A los 94 años, murió Hélène Carrère d’Encausse, la primera mujer que ocupó el cargo de “secretario perpetuo” de la Academia Francesa
La familia de la célebre historiadora anunció hoy su fallecimiento; en mayo había recibido en España el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2023, que la consideró “una de las personalidades más brillantes” del pensamiento europeo contemporáneo
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PARIS-. Era una apátrida convertida en orgullo nacional francés. Este sábado, la familia de Helène Carrère d’Encausse anunció el fallecimiento, a los 94 años, de la célebre historiadora, primera mujer que, en 1999, ocupó el puesto de “secretario perpetuo” de la Academia Francesa, título que nunca quiso feminizar. “No hubo más que un solo Secretario Perpetuo desde hace tres siglos y medio. Es esa idea de continuidad que debe prevalecer”, decía la parisina de nacimiento.
Especialista de Rusia, durante mucho tiempo Carrère d’Encausse se alineó y defendió las posiciones de Vladimir Putin, antes de operar un sensible giro tras la invasión de Ucrania. Durante su prolífica carrera, también fue elegida entre 1994 y 1999 diputada en el Parlamento Europeo bajo los colores del conservador RPR, ancestro del actual Los Republicanos.
Nacida el 6 de julio de 1929 en una familia georgiana de nombre Zourabichvili, Helèene Carrère d’Encausse era hija de una italiana y de un filósofo georgiano emigrado a Francia. Sin embargo, recién obtuvo la nacionalidad francesa en 1950, a los 21 años. “Soy francesa de pies a cabeza, un ejemplo de perfecta integración”, solía decir. De sus orígenes, había conservado la fe ortodoxa. Dos años después, en 1952, se casó con el asegurador Louis Carrère, conocido como “Carrère d’Encausse”, de quien adoptó el apellido. Juntos tuvieron tres hijos: Emmanuel, Nathalie y Marina. Emmanuel es el reconocido autor de Yoga y Marine, una apreciada periodista en cuestiones de salud.
Doctora en Letras, Helène Carrère d’Encausse también era diplomada del Instituto de Estudios Políticos de París. Fue profesora en la universidad de La Sorbona y en Sciences-Po, así como en el Collège d’Europe en Brujas, Bélgica. En mayo pasado, había recibido en España el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2023, que la consideró “una de las personalidades más brillantes” del pensamiento europeo contemporáneo. Su hijo, Emmanuel Carrère, ya había recibido el Princesa de Asturias, pero en la categoría de Letras, en la edición de 2021.
Autora de numerosas biografías, entre ellas la de Lenin, Stalin o Catalina II de Rusia, hizo una estrepitosa aparición en el mundo de los libros en 1978 con L’Empire Éclaté, donde predijo, antes que muchos otros, el estallido de la Unión Soviética confrontada a los problemas de las minorías. Muchos vieron en ese opus una oscura maniobra para que el mundo libre bajara la guardia frente al ogro soviético, juzgado en ese momento más peligroso que nunca.
“Bastaba leer Pravda todos los días para leer entre las líneas de las informaciones económicas el estado real de la URSS”, explicaría tiempo después. Los acontecimientos que vendrían le darían la razón: la Unión Soviética estalló trece años más tarde. Pero no como ella lo había previsto. Porque las repúblicas limítrofes musulmanas no tuvieron un papel determinante en esa implosión.
Carrère d’Encausse fue siempre muy respetuosa de la acción de los dirigentes rusos, de Gorbachov a Putin, en quien veía “un patriota restaurador de la dignidad rusa, para nada imperialista”. En esos años, nunca cesó de defender la idea de una Rusia aliada a una Europa a la cual siempre reprochó su ingratitud. Su credo se resumía en pocas palabras: “Rusia es un mundo aparte, su democratización no puede ser brutal, ni comparable a la de una vieja nación occidental. Démosle una oportunidad. No obliguemos a ese gran país a caer en los brazos de China”.
Profesora invitada en numerosas universidades extranjeras, fue condecorada en 1998 por el presidente ruso Boris Yeltsin con la Orden de la Amistad entre los Pueblos “por sus estudios sobre Rusia”. En 1997 recibió en Francia el Premio de los Embajadores por su libro Nicolás II: la transición interrumpida.
Entre sus muchos combates, uno de los últimos en la Academia Francesa fue defender la integridad del francés, amenazado –a su juicio– por el “peligro mortal que constituye la escritura inclusiva”. Pero también acompañó la evolución de la institución en la cuestión de la feminización de los títulos y las funciones. “Era el prototipo de la elegancia”, dijo ayer el ex ministro socialista de Cultura, Jack Lang. “Bajo su reino, la Academia se renovó”, agregó. También expresaron sus condolencias en las redes sociales el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y el expresidente francés, Nicolas Sarkozy.
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