25 de Mayo: preguntas y respuestas para entender los sucesos de una semana histórica
Historiadores y expertos responden cómo fueron aquellos días y cuáles son los equívocos que continúan hasta hoy
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Otoño de 1810. Tras la destitución del virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros en Buenos Aires, comienza un período con mayores libertades en el Río de la Plata, la semilla de un proceso que culminará seis años después con la Declaración de Independencia de julio de 1816. Las ideas de emancipación llevaban tiempo en debate y el 18 de mayo de 1810, cuando el virrey pide al pueblo fidelidad a España, el proceso de autonomía se acelera durante una semana histórica que culminará el 25 de mayo con el reconocimiento del primer gobierno patrio. Los criollos reclaman un Cabildo Abierto el 19, que debaten al día siguiente con el jerarca español aún al frente, dando paso a la formación de una junta que mantiene primero a Cisneros como presidente, pero a quien luego desvincula tras la indignación popular, concluyendo con el nombramiento de la Junta Revolucionaria que encabezó Cornelio Saavedra.
¿Cómo fueron aquellos días y cuáles son los habituales equívocos respecto de los históricos acontecimientos? Historiadores y expertos en el tema responden.
“El 25 de mayo no es solamente un recordatorio de nuestro pasado o de lo que consideramos el inicio del camino de la construcción de nuestra nación, también es un mito de origen fundamental que todo el tiempo nos interpela y todavía sigue siendo una fecha clave. Además, es uno de los fenómenos históricos que nadie discute: todo el mundo está a favor de la Revolución de Mayo y eso es muy poderoso”, sostiene el historiador, investigador del Conicet y director del Museo Histórico Nacional, Gabriel Di Meglio.
¿Quiénes fueron los principales actores?
“Hay que centrarse en cuatro actores principales”, menciona Di Meglio. Y desgrana: “Por un lado, está un pequeño grupo muy conocido por todos nosotros: figuras como Manuel Belgrano, Mariano Moreno, Juan José Paso, Nicolás Rodríguez Peña, Juan José Castelli, Hipólito Vieytes y los famosos Antonio Beruti y Domingo French, revolucionarios varones de la elite porteña que conspiraron a partir de la llegada de las noticias del territorio español en manos de Napoleón para construir un gobierno autónomo de las autoridades coloniales y remover al virrey, aduciendo que no quedaba ninguna autoridad en España y, por lo tanto, era cada uno de los pueblos del imperio español, incluidos los americanos, los que tenían que gobernarse a sí mismos hasta que volviera el rey. Ese grupo, varios de los cuales formaron después la Junta del 25 de Mayo, fueron centrales para convocar al Cabildo Abierto el 22 de mayo y para el triunfo en ese Cabildo. Otras figuras absolutamente principales fueron los miembros del regimiento de patricios y otros oficiales de la milicia, principalmente Cornelio Saavedra, jefe de la milicia y el hombre más poderoso de la ciudad, por eso es que fue presidente de la Junta. Otros miembros fundamentales fueron los del Cabildo, que tenían muchas dudas sobre el cambio y que intentaron trampear el resultado del 22 de mayo para crear una Junta encabezada por el propio virrey. El 24 de mayo, la movilización hizo que eso no tuviera lugar y se creara un gobierno sin ninguna intervención de alguien vinculado al gobierno anterior. Finalmente, también hubo un apoyo de gente de las clases populares en el petitorio de 400 firmas sobre el cual se formó la Junta del 25 de mayo”.
¿Cuándo se hizo evidente el cambio de gobierno?
“El momento clave se da en el escrutinio de la votación del Cabildo Abierto el día 22. Esa reunión había terminado muy tarde, a medianoche del martes, por lo tanto, el recuento de los votos se hizo el miércoles, y allí quedó clara la manifestación de la mayoría, que era que debía cesar el virrey y que debía ser reemplazado por una junta de vecinos. A partir de ese momento quedó definido que iba a haber un cambio. Por lo tanto, luego de obtener los resultados, empezaron a plantear cómo era la salida, cómo debía integrarse esa junta, ese gobierno de varios. Se entendía que debía haber representantes de las milicias, del derecho, del comercio y de la iglesia. Y cuando uno repasa los nombres de los integrantes de la Junta, estos cuatro grupos están representados”, señala el historiador Daniel Balmaceda.
¿Cuán popular fue la Revolución?
“Tenemos la visión de que fue una revolución muy popular y de que en los cabildos abiertos se convocaba a los vecinos. Sin embargo, el criterio para que un ciudadano pudiera votar y ser considerado vecino era que debía ser varón, padre de familia y tener armas, caballos y trabajo, además de ser español o nacido en América. En Buenos Aires, se calcula que en 1810 había alrededor de 3.000 personas que reunían esos requisitos. A pesar de ello, el Cabildo mandó para la participación en las reuniones solamente 450 invitaciones. De ese total, concurren solo 251 personas, de las que votan 225. O sea que, sobre 3.000 vecinos, terminaron votando 225”, puntualiza Sebastián Miranda, licenciado en Historia y profesor de la cátedra de Historia argentina en la Universidad del Salvador.
¿Qué equívocos son más frecuentes?
Quizás el equivoco más frecuente, expresa Eduardo Míguez, secretario de la Academia Nacional de la Historia, “es pensar que la Argentina, tal como la conocemos, nació allí”. De hecho, “nadie utilizó ese nombre en ese momento y muy pocos, si es que algunos, pensaban en crear una nación; mucho menos una nación con la actual geografía de la Argentina. Había muchos proyectos diferentes que coincidían solo en la conveniencia de no aceptar el nuevo Consejo de Regencia que se creó en España (el rey -Fernando VII- estaba prisionero de Napoleón), y que los sectores criollos tuvieran más protagonismo en el poder. Esto último, porque había una gran rivalidad entre peninsulares y criollos en la ciudad. La conmoción causada por la situación permitió que algunos grupos radicalizados, como los hermanos Rodríguez Peña y Mariano Moreno, cobraran protagonismo, y eso, de manera lenta y paulatina, fue haciendo que la independencia fuera la única salida viable”.
