A los 90 años, murió el ensayista y teórico estadounidense Fredric Jameson
Se destacó como un influyente filósofo y crítico cultural marxista; sus ensayos fueron claves para analizar el concepto de posmodernidad
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La historia literaria, la filosofía, la música y el cine contemporáneos, el teatro de Bertolt Brecht, la arquitectura, la poesía y la política fueron algunas de las áreas de estudio del teórico, profesor y ensayista estadounidense Fredric Jameson, crítico de la categoría que articuló los debates del final del milenio pasado: la posmodernidad. Jameson murió este domingo, a los 90 años, en Durham, en Carolina del Norte. Había nacido el abril de 1934 en Cleveland, Ohio. Se destacó como un influyente filósofo y crítico cultural marxista.
Se graduó en el Haverford College en 1954 y, en Europa, estudió en Aix-en-Provence, Múnich y Berlín, donde profundizó en las últimas tendencias de la filosofía continental, entre ellas, la Escuela de Frankfurt y el estructuralismo. Hizo su doctorado en la Universidad de Yale, bajo la dirección del filólogo y crítico literario alemán Erich Auerbach.
My admired colleague Fred Jameson died today. An irreparable loss not just for us at Duke, but to the intellectual world. An incomparable critic and theorist is gone. I owe him more than I can say. He hired me years ago. His work has inspired so much of mine. pic.twitter.com/CvFdA3D8cV
— Toril Moi (@TorilMoi) September 22, 2024
Fue profesor de Literatura Comparada, Estudios Románicos y director del Instituto de Teoría Crítica de la Universidad de Duke, donde trabajó desde 1985. Obtuvo varios reconocimientos, como el Premio Truman Capote de Crítica Literaria (por Las antinomias del realismo), el Premio a la Trayectoria de la Modern Language Association y el Premio Internacional Holberg Memorial por su investigación “sobre la relación entre las formaciones sociales y las formas culturales”. En 2014, el Círculo de Bellas Artes-Casa Europa, con sede en Madrid, le otorgó la Medalla de Oro. Con sus trabajos sobre la ideología y la representación en la narrativa, Jameson contribuyó al renacimiento de la crítica literaria marxista en Estados Unidos y en otras regiones del mundo, incluida América Latina.
Desde principios de la década de 1980, sus ensayos sobre la posmodernidad y el capitalismo tardío (categoría que adoptó del historiador y economista Ernest Mandel) fueron claves para analizar el concepto de posmodernidad en la transformación de las sociedades contemporáneas. Entre sus obras, se pueden mencionar La cárcel del lenguaje: perspectiva crítica del estructuralismo y del formalismo ruso; el recomendable Documentos de cultura, documentos de barbarie (versión española con título de ecos “benjaminianos” de The Political Unconscious); El posmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado; La estética geopolítica: cine y espacio en el sistema mundial; Las semillas del tiempo; El giro cultural. Escritos seleccionados sobre el postmodernismo 1983-1998; Una modernidad singular y Arqueologías del futuro. El deseo llamado utopía y otras aproximaciones de ciencia ficción. Su libro más reciente, que reúne ensayos sobre la novela, se publicó en mayo de 2024 en Estados Unidos con el título de Inventions of a present: The novel in its crisis of globalisation.
Fredric Jameson (1934-2024). Más allá de su clásico POSMODERNISMO o ARQUEOLOGÍA DEL FUTURO para mí fue clave leer EL GIRO CULTURAL, editado por Manantial, en el cambio de milenio, donde mezclaba teoría con arquitectura y estética. Se va un clásico que pensó la época como pocos.
— BORO (@borovinsky) September 22, 2024
Jameson estuvo en la ciudad de Buenos Aires en 2008 y visitó el Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas (CeDInCI), actualmente desfinanciado por el Gobierno, acompañado de sus colegas Moira Fradinger (Universidad de Yale) y María Elisa Cevasco (Universidade de San Pablo). Después de recorrer la institución, conversó con los investigadores Laura Klein, Eduardo Grüner, José Fernández Vega y Horacio Tarcus.
