A los 76 años, murió Fredy Heer, el “fotógrafo de fotógrafos”
Trabajó en diarios como reportero gráfico y nunca dejó de experimentar; pese a que había sido diagnosticado de ELA en 2022, pudo concretar su monumental proyecto de retratos de colegas con una sencilla cámara de plástico
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Gran pesar causó en el ámbito de la fotografía argentina la muerte del reconocido fotógrafo Fredy Heer, que falleció ayer, a los 76 años, en la ciudad de Buenos Aires. Había nacido en la localidad santafesina de Esperanza el 30 de diciembre de 1947. En julio de 2022, había sido diagnosticado de esclerosis lateral amiotrófica (ELA), pero siguió trabajando hasta los últimos días con el apoyo de familiares y amigos. Desde hoy, sus restos descansan en el cementerio de la Chacarita.
A finales de marzo, inauguró la temporada 2024 de la prestigiosa Fotogalería del Teatro San Martín con la muestra Fotógrafos contemporáneos, con más de ochenta retratos de sus colegas, entre ellos, Sara Facio, Juan Travnik, Julie Weisz, Adriana Lestido, Alberto Goldenstein, Eduardo Grossman, Rafael Calviño, Fabián Laghi, Alfredo Srur, Julieta Escardó, Dani Yako y Andy Goldstein (que estuvo al cuidado de la muestra). Heer tomó las fotos con una cámara de plástico, Holga, con la que había comenzado a experimentar a finales de la década de 1990. “Las fotos con Holga me salen bien -dijo-. El secreto es la paciencia”. Las fotos están reunidas en el volumen Fotógrafos contemporáneos (LP Editores).
Se había enamorado de la fotografía a los dieciséis años, cuando su padre le regaló una cámara Kodak, y a partir de 1972 dedicó su vida al “arte de la luz”. Trabajó en los diarios El Litoral, Clarín, El Expreso y La Razón. Hizo retratos de grandes escritores como Adolfo Bioy Casares, Olga Orozco, Miguel Briante y José Bianco, y de artistas y deportistas como Mirtha Legrand, Moria Casán, Susana Giménez, Raúl Soldi, Carlos Monzón, Alberto Olmedo, Charly García, Diego Maradona y el actor estadounidense Robert De Niro, entre muchos otros. Expuso su obra en el Centro Cultural Recoleta y en galerías porteñas. Era hermano de la escritora Liliana Heer y padre de Tamara y Martín.
“Fredy tenía cara y postura de hombre serio, pero estallaba en una sonrisa bonachona cada vez que terminaba una de sus cotidianas bromas que lo convertía en uno de los pocos fotógrafos divertidos que conocí -dice el fotógrafo y escritor Eduardo Longoni a LA NACION-. Amaba la fotografía y pasó años en las redacciones, pero conoció su verdadero amor cuando descubrió la cámara Holga, una cámara de plástico fabricada inicialmente en la China comunista de principios de los años 80. Una cámara analógica, o sea de película, de la que era una tarea descomunal obtener una fotografía razonablemente buena. Se convirtió en un maestro de ese instrumento artesanal. Y el gran reportaje de su vida se centró en fotografiar a sus colegas fotógrafos en su estudio con ese aparato amateur pero con su mirada exquisita. Guardo el retrato que me tomó como una pieza entrañable. Por suerte, pudo ver en marzo sus retratos colgados en la Fotogalería del San Martín y más tarde la publicación de su libro. Ya debe andar con su Holga fotografiando su nuevo camino. Lo voy a extrañar”.
“Con su simpatía de siempre, nos llevó a hacernos fotos con esa cámara imprecisa con la que logró captar, a modo de retratista del siglo XIX, fotos de 88 fotógrafos que fue el puntapié inicial de mi gestión en la Fotogalería del San Martín -destaca el fotógrafo y curador Claudio Larrea-. Pensé que comenzar 2024 con su exposición sería un baño de masas y una bendición para todos nosotros, ya que Fredy era como un ángel protector. Hace ya algunos años le habían detectado ELA, pero siempre se mantuvo tenaz y siguió haciendo fotos. Muchos de los amigos fotógrafos como Adriana Lestido, Andy Goldstein, Gabriel Díaz y Maxi Vernazza fueron a su casa a ayudarlo a disparar las fotos a los retratados. Siempre fue un alma inquieta y, sobre todo, muy amorosa”.
El fotógrafo Maximiliano Vernazza trabó amistad con Heer en 2018. “Me fotografió para su proyecto y automáticamente nos hicimos súper amigos -cuenta-. Era un tipo muy generoso y un artista increíble. Cuando vino de Esperanza a Buenos Aires, se instaló en un departamento del mismo edificio donde vivía mi familia y donde nací, en Malabia y Paraguay; así que convivimos muchos años en el mismo lugar sin cruzarnos. Voy a extrañas nuestros cafés, nuestros encuentros y nuestras charlas sobre fotografía”.
“A Fredy lo conocía de la calle; él era corresponsal de El Litoral en Buenos Aires, pero después fue jefe mío en el diario de Gerardo Sofovich, El Expreso -recuerda el fotógrafo Carlos Crusoe-. Siempre fue un tipo maestro, que nos alentaba a hacer un trabajo personal, diferente del laburo de reportero gráfico. Una vez nos invitó a mí y a mi hijo Nacho a una muestra, e inmediatamente tomó a mi hijo como discípulo. Lo invitaba a la casa para mostrarle libros de fotografía y le inculcó la pasión por fotografiar la ciudad donde vivía y la gente que lo rodeaba, como una manera de documentar y hacer historia. Fue un fotógrafo maestro de muchos, siempre estaba dando algún consejo. Y fue el primero en exponer fotos hechas con los celulares Nokia, esos con tapita; algunos lo destruyeron porque decían que el teléfono no era para hacer fotos. Hoy todos sacamos fotos con celulares”.
El fotógrafo Dani Yako conoció a Heer por el trabajo “callejero” que ejerce todo fotoperiodista. “Era un tipo alegre, buen compañero y muy trabajador -dice-. Fue conmovedor el proyecto que hizo de fotografiar a sus compañeros. Ni con la enfermedad avanzada dejó de interesarse en el mundo que lo rodeaba, como buen reportero”.
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