Gabriel Di Meglio también señala en que “se habla de un nosotros ya como argentinos en 1810 aunque varios historiadores han demostrado que entonces no existía la identidad argentina. Es algo que se construyó más tarde. En 1810 nadie se decía argentino: la gente era del lugar en que había nacido: salteño, porteño, mendocino, santafecino, americano. A partir de la revolución y de las dos décadas siguientes se va construyendo una identidad común y aparece la identidad argentina. Es un error pensar que el resultado de la revolución ya estaba al principio”.
Di Meglio menciona otro error recurrente: creer que el 25 de mayo se declaró la Independencia o que el 25 de mayo y el 9 de julio son lo mismo. “El proyecto de los revolucionarios de 1810 no era la Independencia sino la autonomía local y que, cuando volviera el rey legítimo, gobernarse a sí mismos pero bajo una especie de monarquía federal en la cual todos los territorios americanos dejaran de depender de España para ser iguales a España, pero bajo las órdenes del rey. Algunos revolucionarios nucleados en torno a Moreno buscaban algo más cercano a la independencia total, pero la mayoría, sobre todo Saavedra, buscaban esta autonomía dentro del imperio español”.
¿Cómo era en verdad la vestimenta de la época?
En otro orden, Rosana Leonardi, docente e investigadora de la FADU, señala sobre la vestimenta de la época. “El concepto del ser y parecer que tiene que ver con la colonia en la coyuntura revolucionaria pasa a graficarse en la indumentaria de los que están a favor de la Revolución de Mayo y los que quieren conservar el estatuto en relación a la Madre Patria. El talle imperio para las mujeres, esa moda de vestidos camiseros con el entalle debajo del busto, ya había llegado al Río de la Plata antes de 1810, pero se va a constituir en emblemático para las revolucionarias, que se van a peinar con todo el pelo recogido. Por otro lado, los varones van a adoptar cada vez con más fuerza el traje inglés, de pantalón, chaleco y, como elemento exterior, el frac o la levita, que paradojalmente había llegado a Buenos Aires antes, con las invasiones inglesas, pero que va a identificar a los jóvenes revolucionarios”. Leonardi aclara que el primer gran equívoco es “llevado a los actos escolares y a publicaciones como Anteojito o Billiken hablando de las damas antiguas y de las damas de la época de 1810 con una indumentaria que corresponde a 1830, momento en el cual en Buenos Aires empieza el período de gobierno de Juan Manuel de Rosas”. Tal vez la confusión, señala la experta, puede tener que ver con las fuentes iconográficas. No hay prácticamente grabados ni óleos en torno a 1810, pero sí una profusión enorme de imágenes a partir de 1830, por cuestiones netamente técnicas. Por lo tanto, abajo el mito de revistas infantiles con las damas de peinetones”.
Sebastián Miranda hace mención a otra escena icónica para revisar de aquellos días. “La figura de French y Beruti repartiendo escarapelas en torno a lo que es hoy la Plaza de Mayo, que en ese momento era la Plaza de la Victoria -nombrada así porque fue donde en 1806 se vencieron a los ingleses-. En la Semana de Mayo, French, Beruti y los patricios rodearon las cercanías del Cabildo y controlaban que quienes entraran tuvieran una invitación. A los que ellos sabían que estaban a favor de la destitución del virrey, les ponían un distintivo, la famosa escarapela. Había escarapelas que tenían la imagen del rey de España y otras que eran celestes y blancas, pero nuestra escarapela ya se había usado antes. El primer registro que tenemos es de 1807, cuando la Caballería de Pueyrredón pasaba por Luján y venía a Buenos Aires debido a la segunda invasión inglesa, y el cura párroco de Luján le entrega a la tropa unas cintas celestes y blancas, de los colores del manto de la virgen. Después, las vuelve a usar un grupo de damas que se va a entrevistar con Saavedra antes de la Revolución de Mayo, y posteriormente se vuelven a ver en mayo de 1810. Definitivamente, el que aprobará más tarde el uso de la escarapela es el Primer Triunvirato a pedido de Manuel Belgrano”.
¿En qué se diferenció esta revolución de otras del continente?
Gabriel Di Meglio señala primero las similitudes. “Todos los territorios americanos del imperio español reaccionaron ante la noticia de la caída de España en manos de los franceses. Algunos lo hicieron a favor de mantener el status quo y otros siendo partidarios de la soberanía. Pasó en Buenos Aires, pero antes en Caracas, en Cartagena -hoy Colombia-, en Santiago de Chile, en Quito, en algunos lugares de México”. Sin embargo, matiza, “en general lo que hubo fueron reacciones distintas dentro de los mismos territorios: acá en Córdoba, Paraguay o Montevideo se opusieron a la junta. En lo que se diferencia el territorio que hoy es argentino es en que en otros los campesinos, indígenas, plebeyos de las ciudades y esclavos se movilizaron a favor de las revoluciones o mismo a favor del rey. Eso pasó mucho en toda América, pero no acá, donde la movilización importante estuvo del lado revolucionario nada más: con movilizaciones como el artiguismo en el litoral, la Revolución de los guaraníes en Misiones o los gauchos de Güemes en Salta y Jujuy”. Di Meglio también remarca que a diferencia de lo ocurrido en otras latitudes, la revolución en este enclave conlleva muchos años.