A diez años de la muerte de Ernesto Schoo, se reeditó su único libro de cuentos
Decano del periodismo cultural, el autor también se destacó como un narrador refinado y audaz, como evidencian los cuentos y relatos de “Coche negro, caballos blancos”, publicado por iniciativa de sus amigos y herederos
- 5 minutos de lectura'
“Para quien ha escrito miles de páginas encomendadas a la inevitable fugacidad de las publicaciones periódicas, este volumen es algo así como un alarde de soberbia, el intento de retener parte de un caudal de palabras destinadas al olvido”, se lee en la elegante nota de autor del periodista, traductor, crítico y narrador Ernesto Schoo (1925-2013) en su único libro de cuentos, Coche negro, caballos blancos, oportunamente reeditado por Ediciones Diotima en el décimo aniversario de la muerte de Schoo.
El libro -que había sido publicado en 1989 por Ediciones de la Flor y ganó el primer premio en el género cuentos de la entonces Municipalidad de ciudad de Buenos Aires- tiene un prólogo de la escritora y traductora Cristina Piña, que fue amiga de Schoo. “El refinamiento de la prosa del autor se destaca en todo el volumen”, afirma Piña. En los relatos de Schoo, personajes y temas “elevados” son abordados de manera pícara, ambigua o desacralizadora.
El libro -que reúne quince cuentos de tintes históricos, realistas, fantásticos e incluso humorísticos escritos entre 1950 y 1986- se presentó el viernes 14 en Biblioteca Ricardo Güiraldes, con la presencia de Graciela Scarlatto, editora de Diotima, y cuatro amigos del homenajeado: la escritora Cristina Piña, el director de cine y teatro Oscar Barney Finn, el escritor y periodista Hugo Beccacece (que recordó “el goce, el amor y el conocimiento del arte” que tenía Schoo, y que se expresan en los cuentos) y el periodista y traductor Marcelo Zapata, que evocó la lista de palabras “prohibidas” por Schoo en las redacciones, como evento, rol y efectivo (en vez de eficaz). La escritora italiana residente en la Argentina María Lanese leyó una afectuosa carta que envió desde Lecce el traductor italiano Antonio Pinto. La presentación se puede ver en el canal de YouTube de Ediciones Diotima.
La reedición de Coche negro, caballos blancos era un sueño de los amigos de Schoo que se hizo realidad. “Cuando se habló de celebrar a Ernesto reeditando algo de su literatura pensé en El baile de los guerreros que desde su presentación me sorprendió al dar una vuelta, inesperada e imaginativa, sobre el tema de unitarios y federales -dice Oscar Barney Finn-. Recuerdo que fue Manucho quien lo presentó y también ese día nació la idea de adaptar Misteriosa Buenos Aires, una experiencia enriquecedora a la que Ernesto se sumó como guionista. También tuve presente El tango del paraíso, premiada en España, pero se terminaron conjugando estas ideas con el interés de la editorial, y surgió este libro de relatos que lo representa por temáticas y estéticas. Creo que el Ernesto que disfruté en nuestra tarea de guionista está reflejado en ellos”.
Barney Finn coincide en que en el volumen hay relatos con “climas y personajes que hablan de mundos parecidos, con la impronta refinada y barroca” de Schoo. El director de Cuatro caras para Victoria cuenta que conoció a Schoo en LA NACION. “Junto a Tomas Eloy Martínez, me dio una carta para sus amigos los Jonquières, los mismos amigos de Julio Cortázar. A mi regreso era un periodista estrella de Primera Plana, luego llegó la época de los guiones para cine y TV y con ellos los tiempos de una amistad con cumpleaños, navidades y las extensas ceremonias del té de los domingos. Lo último que intentamos y quedo truncó fue una adaptación de la obra de Pepe Bianco, Sombras suele vestir”. Sigue pendiente aún la publicación de los diarios de Schoo.
Graciela Scarlatto, responsable de Ediciones Diotima, revela que el escritor y traductor italiano Antonio Pinto, que conoció a Schoo en la década de 1980, le dio la idea de publicar Coche negro, caballos blancos. “Me pareció un merecido homenaje a los diez años de la muerte de un hombre con tanta presencia en nuestra cultura, por sus conocimientos y su trayectoria -dice Scarlatto a LA NACION-. Pero lo que realmente me fascinó fue la excelente calidad literaria del libro. Me refiero al lenguaje, tan propio de una época; su decir es rico, no es un texto llano, y no por eso resulta lejano para un lector de hoy”.
“Por otra parte, hay un manejo magistral de las historias, de la tensión y de la voz de los personajes -agrega la editora-. Los finales, además, son exquisitos. Nos dimos cuenta de que teníamos entre manos un gran libro, y que merecía una edición revisada y un estudio preliminar experto, como el de Cristina Piña”. Por intermedio de Barney Finn, pudieron contactar a los herederos del escritor. “Fernando y Marcelo Schoo, sus primos, fueron extremadamente amabales y colaboraron en todo lo necesario para que se hiciera posible la nueva edición”.
Schoo recibió muchos reconocimientos, entre otros, el Premio Cóndor de Plata a la trayectoria, el Premio Konex 1987 en la categoría Comunicación y Periodismo, el Konex de Platino 2004 en la categoría Memorias y Testimonios y fue ganador de la beca Guggenheim. En el exterior, recibió dos prestigiosos galardones: la Orden de Caballero de las Artes y las Letras, del gobierno francés, y la Orden al Mérito de la República Italiana. Fue director general del Teatro General San Martín y miembro del directorio del Fondo Nacional de las Artes. Publicó las novelas Función de gala (que debería ser incluida en la historia de la literatura LGBT en la Argentina), El baile de los guerreros, Ciudad sin noche y El placer desbocado (donde retrata al artista Alberto Greco), los ensayos de Pasiones recobradas. La historia de amor de un lector voraz y las recomendables memorias de infancia Cuadernos de la sombra.