A cambio de US$4 millones, el MoMA devolvió un Chagall teñido por la historia del nazismo
La pintura pertenecía a la colección del museo, que la restituyó hace tres años a los herederos de un galerista judío sin anunciarlo al público
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NUEVA YORK.- Durante años, Over Vitebsk ocupó un lugar central en la colección del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA), que se enorgullecía de contar con esa pintura de Marc Chagall que muestra su aldea natal en época del Imperio Ruso.
La obra, de un artista judío y con temática judía, había sido previamente propiedad de una galería manejada por un marchand judío en Alemania en época del ascenso del nazismo. Aunque la historia del cuadro era turbia, incluido su traslado a un banco alemán durante la época nazi, el museo lo conservó durante décadas, señal de que confiaba tenerlo de pleno derecho.
Pero la semana pasada el MoMA reconoció que hace tres años, sin anunciarlo públicamente, había cambiado de idea y había devuelto la pintura a los herederos del galerista alemán.
La devolución del Chagall es una de las restituciones de obras de arte más extrañas que haya hecho un museo en los últimos años, en parte por el arreglo financiero al que llegó con los herederos, que el año pasado vendieron el cuadro por 24 millones de dólares.
El MoMA, que había comprado el cuadro en 1949, recibió una compensación de 4 millones de dólares por devolverlo, según el acuerdo negociado por Mondex Corp., una empresa de restituciones que representaba a los siete herederos del galerista judío alemán.
Ahora Mondex Corp. está inmersa en una batalla legal con uno de los herederos por los 8,5 millones de dólares de honorarios de sus servicios, según consta en el expediente judicial.
Ese heredero, Patrick Matthiesen, hijo del principal propietario de la galería alemana, Francis Matthiesen, dice que el recorrido hasta recuperar la obra de arte de su padre no fue para nada agradable.
En su presentación ante la Justicia, Matthiesen argumentó que a Mondex no se le deben honorarios porque en sus negociaciones con el MoMA incumplió su contrato y tomó decisiones unilaterales, como acordar el pago “irrazonable” de 4 millones de dólares al museo sin la aprobación de los herederos. Matthiesen, que dirige su propia galería en Londres, también dice estar molesto porque hasta la semana pasada el museo no había anunciado públicamente el destino que había acordado darle a ese dinero: la creación de un fondo de investigación de procedencia de obras de arte que llevara el nombre de su padre.
“Lucharon con uñas y dientes y apelaron a todo tipo de recurso para no devolverlo”, dice Matthiesen sobre la gente del MoMA.
La semana pasada, ante las consultas periodísticas sobre esa restitución nunca antes revelada, el MoMA se negó a hacer comentarios, pero emitió un breve comunicado donde dice haber colaborado con los herederos “en una extensa investigación sobre la procedencia de la pintura”, reconoció haber recibido un pago de parte de ellos, y dijo que el dinero se estaba utilizando para apoyar un fondo de investigación de procedencia de obras que lleva el nombre de Matthiesen padre.
En el expediente judicial Mondex insiste en haber cumplido todos los términos del acuerdo que tenía con los herederos. Ante la consulta de este medio, el fundador de la empresa, James Palmer, dijo que los términos de la devolución de la pintura, en su opinión, eran una solución justa para todas las partes involucradas.
El cuadro de Chagall, una obra lírica y un tanto mística, forma parte de una serie que inició en 1914 tras su regreso a Vitebsk, su ciudad natal en la actual Bielorrusia, después de su estadía en París. La obra muestra a un anciano mendigo sobrevolando el paisaje nevado de los techos y la cúpula de la catedral en Vitebsk, cargando una bolsa en la espalda y un bastón en la otra mano.
La galería alemana que alguna vez fue propietaria de la pintura fue abierta por Francis Matthiesen en Berlín, y fue una de las galerías que manejó la ventas de las obras del Hermitage que hicieron los soviéticos en las décadas de 1920 y 1930. Pero cuando los nazis tomaron el poder, en 1933, Matthiesen huyó de Alemania y en 1939 la galería tuvo que cerrar.
En su sitio web, el MoMA decía que en 1934 la galería le entregó la pintura de Chagall a un importante banco alemán “a cambio de una reducción de su deuda”. El afortunado banco que se quedó con la obra fue el Dresdner Bank, institución que prosperó durante el régimen de Hitler y ayudó a financiar la construcción del campo de exterminio de Auschwitz, tal como lo reconoció más tarde el propio banco en un informe de 2006 elaborado por expertos independientes que había contratado.
Pero en su libro de 2017 sobre el papel del Dresdner Bank en el mercado del arte, Lynn Rother, una experta en investigación de procedencia de obras que trabajó para el MoMA durante varios años, dice que los registros disponibles no contienen ninguna evidencia de que el Chagall haya sido confiscado bajo coacción. Por el contrario, el libro de Rother, Art Through Credit, consigna que la galería le entregó la pintura al banco para ayudar a pagar un préstamo después de largas negociaciones. Esas negociaciones, dice el libro, fueron encabezadas por por un miembro judío de la junta directiva del banco.
Más recientemente, Mondex le presentó más evidencias al MoMA para demostrar que la transacción había sido injusta. Palmer, el fundador de la empresa, dice que el valor de mercado que tenía entonces el Chagall y las otras obras de arte que la galería le entregó al banco excedía con creces el valor de la deuda que tenía pendiente.
“Por lo tanto fue un despojo, y en consecuencia debía ser restituida”, dice Palmer. “Los nazis se aprovecharon de la situación.”
Palmer defiende al MoMA y le reconoce que haya aceptado las pruebas presentadas durante las negociaciones, cuyo mediador fue Kenneth R. Feinberg, el abogado que administró la compensación para las víctimas de los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Palmer dice que el acuerdo con el MoMA es similar a otros acuerdos de restitución, donde los herederos de una obra arrebatada acuerdan dividir las ganancias de su venta con los propietarios que la compraron años después sin saber su origen espurio. “En este caso, no es ni blanco ni negro, porque hay algunas preguntas que nunca tendrán respuesta”, dice Palmer.
Pero Raymond J. Dowd, un abogado especializado en reclamos de restitución, incluido un caso que involucra al MoMA, dice que es muy raro que un museo acuerde recibir un pago tan grande como parte de un proceso de restitución. “No es un caso con matices”, dice Dowd. “Es un caso anómalo.”
Traducción de Jaime Arrambide
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