A los 86 años, murió el profesor, editor y crítico literario Jorge Lafforgue
Autor de ensayos sobre literatura latinoamericana, teatro argentino y el género policial, editor y periodista, deja una obra amplia y enseñanzas sobre el arte de publicar a otros sin perder la ética ni la bonhomía
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Ayer, en una clínica de la ciudad de Buenos Aires, murió a causa de una descompensación el crítico literario, editor y profesor Jorge Lafforgue, integrante de una generación de intelectuales que, vista desde el presente, parece irrepetible. Tenía 86 años. Había nacido en Esquel el 28 de noviembre de 1935 y estaba casado con la profesora universitaria Nora Dottori; era padre de cuatro hijos. Lafforgue egresó de la Universidad de Buenos Aires (UBA) con el título de profesor de Filosofía y estuvo a cargo de las cátedras de Literatura Latinoamericana en la Universidad del Salvador y de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ). Durante la gestión de Luis Gregorich, integró el directorio de Eudeba.
Se desempeñó como columnista y colaborador en medios gráficos como La Opinión, Clarín, Panorama, Siete Días y El Observador, y en Montevideo, en Marcha, Jaque, y en los suplementos culturales de El Día y El País, entre otros, y se destacó como editor en el Centro Editor de América Latina, Losada, Legasa y Alianza. Publicó Nueva novela latinoamericana; Florencio Sánchez; el destacado Asesinos de papel (en colaboración con su amigo Jorge B. Rivera); El teatro del siglo XX (con otro gran amigo suyo, Eduardo Romano), antologías de cuentos policiales, ensayos sobre la Argentina, Textos de y sobre Rodolfo Walsh, Cartografía personal: escritos y escritores de América Latina y la biografía Manuel Pampín, editor argentino: el artífice de Corregidor. También fue ghost writer. “El elemento común que encuentro en todos mis trabajos es la escritura. Aunque en muy diversas instancias, siempre ha sido escribir; por ejemplo, escribir en tanto redacto la solapa, la contratapa o un informe sobre determinado libro; escribir una nota periodística sobre un tema candente o una crítica en una publicación periódica; escribir en lo que tal vez podría calificarse de una instancia mayor o más comprometida, sea una poesía, un ensayo o un relato”, declaró en una entrevista con Soledad Quereilhac.
En su juventud, como editor de la revista Centro, de la UBA, protagonizó un proceso judicial donde fue condenado junto con el escritor Carlos Correas por haber publicado un texto que narraba un episodio homosexual. Corría el año 1959. El relato fue considerado obsceno, intervino la Justicia, la edición fue requisada, Lafforgue y Correas fueron condenados a seis meses de prisión (después se cambió la pena por el mismo período en libertad condicional). Ante la Justicia, Lafforgue defendió la relevancia del texto y la libertad de prensa; ese fue su debut como editor.
Lafforgue editó títulos de grandes autores locales como Tomás Eloy Martínez, Hugo Foguet, José Pablo Feinmann, Daniel Moyano, Rodolfo Rabanal, Jorge Asís, Guillermo Saccomanno, Liliana Heker, Juan Sasturain, Mempo Giardinelli, Pedro Orgambide, Liliana Heer, Luis Gusmán y GuillermoMartínez, entre muchos otros. Y de ensayistas como Silvia Sigal, Eliseo Verón, Juan José Sebreli, Rogelio García Lupo y Aníbal Ford.
“Lo único que puedo decir sobre la muerte de Jorge, un grandísimo amigo, es que lógicamente me deja doblemente solo -dice el escritor Elvio Gandolfo a LA NACION desde Montevideo-. Verlo era un placer constante cada vez que cruzaba a Buenos Aires, y lo veía tanto a él como a la inefable y muy querida Nora Dottori; intercambiábamos chistes e ideas sin parar”. Por pedido de Lafforgue, Gandolfo tradujo “docenas de libros” tanto para el CEAL como para Losada.
“No puedo pensar en Jorge Lafforgue sin pensar en su adorada Nora Dottori -dice el escritor Pablo De Santis-. Un matrimonio tan lleno de brillo intelectual como de calidez y humor. Crítico, profesor, editor de buena parte de la literatura argentina del último medio siglo, Lafforgue tiene en su obra dos libros indispensables que resumen las dos grandes áreas en las que trabajó: el género policial y la literatura de América Latina. El primero es Asesinos de papel, que escribió con Jorge B. Rivera, libro indispensable para entender el desarrollo del policial en la Argentina y en el Uruguay. El segundo, su Cartografía personal, monumental colección de artículos convertida en libro de memorias al enlazar entrevistas, recuerdos, críticas y hasta un poema-dedicatoria a Nora (”... cuatro hijos/ nuestro país y el mundo/ gloriosos viajes/ el aire compartido...). Como aquel pintor que imaginó Borges, Lafforgue quiso dibujar el mundo, el mundo de la literatura latinoamericana, y trazó un complejo y delicioso autorretrato. Me hubiera gustado que escribieran un libro a dúo con Elvio Gandolfo, pero hicieron algo mejor: una larga amistad”.
La profesora e investigadora del Conicet Sylvia Saítta también trabajó con Lafforge. “Me gustaría recuperar algo del tono de Jorge para poder hablar de Jorge -dice Saítta a LA NACION-. Recuperar su ironía, su sentido del humor, su inmensa capacidad para incorporar los detalles en la narración de una gran historia. Me gustaría poder transmitir algo de su inmensa generosidad, una generosidad única tanto en el mundo académico como en el ámbito editorial y periodístico. Jorge era generoso con su tiempo, con sus lecturas, con sus libros, con su memoria. Gran amigo de sus amigos, gran editor, gran maestro de quienes aprendimos con él a leer y a pensar de otro modo los géneros menores, la literatura argentina y latinoamericana, los cruces entre la literatura y el periodismo. Sin Jorge, el mundo, nuestro mundo de libros, letras y revistas, queda más serio, más triste, más solemne. Sin Jorge, nos quedamos sin un lugar seguro al que volver”.
El ensayista y doctor en Ciencias Sociales Alejandro Horowicz conoció a Lafforgue cuando le acercó el manuscrito de Los cuatro peronismos. “Cuando lo estaba escribiendo me había dicho que se lo llevara, cosa que hice como segunda opción porque intenté que saliera en Sudamericana -cuenta Horowicz-. A él le había gustado el libro y convenció al dueño de Legasa para que lo publicara. Ahí comenzó una relación que tuvo muchos vaivenes a lo largo del tiempo. Jorge era básicamente un editor, un hombre que tenía un buen paladar para el ensayo y la literatura, No se le deben pocos libros. Fue un periodista importante en la mítica redacción de Siete Días y se formó en el CEAL con Boris Spivacow”.
Con enorme tristeza despedimos al maestro Jorge Lafforgue, quien sigue en todas partes. También en nuestro archivo: hacedor de revistas, escritor, docente, investigador, ¡ gracias enormes por enseñarnos a leer y a mirar! 💔https://t.co/8ht1xRq8ffhttps://t.co/4Ty4beKNPG pic.twitter.com/xNVXGcDoZI
— AHIRA - Archivo Histórico de Revistas Argentinas (@ahira_de) January 6, 2022
La muerte de Lafforgue causó consternación en el ambiente intelectual del país y varios escritores, editores y personalidades del mundo de la cultura lo despidieron con anécdotas y recuerdos en sus cuentas de redes sociales.
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