A los 80 años, murió el escultor Norberto Gómez
Reconocido en 2018 con el Gran Premio a la Trayectoria, fue asistente de Antonio Berni y Julio Le Parc; tenía problemas respiratorios
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A los 80 años, murió hoy el reconocido escultor Norberto Gómez. Estaba internado y tenía problemas respiratorios. Había nacido en Buenos Aires en 1941 y se había formado desde la infancia con su padre y su tío, ebanistas y lutieres; luego, cursó en la Escuela Nacional de Bellas Artes Manuel Belgrano y en un taller coordinado por Juan Carlos Castagnino. A mediados de los años 1960 se instaló por dos años en París, donde trabajó como asistente de Julio Le Parc y de Antonio Berni.
Durante la dictadura militar, creó una serie de obras con poliéster que se asemejaban a cuerpos torturados e instrumentos de tortura, las tristemente célebres “parrilas”. Entre otras instituciones, la obra de Gómez enriquece las colecciones del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), el Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Pettoruti y el Museo Arte Contemporáneo de Rosario. En el Parque de la Memoria-Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado, se levanta una de sus monumentales obras frente al Río de la Plata.
El Museo Nacional de Bellas Artes lamenta el fallecimiento del artista Norberto Gómez, referente de la escultura contemporánea en la Argentina, y acompaña a sus familiares y amigos en este difícil momento. pic.twitter.com/nm62B3vThc
— Bellas Artes Arg (@BellasArtesAR) July 20, 2021
En 1992, Gómez obtuvo la Beca Guggenheim y en 1995 el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires organizó una exposición retrospectiva de su obra. En 2000, presentó una serie de monumentos conmemorativos (en bronce y en resina poliéster) que parecían aludir a los aspectos mortuorios del poder. En 2016, el MNBA le dedicó una muestra en la que exhibió obras en madera y cartón, algunas basadas en las que había hecho en los años 1960, y una serie de trabajos nuevos. Ambos conjuntos eran completamente blancos. “Ya no quiero hablar de injusticia social ni de la muerte”, declaró.
Luego de un período expresionista, e incluso de arriesgadas obras de denuncia por las que se lo reconoció en el país y en el mundo, Gómez retornó a la abstracción de sus años de juventud. En 2012 fue reconocido con el Premio Konex de Platino.
“Sí, soy un artista visual -explicaba en una entrevista concedida en 2018 al recibir el Gran Premio a la Trayectoria en 2018, concedido por la Secretaría de Cultura de la Nación-. Me considero un armador, no soy escultor. Esculpir es sacar lo que sobra a partir de picar si es piedra o de tallar si es madera. No son lo mismo un modelador, un tallador o un armador. En el caso de un artista hacer una síntesis es un error”.
No abjuraba de la tecnología para hacer obra, y tampoco se preocupaba por la trascendencia de su trabajo. “Si hay que tirarlo, se tira”, decía. Su visión del arte era lúcida y se expresaba sobre su método artístico. “Sé justo lo que necesito como para entenderlo y poder incorporar lo que voy queriendo. Apelo a lo que sé manualmente, a los oficios que trabajé, al tiempo que demandan las cosas y a saber que eso es lo único que uno puede hacer en su vida, pese lo que pese, pase lo que pase y para siempre”.
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