“La nueva política también tendrá que afrontar el problema del desempleo y preguntarse de qué modo la gente sin trabajo se puede politizar, se puede incorporar a la política -dijo en esa ocasión-. Me parece que se deben hacer toda una serie de invenciones políticas, hay experimentos políticos que se deben llevar a cabo”. Destacó que la concepción izquierdista “realmente poderosa” en ese entonces era el anarquismo. “El problema de los anarquistas es que no tienen nada para leer; pueden incluso creer en el capitalismo. Mis amigos Toni Negri y Michael Hardt son esencialmente anarquistas”, señaló.
En un ensayo sobre Joseph Conrad, de 2020, sostuvo que Jorge Luis Borges, con sus “paradojas narrativas” y superposición de tramas, era un escritor posmodernista. “Es un error considerar a Borges un modernista; más bien, cuando le concedieron el Premio Formentor en 1961, marcando su tardía llegada al escenario literario mundial (junto con Beckett, que compartió el premio ese año), fue un presagio del retorno posmoderno a la trama, a la complejidad y la intriga, y lejos de las densidades del lenguaje poético”, sostuvo.
“Fue para mí un maestro -dice a LA NACION el profesor y ensayista Eduardo Grüner-. Tuve la fortuna de estar con él cuatro o cinco veces; era un hombre encantador, generoso y un gran conversador. Con él se va uno de los últimos exponentes de una gran tradición del pensamiento crítico moderno: esa que Perry Anderson, siguiendo a Maurice Merleau-Ponty, denominó ‘marxismo occidental’, y que agrupó nombres como los de Georg Lukács, Walter Benjamin, Ernst Bloch, Theodor W. Adorno, Max Horkheimer, Herbert Marcuse, Jean-Paul Sartre. Jameson fue el único pensador norteamericano que recogió muy profundamente esa herencia de un marxismo complejo, abierto, antidogmático y dispuesto al diálogo con otras corrientes intelectuales que pudieran enriquecer el pensamiento propio: en su caso la fenomenología, el estructuralismo y el postestructuralismo, el psicoanálisis, y desde luego la teoría literaria, que fue su vocación originaria, y que nunca abandonó; pero también incursionó con hondura en la filosofía del arte y la teoría de la arquitectura. En suma, un espíritu inverosímilmente erudito y siempre creativo, cuyas numerosísimas obras son ya verdaderos clásicos del pensamiento contemporáneo. Un ser comprometido y querible. Su partida nos hace un poco más pobres, justamente en estos tiempos, donde la pobreza de la cultura es un signo de la época”.
We are working on a remembrance, but we cannot overstate the influence of #FredricJameson on Duke University Press. We have made his articles in our journals freely available through October 31. "Postmodernism" is our all-time bestselling book.https://t.co/GW3u0d70VR pic.twitter.com/b12xwydTK9
— Duke University Press (@DukePress) September 23, 2024
“Desde que Michel Foucault publicó en los comienzos de la década de 1960 La historia clásica de la locura, percibido entonces como un trabajo de ‘derecha’, hasta la aparición del El posmodernismo o la lógica cultura del capitalismo avanzado de Jameson, pasaron tres décadas -recuerda el sociólogo y ensayista Alejandro Horowicz-. Lo que en rigor sorprende es que se haya necesitado tanto tiempo, tanta renegación del principio de realidad, del orden entonces políticamente vigente, para entender que el horizonte de la modernidad había sido brutalmente aplastado. Jameson fue el heraldo norteamericano de la novedad; el discípulo de Auerbach supo leer en el pastiche arquitectónico el impacto de una derrota histórica real, un cambio de paradigma que una izquierda desarmada no puede considerar siquiera hoy. Ya es tiempo de ponernos al día con el calendario teórico del siglo XXI y Jameson aporta en esa decisiva dirección”. Jameson vio en la arquitectura “el territorio de lucha privilegiado” del “populismo estético” de la posmodernidad; lamentaba la pérdida de distancia crítica en las evaluaciones -apologéticas o estigmatizantes- de las formas culturales del presente.
