A los 104 años, murió la escritora Perla Rotzait, miembro de “la inclasificable estirpe de los poetas solitarios”
Comenzó a publicar en la década de 1960 libros que no seguían la tendencia de la época; anfitriona de escritores, intelectuales y artistas, fue amiga de Cortázar y Pizarnik
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A los 104 años, murió el 29 de diciembre en su casa de Posadas y Libertad y “plácidamente”, según informaron sus amigos, la escritora Perla Rotzait. Había nacido en Buenos Aires el 8 de febrero de 1920. Sus restos fueron trasladados desde las salas de velatorio de AMIA en la calle Loyola hasta el Cementerio Israelita de Liniers. Fue pareja del prestigioso arquitecto Enrique Rotzait. Sus sobrinos -en manos de quienes quedarían los derechos de su obra- viven en Uruguay; en Buenos Aires, se encontraba su sobrino político, Jorge Rotzait.
Rotzait -cuyo apellido de soltera era Herschkovich- se había recibido de abogada en 1954 y se ocupó de la sucesión de su amiga la escritora Alejandra Pizarnik. Comenzó a publicar sus libros de poemas -oraculares, proféticos y místicos- a partir de la década de 1960: Cuando las sombras (1962), El temerario (1965), La postergación (1966, Premio Nacional de las Artes); El otro río (1970, finalista del concurso Sudamericana); La seducción (1975), Quieras que no (1975), Es un largo camino (1991), que incluye el poema a Francisco de Goya que ganó por unanimidad el primer premio otorgado por la Oficina Cultural de España; Puertas que se abren (1996), Tu cabello de ceniza Sulamita (1996), Dos poemas inexorables, largos y con argumento (2001), Todo se ha dicho (2002), Alguien leía mis poemas (2002) y El cuerpo (2006). En 2009 se publicó su obra reunida con el título Ella ríe sin embargo, que incluyó los poemarios inéditos Y tendrá tus ojos y Siete veces cero/Siete veces noche.
La escritora y el arquitecto Rotzait fueron amigos cercanos de Julio Cortázar y Aurora Bernárdez, Rafael Alberti (que prologó el primer libro de la autora) y María Teresa León, Alejandra Pizarnik, Olga Orozco, Alberto Girri, María Granata, Ernesto Schoo, Italo Calvino, Miguel Ángel Asturias, León Ferrari, Arnaldo Orfila Reynal, Elizabeth Azcona Cranwell, Martha Mercader, Antonio Requeni, Cristina Piña, Juan Batlle Planas, Lea Lublin, Damián Bayón, Sima e Isaac Kornblihtt, Juan Rapoport, Israel Dujovne, Nicolás Guillén, Hugo Beccacece, Horacio Ravazzani e Irma Emiliozzi, entre muchos otros escritores, intelectuales y artistas nacionales y extranjeros.
“Perla Rotzait era una mujer alta, hermosa y pertenecía a esa rara estirpe de poetas reacios a todo exhibicionismo -dice Requeni a LA NACION-. Escribió y publicó sus poemas casi en secreto. Ambos compartimos la relación amistosa con Rafael Alberti, su esposa y su hija, a quienes visitábamos en su casa de Las Heras y Ugarteche. Perla y su marido estuvieron entre quienes recibieron y ayudaron a los Alberti cuando ellos iniciaron su exilio argentino en la década de los 40″.
La escritora Cristina Piña también recuerda a Rotzait rodeada de amigos. “A sus famosos almuerzos de los sábados íbamos escritores de muy diferente generación y estética -dice a este diario-. Famosos no solo por los invitados (durante muchos años predominaron los escritores españoles en el exilio) sino también por el refinamiento y la generosidad con la que Perla recibía. Era una marca de pertenencia al mundo de la escritura que Perla te invitara. Pero todo eso no sería nada si Perla no hubiera sido una poeta excelente pero invisibilizada dentro del mundo académico. En parte tenía que ver con eso la actitud absolutamente recatada de la poeta que y su renuencia a hacer carrera literaria. Por otra parte, el hecho de escribir fuera de su generación (pertenecía a la del 40 pero empezó a publicar en los años 60), desfase que hizo que en los 60, cuando el panorama poético argentino estaba dominado por los primeros libros de la poesía comprometida, Perla ingresa en él con sus libros exquisitos, austeros y centrados en temas que nada tenían que ver con el compromiso. Por fin, era una amiga impar: Alejandra Pizarnik le dejó los borradores de un libro que luego entregó para la edición, y Julio Cortázar se alojó en su casa la última vez que vino a la Argentina. Hasta sus muy últimos años pleno ejercicio de la amistad y la hospitalidad de su casa”.
Otra gran amiga de los Rotzait fue la escritora e profesora Irma Emiliozzi. “Perla ejerció como abogada hasta sus 89 años -cuenta-. Es interesante recordar que como tal le cupo representar a los Alberti en los alquileres y venta de todos sus bienes en suelo argentino después de la partida del matrimonio a Italia, así como, unos años después, tramitar la separación de Julio Cortázar y Aurora Bernárdez”.
“Perteneció a la inclasificable estirpe de los poetas solitarios -destaca Emiliozzi-. Y de los desdibujados, de los que aparentemente no encuentran su lugar en la historia de la literatura. Pero el análisis de las posibles razones de este circunstancia no encuentra asidero: trece títulos y una obra reunida que aún recoge otros dos libros inéditos lo desmienten, a lo que podríamos agregar sus premios, sus amistades, sus viajes junto a su querido Enrique. ¿La explicación? Perla disfrutaba de su soledad, disfrutaba de su luminosa casa diseñada por ‘el arquitecto’ como lo llamaba a Enrique; cuando el almuerzo-tertulia terminaba, Perla, casi literalmente, se ‘hundía’ en su casa, puro sosiego y lectura. Leía siempre, leía poesía pero sobre todo filosofía, leía a los grandes poetas de la filosofía, y era docta en religiones, en historia del pensamiento antiguo. Si tuviera que sintetizar su poesía, elegiría la palabra ‘pregunta’. O indagación, o cuestionamiento. Y desenfado, permiso, libertad”.
“Tu poesía es desusada y auténticamente original, diferente, casi mistagógica -escribió el catedrático Raúl H. Castagnino en 1975, después de haber leído el poemario La seducción-. Remonta arcanos, taladra enigmas. No resulta fácil ni desciende al halago del oído. Requiere penetración, entrega e interpretación. Cada uno que lo intente extraerá cosecha propia. ¿Cabe mayor virtud?”. En 2016, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo, el profesor Víctor Gustavo Zonana brindó la conferencia “Perla Rotzait (1920): Razones y sinrazones de un olvido”, con la que intentaba explicar “las razones de la invisibilidad” de la autora en el panorama de la poesía argentina contemporánea. Ahora los historiadores de la literatura deberán responder ese interrogante.
Un poema de Perla Rotzait
XVI
Porque te pesa
como un crimen oculto
buscar y decidir
Porque la vida
se acerca
y te descubre
Tienes la mirada lúcida
el gesto de espera
la sonrisa inquieta
de quien sabe