos tiempo que las demás. En el desmontaje, vi cómo colocaban las cámaras de seguridad. Y durante toda la muestra hubo una presencia grande de guardias en todas las salas. No tuve ningún inconveniente, no hubo faltantes y la obra se cuidó muy bien”.
Mientras esto ocurría, otro paisaje comenzaba a tomar forma: altísimas escaleras, que se apoyan sobre frazadas para no dañar los techos, acercan a grupos de tres técnicos que instalan en estos días las cámaras de seguridad que traerán un poco de tranquilidad a los responsables de cuidar el patrimonio público. Ya desde un monitor se ven ocho funcionando, que permiten registrar todo lo que ocurre en los salones, escaleras y pasillos del palacio. Son como ojos panópticos que se ven en las esquinas de los techos y registran todo. Hay también dispositivos dispersos por el jardín.
De haberlas tenido antes, ya se sabría quién fue el que robó las veinte piezas del museo de Avenida del Libertador 1902: cuadros de pequeño formato, jarrones, esculturas y artículos de tocador con mango de marfil. Por el caso, el museo está intervenido por la directora nacional de Museos, Marisa Baldasarre desde comienzos de marzo, para llevar adelante el visu: relevamiento de cada pieza del inventario y contrastación ocular del estado de cada uno de los ítems que guarda.
Fue el entonces director, Martín Marcos, quien radicó en el 16 de febrero último la denuncia en el Juzgado Nacional en lo Criminal Correccional Federal N°8, donde ya se abrió el expediente Nº 462/2022. Después, estuvo separado de su función sin goce de haberes por treinta días en el MNAD desde el 26 de febrero pasado, por una resolución firmada por el ministro Tristán Bauer. Se prorrogó luego por dos meses, y a su término, Marcos volvió al museo, pero no a sus funciones ni a su despacho: resolvió renunciar el 21 de junio. Hoy la dirección del museo está a cargo de Marina Cañardo desde el 18 de julio, designada por 180 días hábiles con posibilidad de prórroga, mientras avanza el proceso del concurso para ocupar su cargo.
Cómo sigue la investigación
La investigación por el robo de las piezas está a cargo del fiscal federal Gerardo Pollicita y la causa N° 462/22, caratulada como “N.N. sobre averiguación de delito”, está radicada en el juzgado del juez federal Marcelo Martínez de Giorgi. Además de Interpol y su división de Protección de Patrimonio Cultural, se pidió la intervención de la Policía Científica para la búsqueda de huellas dactilares y otros rastros e indicios que posibiliten la identificación del autor o autores del minucioso robo. También se pidieron al museo copias del sumario administrativo. “El juez está esperando la resolución definitiva de este informe interno. Está avanzando”, dicen fuentes judiciales.
El expediente está sin movimientos desde julio. Antes de la feria judicial de invierno declararon cuatro empleados del museo. Y a comienzos de agosto se le reclamó al museo que entregara el sumario administrativo en las condiciones en que se encontrase para contrastarlo con lo atestiguado. Por el lado de la vía policial, Interpol subió las imágenes de las obras robadas a su plataforma y se encuentran abocados a seguir cualquier pista que permita realizar la trazabilidad de su ubicación actual. Todo está en pleno trámite, pero no hay respuesta para los ansiosos. Las obras robadas al Museo Nacional de Bellas Artes en 1980 aparecieron recién en 2005.
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