A los 80 años murió Roberto Calasso, mítico editor y figura clave de la cultura italiana del siglo XX
Refinado y erudito, también fue escritor y ensayista, que relanzó a varios autores de Europa del Este, como Sándor Marái y Milan Kundera
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ROMA.- A los 80 años, murió anoche en Milán el escritor y mítico editor, Roberto Calasso, una de las figuras más importantes de la cultura italiana, creador y presidente de la editorial Adelphi, sello que cambió el paisaje cultural del país y sacó a la luz diversos autores de Europa del Este, como Sándor Marái.
Doctorado en literatura inglesa con el crítico y escritor italiano Mario Praz, Calasso fue un escritor, ensayista entre los más conocidos y traducidos en el exterior y editor de gran prestigio internacional.
Nacido en Florencia el 30 de mayo de 1941 y enfermo desde hace tiempo, Calasso falleció el mismo día en que salieron a la venta dos libros de él autobiográficos, Memè Scianca, sobre su infancia en la ciudad del Ponte Vecchio y Bobi, libro de memorias sobre el crítico y escritor Roberto “Bobi” Bazlen, ideador junto con Luciano Foà de la editorial Adelphi, nacida en 1965 y dirigida y construida por Calasso a partir de 1971, según recordó el Corriere della Sera.
Lector omnívoro, tanto que a los 13 años ya había leído la Recherche de Marcel Proust, era un apasionado como su maestro, Bobi, de literatura mitteleuropea (sobra la que basó buena parte del catálogo de Adelphi) y de la mitología clásica. Uno de sus libros más vendidos fue Las nupcias de de Cadmo y Armonia, obra de mitología en la que los dioses bajan para participar del evento, de 1988, que superó los 600.000 ejemplares. “Desde hace siglos se habla de los mitos griegos como si hubieran sido algo para reencontrar. En verdad son fábulas que aún esperan volver a despertarnos y ser vistas, como un árbol de frente al ojo que se reabre”, solía comentar. A ese libro le siguieron otros veinte títulos,
Calasso consideraba sus maestros a figuras que iban de Nietzsche a Adorno, o de Kafka a Karl Kraus y Walter Benjamin. “Atravesó su obra, se alimentó hasta las mínimas cadencias de estilo y puntuación, sólo para olvidarlos. Si todo en su mentalidad y en su educación lo predisponía a ser un ensayista filosófico, la casualidad, los astros u otros libros han querido que él se volviera mucho más: un escritor”, destacó otro escritor florentino, Pietro Citati.
Como recordó en el Corriere della Sera el editorialista Paolo Di Stefano, Calasso aborrecía de la hegemonía cultural de la izquierda, que en Italia se expresaba sobre todo en la figura de otro famoso editor, Giulio Einaudi.
De gran refinamiento y talento intuitivo, había heredado la pasión por la edición de su abuelo materno, Ernesto Codignola, filósofo y pedagogo fundador de la editorial Nuova Italia, en cuya biblioteca Roberto se fue abrevando desde muy joven.
Casado primero con la escritora suiza Fleur Jaeggy y luego con la escritora alemana Anna Catharina Fröhlich, con quien tuvo dos hijos -Josephine y Tancredi-, Calasso es especialmente recordado por haber relanzado con su catálogo de Adelphi a varios autores que en Italia, aunque ya publicados, habían tenido poco éxito. Entre ellos, escritores como Milan Kundera y Sándor Marái. Por otro lado, logró que el best-seller de Adelphi fuera Siddharta de Hermann Hesse. Teórico de la edición, sostenía que “una editorial como forma es una suma de objetos de papel que, juntos, pueden ser considerados como un único libro”.
El año pasado Calasso había publicado, por supuesto por el catálogo de bolsillo de Adelphi, un delicioso librito titulado Cómo ordenar una biblioteca, que en septiembre llegará a la Argentina en español publicado por Anagrama. Muy lejos de un serio tratado sobre cómo organizar una biblioteca, se trata de un libro irónico y erudito, lleno de historias y anécdotas. “Siempre desconfié de los que quieren conservar los libros intactos, sin ninguna marca de uso. Son malos lectores. Cada lectura deja marcas, aunque ninguna marca queda en el papel. Un ojo entrenado sabe enseguida distinguir si un ejemplar ha sido leído o no leído. En cuanto a las marcas sobre los libros, todo está permitido salvo escribir o subrayar con birome, porque es una suerte de lesión irreparable del objeto”, escribió Calasso.
Su capilla ardiente será mañana en la sede de su criatura, Adelphi, en Milán, que como dijo su alcalde, Beppe Sala, llora “un pilar sobre el que nuestra comunidad puede construir el futuro”. Desde el ministro de Cultura, Dario Franceschini, hasta el presidente de la Asociación Italiana de Editores, Ricardo Franco Levi, el mundo de la cultura le rindió homenaje a Calasso, un intelectual que marcó el siglo XX y “figura carismática y valiente”, como subrayó el Salón del Libro.
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