A cien años de su nacimiento, Aurora Venturini gana lectores de todas las latitudes
Reconocida en el país y en el exterior poco antes de su muerte, la escritora platense dejó una obra atípica, tan divertida como osada; en 2022, se publicarán nuevos títulos y una biografía
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Hasta hace poco era el secreto mejor guardado de la literatura argentina. La punta del iceberg de la obra de la escritora Aurora Venturini (1921-2015) brilló de modo deslumbrante en 2007, cuando la autora, de 85 años, resultó ganadora del premio Nueva Novela del diario Página 12 y el Banco Provincia con Las primas, una historia ambientada en La Plata en los años 1940 y protagonizada exclusivamente por mujeres. La había presentado con el seudónimo de Beatriz Portinari (el personaje creado por Dante Alighieri). A partir de entonces, se rompió el hechizo y su obra (y su persona) “despertó” el interés tanto de editores de las grandes ligas (primero Random House, luego Planeta) como de lectores. Como había pasado con Silvina Ocampo, Elvira Orphée y Sara Gallardo, a Venturini le llevó un tiempo ser reconocida como una de las grandes escritoras locales.
“Las primas soy yo, señorita, es mi familia -le dijo Venturini a la periodista y escritora Liliana Viola, que se convirtió en su albacea-. Nosotros no éramos normales. En casa todas mis hermanas eran retardadas. Y yo también”. Además de contarle que la novela ganadora del premio estaba “fresquita”, hizo otras revelaciones. “Mi familia era radical. Mi papá me echó de casa, me expulsó de todo cuando supo que yo estaba con el peronismo. El nos había dejado y volvió un día solamente para eso. Después volvió a irse. No sé dónde ni cuándo murió. A mi madre tampoco la vi morir. Yo estaba de viaje. Yo no lloro. Nunca he llorado a nadie”. La voz de los personajes de sus cuentos y novelas se asemeja a la suya.
El año pasado, el sello Tusquets publicó la novela inédita Las amigas (con prólogo de Liliana Viola), que salió en tándem con el relanzamiento de Las primas prologada por Mariana Enriquez. “Todos sus libros son éxitos comerciales -dice Paola Lucantis, editora de Tusquets-. La gente joven, que ha leído a Dolores Reyes, a Selva Almada, a Camila Sosa Villada, descubrió sus libros con fervor. Leer a Venturini es una experiencia, hay que entender esa cadencia, ese ritmo y esa gramática”. Hoy, la obra de Venturini tiene gran proyección internacional, con derechos vendidos en Rusia, Lituania, Francia, Alemania, Italia, Estados Unidos, Inglaterra y Holanda. En el país, Las primas ya agotó ocho ediciones y Las amigas, siete.
Durante 2021, año del centenario del nacimiento de la escritora platense -que debió exiliarse en París luego del golpe de Estado de 1955 por sus simpatías con el peronismo-, hubo una eclosión venturiniana, con la publicación El marido de mi madrastra, Nosotros, los Caserta y Cuentos secretos, con prólogos de Ariana Harwicz, Claudia Piñeiro, Jorge Consiglio, respectivamente. “Con Liliana Viola quisimos darle un concepto de colección, de biblioteca -agrega Lucantis-. Trabajamos las cubiertas con Sebastián Freire”. En las tapas de los cinco libros de Venturini se va descubriendo, además de la obra, la imagen de una niña, que refiere al mundo femenino, familiar e infantil construido por la autora. Para 2022 se esperan dos “nuevos” libros de Venturini -Los rieles y Eva: Alfa y Omega, sobre su relación con Eva Perón, a quien conoció cuando era asesora en el Instituto de Psicología y Reeducación del Menor- y la biografía escrita por Viola. La segunda pareja de Venturini fue el historiador peronista Fermín Chávez.
“En Wikipedia y en casi todas las reseñas, Aurora nace en 1922 -dice Viola a LA NACION-. Había nacido en diciembre de 1921, pero le daba mucha rabia que por unos pocos días quedaba anclada en un año que ya había transcurrido cuando ella llegó al mundo. Así que dejó correr el error. No olvidemos que pertenece a una generación que se jactaba de quitarse años. En señal de respeto a ese trato tan particular que ella y su literatura tienen con los hechos y con la verdad, los festejos comienzan este año pero culminan en diciembre de 2022″. Hoy, en el Centro Cultural Kirchner, comienza la celebración de 365 días, si bien en las bibliotecas públicas de la provincia de Buenos Aires ya hicieron un acto cuando se donaron ejemplares de su obra. “Para que no falte en ninguna”, acota Viola, que espera hacer lo mismo en bibliotecas nacionales. En 2016, Lugar Editorial publicó Aurora Venturini, la maldita, una entrevista a la autora hecha por José Tcherkaski y María Seoane (la edición está acompañada por un CD donde se escucha a Venturini recitando sus textos).
Para Viola, el “silenciamiento” de la obra de Venturini es relativo. “No es tan así -sostiene-. La figura de la autora que escribe toda su vida, paga sus ediciones, casi nadie la lee, no gana nunca un premio es cierta, pero ocupa un periodo que va desde que empieza a escribir hasta que a los 85 años recibe el premio Nueva Novela por Las primas. La descubren en España, la edita Caballo de Troya, y con Marcelo Panozzo en Random House se edita toda su obra, protagoniza un documental [Beatriz Portinari: Un documental sobre Aurora Venturini, de Agustina Massa y Fernando Krapp] y gana premios internacionales”. No obstante, Viola señala que la autora creía que a su obra, “en la cual confiaba como nadie, le faltaba una explosión”. Tres años de su muerte, Venturini le llevó su testamento a Viola y le pidió que se ocupara de “hacer explotar” su literatura. “Creía en Dios, pero más creía en la posteridad -acota-. Y tenía razón, aquí está la posteridad leyéndola”.
