A días de las elecciones, un grupo de intelectuales crítico del Gobierno reivindica un “ideario democrático”
Escritores, filósofos, artistas, abogados e investigadores dieron a conocer un documento con críticas al Gobierno nacional; advierten que el país se encamina a una crisis socioeconómica inédita
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A poco más de una semana de las elecciones legislativas del 14 de noviembre, un grupo de intelectuales crítico del Gobierno nacional (en el que figuran candidatas a diputadas en la lista de Juntos por el Cambio en la ciudad de Buenos Aires) emitió una solicitada donde se advierte que la Argentina se encamina hacia una crisis social, económica y política de “proporciones imprevisibles”, y donde se señalan conductas autoritarias y abusos de poder por parte de funcionarios nacionales. Se brinda como ejemplo de esto último la intimidación telemática del ministro de Seguridad Aníbal Fernández al dibujante Nik, que causó rechazo en gran parte de la sociedad y motivó una denuncia judicial. “Sin pluralismo no hay democracia” lleva la firma de prestigiosos intelectuales y artistas como el filósofo y ensayista Juan José Sebrelli (que acaba de cumplir 91 años), el escritor y académico Santiago Kovadloff, los historiadores Luis Alberto Romero, Jorge Ossona y Sabrina Ajmechet, el gestor cultural y exministro de Cultura porteño Darío Lopérfido, el politólogo Vicente Palermo, los escritores Marcelo Birmajer, Federico Andahazi, Hugo Beccacece, Marcelo Gioffré, Josefina Delgado, Miguel Wiñazki y Gonzalo Garcés, las investigadoras del Conicet Liliana de Riz y Sandra Pitta, el abogado constitucionalista Daniel Sabsay y sus colegas Alejandro Carrió, Alejandro Fargosi y Alejandro Bongiovanni, los editores Luis Quevedo y Leopoldo Kulesz, los actores Marcelo Mazzarello y Alfredo Casero y el exbailarín y coreógrafo Maximiliano Guerra, entre otros.
También se critican los dichos del funcionario del Ministerio de Desarrollo Social, Emilio Pérsico, que en un reciente acto de campaña sostuvo que “la democracia de alternancia no camina” para expresar luego su deseo de que el “movimiento popular” gobierne la Argentina de manera continuada por los próximos veinte años. “Pérsico cree que el peronismo es el único partido que representa al ‘pueblo’ y que gobierna en su beneficio -se lee-. Ni el Presidente de la Nación ni el Presidente del bloque oficialista en la Cámara de Diputados, ambos presentes en el acto, objetaron este exabrupto, lo que nos permite inferir que adhieren a la idea de suprimir toda oposición competitiva”. Y se recuerdan las palabras de la vicepresidenta Cristina Kirchner sobre los opositores al Gobierno, cuando los calificó de “republicanos de morondanga”. Además, en el documento se afirma que la política económica cortoplacista del oficialismo siembra las bases de un estallido inflacionario.
Según trascendió, hubo debate entre los firmantes acerca de si era conveniente dar a conocer la solicitada días antes de las elecciones legislativas. No obstante, pese a que algunos desistieron de firmar la carta, la mayoría optó por denunciar las “prácticas impúdicas” del Gobierno durante la campaña electoral. Se introdujo una referencia al tema de la violencia en la Patagonia, que no estaba prevista.
“Sin alternancia, sin reglas parejas para las fuerzas que compiten electoralmente y sin una estricta separación entre partido y Estado, no hay república ni democracia posibles -señala el documento dado a conocer hoy-. Los gigantescos problemas que la Argentina enfrenta, con la mitad de la población sumergida en la pobreza, niños desescolarizados y una caída abrupta de los ingresos corroídos por la inflación, demandan actos de grandeza democrática”.
El texto completo de la solicitada
Mientras la Argentina se encamina hacia una crisis social, económica y política de proporciones imprevisibles, el gobierno recae en el autoritarismo. Hace sólo unos días el Ministro de Seguridad de la Nación intimidó al caricaturista político Nik con una observación aviesa sobre el colegio al que asisten sus hijas. Fue una advertencia para todo el periodismo. La hostilidad del kirchnerismo hacia la prensa no es una novedad. Basta recordar los ataques de la ex Presidenta Cristina Kirchner al mítico dibujante Hermenegildo Sabat, la performance de un ex Jefe de Gabinete rompiendo un diario en una conferencia de prensa, o los mensajes violentos del Presidente Alberto Fernández a distintos periodistas en redes sociales o directamente por teléfono.
Las amenazas del Ministro de Seguridad constituyen un hecho de máxima gravedad institucional que compromete la libertad de prensa y el derecho a expresarse y disentir. El uso del poder para acallar voces críticas es en sí mismo lesivo de los derechos humanos y fomenta prácticas persecutorias que se han vuelto comunes en universidades, centros de investigación y otras instituciones de la sociedad civil. En cualquier democracia este abuso de autoridad habría culminado con la renuncia del Ministro. En nuestro país, el Presidente ni siquiera condenó las amenazas. No es raro que esto suceda en el mismo momento en que la televisión pública vuelve a ser empleada para satanizar a la oposición con un programa que reedita el tristemente célebre 6-7-8.
