A los 86 años, murió la artista Teresa Burga
Este jueves, en la ciudad de Lima, falleció la artista peruana Teresa Burga, promotora del arte tecnológico y el arte conceptual en su país. “A mí no me pagan ni por el marco ni por la tela -declaró en una ocasión-. La idea nada más”. Había nacido en Iquitos en 1935.
Luego de abandonar la carrera de Arquitectura, egresó de Artes Plásticas de la Pontificia Universidad Católica del Perú en 1964, y se dedicó a la pintura y el grabado en la primera mitad de los años 1960. En su serie de linóleos Lima imaginada (1965) ofrece representaciones urbanas realizadas a partir de otras imágenes en vez de referentes concretos. Integró el Grupo Arte Nuevo (1966-1967), que impulsó prácticas artísticas renovadoras y de vanguardia. Luego, gracias a una beca Fullbright, estudió en el Art Institute de Chicago. De vuelta a su país, incorporó procesos experimentales y nuevas estrategias creativas: el uso de tecnologías de la información, registros demográficos y el trabajo con conceptos de otras disciplinas. “Cuando regreso del School of the Art Institute de Chicago para trabajar en arte, había que hacer lo que el gobierno revolucionario quisiera. Querían frutas, evangelistas e indiecitos. Lo mío, para ellos, no era peruano”, dijo en una entrevista con LA NACION. Aunque su obra empezaba a eclipsarse en Perú, nunca perdió el buen humor. “Jamás quise ser artista -dijo en otra ocasión-. Lo mío empezó viendo la obra de Duchamp”.
Burga se especializó en crear reportes visuales, descripciones y esquemas que documentan acciones o propuestas por medio de la utilización de estadísticas e informes para comprender el entorno; el objeto podía ser su propio cuerpo, un poema, distintas comunidades o la ciudad. Entre otros trabajos, se destacan Autorretrato. Estructura-Informe 9.6.72 (1972), y 4 mensajes (1974), ambos exhibidos en el Instituto Cultural Peruano Norteamericano. A inicios de los años 1980, presentó con Marie-France Cathelat el ambicioso proyecto Perfil de la mujer peruana, donde despliega un estudio sociológico sobre la situación de las mujeres de 25 a 29 años de la clase media peruana. Su trabajo coincidía con la nueva agenda feminista en América Latina.
En 2015, Burga fue seleccionada por el curador nigeriano Okwui Enwezor para participar en la 56ª Bienal de Venecia, titulada All the World’s Futures (Todos los futuros del mundo). Ese mismo año, el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) inauguró la exposición Estructuras de aire, con la curaduría del peruano Miguel A. López y el español Agustín Pérez Rubio. Se expusieron dos instalaciones de la artista: Estructuras de aire (que pertenece a la colección del Malba) y Obra que desaparece cuando el espectador trata de acercarse. Se incluyó además una serie de piezas sobre papel realizadas por la artista en Chicago, Hamburgo y Lima, entre los años 60 y 70; en su mayoría eran diagramas e instrucciones (escritas en inglés) para instalaciones y performances y obras construidas a partir de sistemas, estructuras y modelos en serie. El museo porteño publicó un catálogo con reproducciones de estas “construcciones aleatorias”.
En 2020, desde su casa, la artista realizó una serie de dibujos con escenas de la vida cotidiana (trastocada por la pandemia de coronavirus), en los que imitaba los colores chillones de las imágenes televisivas. “En este caso, escogí el tema del Covid-19 que, si bien es un asunto global, ha afectado de distinta manera a cada región o país -declaró-. En el Perú, donde existe mucha desigualdad entre los ciudadanos, ha sido notorio cómo las personas se han visto afectadas de distintas maneras, de acuerdo con el lugar de residencia (por ejemplo, mayor o menor acceso a prestaciones de salud), situación económica, grupo etario”.
López, curador que rescató del olvido la obra de la artista en 2007 junto con Emilio Tarazona, escribió en su muro de Facebook: “Su obra apasionada y visionaria buscó transformar no sólo los lenguajes del arte, sino intervenir en su propio contexto. Todo lo que pueda enumerar se queda corto frente a sus hazañas creativas en un escenario profundamente violento y desigual para las mujeres: ya a mitad de los sesenta, Teresa estaba realizando ambientaciones pop que señalaban con agudeza el sexismo y la violencia de género”.
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