A los 69 años, murió Pérez Celis
Fue un prolífico artista, con proyección internacional y vocación popular
Luego de intensos tratamientos para aplacar la leucemia, falleció ayer por la tarde, a los 69 años, el artista plástico argentino Pérez Celis, cuya obra fue reconocida en el mundo entero. Estaba internado desde la noche anterior en el Sanatorio Otamendi, de la ciudad de Buenos Aires y, según afirmaron sus familiares, será velado hoy, desde las 9.30, en el salón principal del Club Boca Juniors, del que era fanático.
Con una producción estimada en cerca de 5000 obras, fue un multifacético creador de proyección internacional y uno de los artistas argentinos que más expusieron en el exterior. Su pintura estuvo enrolada en el lenguaje de la abstracción, con utilización de símbolos geométricos, y se caracterizó por fuertes contrastes de luces y sombras, el tratamiento gestual de la materia y una importancia decisiva dada al color.
Exploró casi todos los soportes plásticos, incluida la pintura mural, desvelado por un afán ambicioso: que su arte pudiese llegar a la mayor cantidad de personas. Así, recontextualizó en su pintura a personajes y símbolos vinculados con la argentinidad, como Jorge Luis Borges, Astor Piazzolla, el tango, el obelisco, el fútbol, la cruz y hasta la Misa Criolla .
Aquella premisa de popularidad, que asomaba ya en su primera exposición individual, a los 17 años, en la desaparecida galería La Fantasma, atravesó el grueso de su producción: pinturas, murales, esculturas y serigrafías.
Había nacido el 15 de enero de 1939 en San Telmo y se crió en Liniers. Se identificó, de todos modos, con el barrio de La Boca, donde instaló su taller y al que se sentía muy cercano afectivamente. Allí volvía cada vez que retornaba del extranjero, donde en distintas épocas se afincó en Europa y Estados Unidos.
Proveniente de una familia de bajos recursos, a los 9 años comenzó sus estudios de dibujo por correspondencia, y a los 15 años, mientras trabajaba como canillita, ingresó en la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano. Más tarde se desempeñó como mandadero de almacén y hasta como aprendiz de carpintero. Era un amante de la buena cocina y le gustaba preparar sus platos cuando recibía a sus amigos.
Una de sus primeras audacias fue convertir su nombre de pila, Celis, en parte de un apellido compuesto que utilizó más allá del ámbito artístico. Bajo la tutela de los maestros Leopoldo Presas, Santiago Cogorno, Libero Badii y Juan Batlle Planas, desarrolló un gusto por la abstracción, impronta que se acentuó bajo la guía de su maestra, Delia Sifone, discípula de Pettoruti. Disciplinado y riguroso en su trabajo, siempre consideró que "el arte es 99% de transpiración y 1% de inspiración".
Cuando el Museo Nacional de Bellas Artes, a instancias de Romero Brest, exhibió la producción del pintor húngaro-francés Víctor Vassarely, Pérez Celis, de tan sólo 18 años, adoptó formalmente la abstracción como estética rectora del arte.
Creador en movimiento
Guido Di Tella se interesó entonces en su producción. Le compró sus primeras obras y le ofreció trabajo como dibujante en su agencia de publicidad, Agens. Casado en primeras nupcias con Sara Fernández, se instaló en Montevideo, donde nació su primer hijo, Enrique. Allí integró el Grupo de los 8, junto con destacados colegas rioplatenses, herederos de la tradición constructivista, como Pareja, Espósito, Pavlovsky y Páez Vilaró, entre otros.
Como integrante del Movimiento del Hombre Nuevo, creado por el crítico y poeta Rafael Squirru, participó en 1960 de la Primera Exposición Internacional de Arte Moderno en el entonces recién inaugurado Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, mientras su obra se exhibía en el exterior. De regreso a Buenos Aires en 1961, instaló su taller en Bartolomé Mitre y Talcahuano, que luego trasladó sucesivamente a El Viejo Almacén, La Boca y Barracas.
Tanto Di Tella como las empresas Aerolíneas Argentinas y el Banco Nación le encargaron obras murales para los barrios de Flores, Morón y la provincia de Formosa, mientras que la empresa Dandolo y Primi estampó sus diseños en sus alfombras. Su segunda hija, María José Gabín, autora de la biografía Pérez Celis, mi padre , editada por Galerna, nació cuando el pintor tenía 23 años.
En Estados Unidos adoptó el acrílico como materia y fue invitado a exponer en la OEA. Durante los recesos estivales solía recorrer la geografía pampeana para salir al encuentro de los secretos de la cultura indígena.
Tras enviudar a los 36 años, en 1977 se casó con Iris Margarita Laconich y se instaló en Caracas, donde su pintura cambió drásticamente al inclinarse por composiciones de marcada impronta arquitectónica y disposición vertical.
Radicado en los años 80 en Nueva York, fraguó su alianza con la pintura gestual, de gran dinamismo, mientras exploró volúmenes escultóricos. Más tarde se mudó a Miami, etapa en la que emergieron ciertas formas figurativas hasta entonces inéditas en sus composiciones.
Tras el fallecimiento de su segunda esposa, regresó otra vez al país, se instaló en Retiro y exhibió muestras retrospectivas en el Centro Cultural Recoleta (1985) y en el Senado (1989), y el Palais de Glace le organizó una muestra homenaje en 2001. Ciudadano ilustre de Buenos Aires, Pérez Celis realizó murales para la Galería Sanyo de Tokio, para las universidades de Morón y de Belgrano, y para el estadio de Boca Juniors, entre otras instituciones.
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