A los 83 años, murió la socióloga Silvia Sigal
La investigadora y ensayista, autora de “Perón o muerte” y “La Plaza de Mayo, una crónica”, vivía en París; el fenómeno del peronismo fue un tema dominante de sus preocupaciones intelectuales
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A los 83 años, esta mañana falleció en París la socióloga, investigadora y ensayista Silvia Sigal, autora de clásicos de la historia de las ideas como Intelectuales y poder en la Argentina. La década del sesenta y La Plaza de Mayo. Una crónica, donde se analiza el papel de ese espacio público de interpelación al poder, del pueblo al gobernante sin intermediarios, a lo largo del tiempo. “La Plaza de Mayo fue siempre la plaza del poder y esto es así por dos motivos: porque quienes querían ir a reclamar lo hacían en ese espacio y, también, porque las fechas patrias se han festejado siempre allí: los sucesivos gobiernos se han presentado a sí mismos y han hecho la exhibición de su poder durante las celebraciones patrias en la Plaza de Mayo”, dijo en una entrevista con LA NACION. Investigadora del Centre National de la Recherche Scientifique y de la Ecole de Hautes Etudes en Sciencies Sociales, ha hecho del fenómeno del peronismo el tema dominante de sus preocupaciones intelectuales. Había nacido el 23 de septiembre de 1939 en Buenos Aires y se licenció en Sociología en la Universidad de Buenos Aires. Tenía cáncer.
Su primer artículo, sobre el radicalismo, lo escribió con el historiador e investigador Ezequiel Gallo en 1963. En 1962, Sigal había ido a estudiar a Francia, al Instituto de Ciencias Políticas, y tuvo como profesores a Raymond Aron y Alain Touraine (”Todos los mandarines eran irascibles, pero Bourdieu era terrible -reveló-. Con Touraine sí tuve una relación más larga”). En la Argentina, trabajó con el sociólogo italiano Gino Germani en el departamento de investigaciones del Instituto Torcuato Di Tella. Sigal pertenece a la “generación dorada” de las ciencias sociales en el país, con nombres como Miguel Murmis, Ernesto Laclau, José Nun (su primer marido, antes del cineasta Hugo Santiago, padre de su única hija) , Francis Korn, Juan Carlos Portantiero, Emilio de Ípola y Darío Cantón, entre otros.
“Era enormemente inteligente, alumna de 10 cuando cursamos juntas en Sociología durante el primer año de existencia de esa carrera en la Universidad de Buenos Aires -dijo a LA NACION la socióloga y ensayista Francis Korn, con quien Sigal escribió Buenos Aires antes del Centenario 1904-1909-. Ambas fuimos discípulas de Gino Germani. Era excelente en especial para todo lo que implica el pensamiento abstracto. Fue una amiga de toda la vida”.
En 1973, cuando publicó Acción obrera en una situación de crisis (Instituto Torcuato Di Tella), obtuvo una Beca Guggenheim y se radicó en Francia. Fue coautora, con el semiólogo argentino Eliseo Verón, de Perón o muerte. Los fundamentos discursivos del fenómeno peronista (1986), “un largo viaje a través de documentos, textos, discursos e informaciones, en busca de la lógica de un proceso político” que en la década de 1970 tuvo una explosión de violencia. Los autores ya señalaban en ese entonces algo que sigue siendo habitual: “Buena parte de la literatura sobre los fenómenos políticos nos parece de naturaleza ‘expresiva’: con mayor o menor felicidad y talento, el autor se complace en manifestar sus opiniones y saldar cuentas”. La autora contó que era la primera vez que se interesaba en analizar distintos géneros discursivos en vez de datos y encuestas.
Sigal dio clases y conferencias en universidades de la Argentina, Bélgica, Canadá, Estados Unidos, Italia, México, Perú, Inglaterra y Francia. En 2006 recibió el Premio Konex en Sociología. La política latinoamericana y la argentina, es especial el peronismo pero no solo el peronismo, y los discursos sobre la política fueron algunos de sus objetos de estudio. “La desmesura, las hipérboles comparativas son un hábito en la Argentina -dijo en una entrevista de 2013 con Cuestiones de Sociología-. Como el genocidio, aunque eso ya es otra discusión, más complicada porque implica despolitizar a los desaparecidos”.
La escritora Beatriz Sarlo compartió con LA NACION una reflexión sobre la socióloga argentina. “Silvia Sigal tenía la inteligencia de quienes saben que la verdad puede estar tanto en las grandes teorías como en los detalles. Le gustaban las discusiones y las polémicas y era temible cuando argumentaba. Fuimos entrañables amigas y, sin embargo, o por eso mismo, vivíamos discutiendo. Nos trenzábamos en diálogos bélicos, mientras comíamos en algún restaurant o en mi casa, donde nuestros encontronazos generalmente divertían a otro gran amigo suyo, Rafael Filippelli. Silvia era despreciativa con quienes habían tenido las mismas oportunidades y no se animaron a dar dado el salto que esas oportunidades les ofrecieron”.
Y agregó: “Lectora perspicaz, a Silvia no se la engañaba con gambetas que ocultaran vacíos en el tema que se argumentaba. Su perspicacia se ejercía no solo sobre el campo de las ciencias sociales, sino en los juicios terminantes sobre literatura y artes. No era solo una especialista. Era una mujer segura de todos sus derechos, sin declamarlos. La quise, la admiré, envidié su elegancia. Descubrí sus sentimientos, que no exhibía, pero que allí estaban para quien los necesitara”.
“Mi conversación con Silvia Sigal comenzó a fines de la década del sesenta y siguió hasta estos días, con temas suyos, con temas míos y con una preocupación común: entender el país que nos ha tocado en suerte -dijo a LA NACION el sociólogo Juan Carlos Torre-. No llegamos a ninguna conclusión. Por eso me pone triste no poder escucharla más”.