Para el ensayista y traductor Nicolás González Varela, Jameson fue “un utópico posmoderno”. “‘¡Siempre historizar!’, era su grito de batalla y particular imperativo categórico materialista -dice a LA NACION-. La historia es destino, nuestro horizonte fatal y final. La historia de Jameson es una ‘historia de la historia’. Desde sus orígenes académicos en la teoría literaria en Yale, nunca dejó de ser un auténtico sartriano: su tesis doctoral sobre el estilo de Sartre es de 1959. Puede ser considerado el primer crítico, tanto desde la derecha como desde la izquierda, de la vaporosa etapa del capitalismo denominada posmodernidad. La ‘mala totalidad’ que genera el proceso posmoderno del capital es precisamente una crisis de historicidad. En esta fase de transición epocal, en la cual todavía permanecemos, Jameson descubrió que la crítica de la economía política es insuficiente para comprender al capital, ya que lo posmoderno implica que la propia infraestructura adopta una forma cultural. Nuestras viejas categorías de la crítica a la ideología ya no funcionan. ¿Adaptar el método dialéctico a los tiempos posmodernos? Tal parece ser la tarea. La crítica a la ideología vuelve a ser especulativa y exploratoria. La práctica política en Jameson significa superar toda ilusión sociológica, enfrentar la contradicción y todas las posibilidades al mismo tiempo cuando se lee un libro o cuando se observa un cuadro o se participa de un fenómeno cultural o social. Exige la inclusión de todos los momentos en una totalidad estructurada. Como buen utópico, era profundamente pesimista. En una entrevista de 1994 declaraba que el déficit de la humanidad era la trágica debilidad que padecía su imaginación”.
Sellos locales como Imago Mundi y Gedisa dieron a conocer desde la década de 1990 su obra. En la segunda década del siglo XXI, Eterna Cadencia publicó Valencias de la dialéctica y Las ideologías de la teoría; Amorrortu, Conversaciones sobre marxismo cultural; Godot, Los estudios culturales, y El Cuenco de Plata, La estética geopolítica, con sus ensayos sobre cine.
Julio Patricio Rovelli, director editorial de El Cuenco de Plata, se había comunicado poco tiempo atrás con Jameson para acordar la publicación de su primer libro, dedicado a Sartre. “Fue un pensador envolvente que con inteligencia irónica integró a los teóricos de la Escuela de Frankfurt, a los estructuralistas y a los posestructuralistas como actores de una recuperación de la dialéctica -dice Rovelli a LA NACION-. A veces la teoría propone detenciones: como la reificación de la Escuela de Frankfurt, el binarismo estructuralista y la desintegración como en el posestructuralismo, todas operaciones del pensamiento que reavivan, sin quererlo y por contradictorios, la potencialidad de las formas dialécticas. En ese diálogo envolvente, Jameson trajo a Sartre al siglo XXI y lo hizo hablar contra sus detractores para decirles: ‘A pesar de todo sigo acá, han elegido otro camino, dado otros giros, pero siempre se recomienza’. Los caminos de la teoría recomienzan y no pueden ser entendidos sin comprender ese espacio que sigue siendo el del capital, con sus mutaciones”.
Intelectuales, escritores y editores de todo el mundo, como Toril Moi, Tariq Ali, Leigh Claire La Berge, Leo Robson, Rebecca Colesworthy, Agustín Fernández Mallo, Orlando Mejía Rivera, Daniel Molina, Ximena Tordini y Luis Diego Fernández, despidieron a Jameson en redes sociales.
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