“A medida que investigo y leo sus libros no publicados, voy entendiendo lo extraordinario y complejo de su literatura donde nada es azar -destaca Viola-. Venturini provoca una cantidad de sensaciones que a su vez conforman su estilo: parece antigua y lejos de parecer perimida resulta sabia. Parece salvaje y lejos de resultar políticamente incorrecta, se vuelve reveladora. Engarza al mismo nivel episodios de su biografía con los de una biografía soñada, con un gran resentimiento y con fragmentos de su biblioteca donde yacen como muertos que va devorando Rimbaud, Violette Leduc, Ducasse, Lautréamont, Villon, Durrell, y toda una década del 40 en la que conviven el descubrimiento del peronismo con la primera versión de la psicología en la Argentina que tiener su sede en La Plata”.
De esos autores “devorados”, también tradujo textos y escribió ensayos críticos. El canibalismo literario de Venturini -con sus familias monstruosas más que disfuncionales; sus personajes ambiguos, sórdidos o místicos, su léxico encendido y el ritmo avasallante de su escritura (que no evita los momentos aforísticos)- ofrece a los lectores un menú tan original como exquisito.
¿Qué dicen los escritores argentinos sobre Aurora Venturini?
Claudia Piñeiro
“Cuando pienso en su literatura siempre me viene un adjetivo que me obligo a descartar y ese adjetivo es ‘sorprendente’. Lo descarto porque ella no se merece un lugar común como ese pero por otra parte cada vez que la leo me sorprende. Si tuviera que dibujar mi cara en actitud de leerla estaría siempre con la boca un poco abierta y las cejas en alto. Es asombro, es elogio de la maravilla, es rendirse ante una escritora que siempre se atreve y cuando parece que dio todo va por más. Su prosa es brutal, su humor es salvaje, sus personajes son los frikis y entrañables y aborrecibles al mismo tiempo. Lamento que hallamos perdido tanto tiempo antes de encontrarla”.
Jorge Consiglio
“Son pocos los autores, tanto argentinos como extranjeros, que alcanzan semejante encrespamiento espiritual. Venturini, plantada en la osadía, en la aversión hacia la estupidez y en su enorme ingenio, se lleva por delante cualquier eventual idea de solemnidad literaria”.
Fernanda García Lao
“Aurora Venturini, la irreverente, fuera de norma. La que escribía contra la literatura formal, canónica, entrada en razones. Exagerada, hiperbólica, contra la ternura, las reglas del buen vivir, la prosa solemne, contra sí misma. Desnuda en su deformidad. Al escribirse asume un estilo absolutamente reconocible, hecho de constelaciones propias, apenas metamorfoseadas: trajina sus ficciones al borde, sin excluir la locura, la ignorancia, la simulación. A veces pasada de rosca; nunca sencilla. Hay cuerpos ignorantes, abortos, el coro de tías absurdas, de hombres brutos, los secretos revelados sin moralina ni misericordia”.
Ariana Harwicz
“Escuché el nombre de Aurora Venturini por primera vez en 2007, en el largo trayecto hacia Francia. El mismo año y el mismo mes, ella levantaba el tubo en su casa de La Plata y oía lo que había deseado toda su vida: el reconocimiento. Yo me estaba yendo a buscar la escritura en otra lengua, a una París que solo existe en el arte, ahí donde Aurora se autoexilió y vivió en francés junto a Violette Leduc, Camus y la pareja mítica. Cuando leí a Aurora fue un verdadero descubrimiento, eso que describe Pascal en Memorial. Leer, leer de veras, es el síndrome de Stendhal, un bombardeo, Aurora Venturini lo es”.
Ana Ojeda
“Descubrí su literatura a partir del Premio Nueva Novela que ganó en diciembre de 2007 gracias al dictamen de un jurado integrado por Juan Ignacio Boido, Juan Forn, Rodrigo Fresán, Alan Pauls, Sandra Russo, Guillermo Saccomanno y Juan Sasturain. La prosa que Aurora desata en Las primas, la novela ganadora, me cautivó en seguida con sus tintes de delirio y maldad, su tono sardónico, eco encerrado en decorados anodinos (el comedor, la cena familiar, el profe de pintura) de la ferocidad de los tadeys de Osvaldo Lamborghini. Como se suele decir de las fábulas de César Aira (observación válida también para la literatura de Libertad Demitrópulos), me da la impresión de que lo que más le entusiasma a Aurora son los arranques: presentar los personajes, plantear la situación, las problemáticas, encontrar el tono y el ritmo. Luego, todo fluye a gran velocidad, apoyándose en el humor y el disparate. La literatura de Aurora -cuya circulación en vida se vio obturada, entre otras cosas, por la adscripción de la autora al peronismo- es un milagro y una joya de la literatura argentina”.
Para agendar
Domingo 19. El CCK y la editorial Tusquets organizan la jornada de homenaje “100 Auroras: a cien años del nacimiento de Aurora Venturini”.
A las 15, se proyecta el documental Beatriz Portinari: Un documental sobre Aurora Venturini. A las 18, se presenta Yuna soy yo, adaptación teatral de Marcela Ferradás de Las primas, con dirección de Horacio Peña, y la mesa debate “Aurora y su obra”, con Tamara Tenenbaum, Claudia Piñeiro, Jorge Consiglio y Malena Rey. Y a las 20, las actrices Camila Sosa Villada y Sofía Gala leen fragmentos de algunos de los títulos de la escritora. Además de las actividades programadas, se puede visitar una exposición de ejemplares de primeras ediciones, originales, fotos, manuscritos y nuevos títulos de Venturini en el hall de Sala Argentina. Con entrada libre y gratuita.
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