La intolerancia del Gobierno con el periodismo es sólo la erupción visible de una concepción más amplia de la política que nos conduce al fracaso como sociedad. Expresando la esencia de esa filosofía, el funcionario Emilio Pérsico sostuvo en un acto de campaña que “la democracia de alternancia no camina” y expresó su deseo de que el “movimiento popular” gobierne la Argentina de manera continuada por los próximos 20 años. Pérsico cree que el peronismo es el único partido que representa al “pueblo” y que gobierna en su beneficio. Ni el Presidente de la Nación ni el Presidente del bloque oficialista en la Cámara de Diputados, ambos presentes en el acto, objetaron este exabrupto, lo que nos permite inferir que adhieren a la idea de suprimir toda oposición competitiva. Esta línea discursiva queda convalidada por expresiones bizarras de la vicepresidenta según las cuales la oposición es “de morondanga” y los opositores “son gallinas”. Más preocupante todavía es que los dichos de Pérsico no hayan causado un rechazo masivo de la sociedad, como si los argentinos nos hubiéramos acostumbrado a convivir con el autoritarismo.
Tal vez inspirado por la idea de que la alternancia debe quedar en suspenso, el oficialismo parece decidido a usar el aparato estatal como una herramienta de campaña partidaria, llegando al extremo de regalar bicicletas, dinero en efectivo y viajes de egresados para captar votos. Estas obscenas prácticas clientelares, que un candidato oficialista condensó con la impactante frase “repartir platita”, exhiben un total desprecio por las reglas centrales de la democracia. Lo mismo cabe afirmar de la maniobra consistente en aplicar a la economía el placebo de distintos congelamientos y torniquetes mientras el Estado imprime dinero de modo descontrolado con el objetivo de corto plazo de financiar el proselitismo, poniendo así las condiciones para un inevitable estallido inflacionario en el próximo año. En una democracia se seduce con argumentos, programas de gobierno y resultados de gestión, no con regalos y sobornos pagados con el dinero de todos. Mientras tanto, los gobernadores e intendentes oficialistas preparan un enorme despliegue de agentes paraestatales y vehículos para trasladar personas a los centros de votación: esta operación no es ingenua y vulnera la neutralidad del Estado a favor de uno de los partidos.
La desatención deliberada del Estado Nacional respecto de la violencia que siembra en el sur del país un pequeño grupo que finge una dudosa representación de la comunidad mapuche, sin ponerle límites a un proyecto sedicioso, constituye otro punto inquietante. En nombre de un pasado de abusos y marginalización, ese grupo siembra el terror y vulnera derechos deciudadanos que merecen la protección del Estado. Lejos de velar por la vigencia de la Constitución, el gobierno abandona a las víctimas y usa sus facultades y recursos para defender a los victimarios.
Frente a esta concepción facciosa de la política, los abajo firmantes sentimos la necesidad de reivindicar el ideario democrático en su sentido más puro. Sin alternancia, sin reglas parejas para las fuerzas que compiten electoralmente y sin una estricta separación entre partido y Estado, no hay república ni democracia posibles. Los gigantescos problemas que la Argentina enfrenta, con la mitad de la población sumergida en la pobreza, niños desescolarizados y una caída abrupta de los ingresos corroídos por la inflación, demandan actos de grandeza democrática. Mientras la sociedad argentina siga tolerando los sueños hegemónicos y el desprecio por las instituciones, mientras la violencia estatal no sea completamente condenada y erradicada, mientras la riqueza del disentimiento no sea reivindicada, no habrá futuro. Urge decir basta a la trampa política, a la intolerancia y a los abusos de poder.
Firmantes: Juan José Sebreli, Luis Alberto Romero, Santiago Kovadloff, Vicente Palermo, Maximiliano Guerra, Marcelo Birmajer, Sandra Pitta, Daniel Sabsay, Marcos Novaro, Marcelo Gioffré, Miguel Wiñazki, Alfredo Casero, Sabrina Ajmechet, Jorge Sigal, Marcelo Cavarozzi, Darío Lopérfido, Hugo Beccacece, Julio Montero, Federico Andahazi, Héctor Guyot, Liliana de Riz, Gonzalo Garcés, Jorge Ossona, Josefina Delgado, Alejandro Fargosi, Alejandro Bongiovanni, Maximiliano Gregorio-Cernadas, María Isabel Santa Cruz, Fernando Pedrosa, Alejandro Carrió, Leopoldo Kulesz, Federico Galiana, Marcelo Mazzarello, Luis Quevedo, Cecilia Scalisi y Guillermo Rozenwurcel
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