Viajó cuatro años por el mundo para conocer y fotografiar a líderes espirituales en una experiencia que le cambió la vida
La artista audiovisual Gaby Herbstein se embarcó en un proyecto que estudiará el movimiento –en especial el baile–, mientras revive las enseñanzas de Creer para Ver
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En la casa no había fotografías. Hasta hace un año, sus coloridas paredes estaban cubiertas por muchos ventanales y solo un retrato, el de Renata Schussheim, la musa inspiradora en sus comienzos. Hasta un día, la artista visual Gaby Herbstein pensó que en su dormitorio se vería bien una foto de la serie Estados de Conciencia, en particular la imagen onírica de una mujer flotando con la inscripción “Entre sueños mi alma se eleva”. Luego, sumó otras en diferentes ambientes.
En esas paredes no hay fotos del proyecto multidisciplinario Creer Para Ver, aunque fue el que más marcó su vida y amplió su carrera. Fueron cuatro años itinerantes donde con su equipo recorrió el mundo para conocer a líderes espirituales de diferentes credos y filosofías, con el apoyo de Faith For Rights, de la ONU. Un trabajo que se consagró con un documental de National Geographic latinoamérica.
Así obtuvieron testimonios del rabino cabalista Admor de Malta; de Angaangaq Angakkorsuaq, descendiente esquimal de una familia de curanderos y chamanes tradicionales de Groenlandia; de Sri Sri Shankar, que nació en la India y creó la organización humanitaria El Arte de Vivir; de Héctor Falcón, o el “abuelo”, como se nombra en México a la gente sabia, y de Jean Shinoda Bolen, psiquiatra, analista junguiana, escritora y oradora de Los Ángeles.
También con su equipo, que la acompañó durante toda la travesía, dialogaron con Hiah Park, chamana coreana que se especializa en danzas rituales; Ayakcihuatl, conocida como abuela niña, de 14 años, considerada la chamana más joven del mundo; Nikolay Oorzhak, maestro en canto tradicional Khoomei y descendiente de un chamán tuvano del clan de los cielos negros, de Siberia, Rusia; David Steindl-Rast un monje benedictino, autor y orador nacido en Viena, Austria, en 1926, y la Abuela Margarita, chamana maya, de México.
–¿Cuál fue el punto de partida de Creer para Ver?
–El sueño lúcido, que es último sueño antes de despertarse. En ese momento me bajan ideas con detalles. Imaginé, primero, que se convertiría en un libro y luego viró para transformarse en un documental. Me di cuenta, a raíz de la primera entrevista, que así lo era, que trascendía la fotografía.
–¿Fue complejo armar el equipo?
–Es importante dar con el equipo que necesitás para hacerlo. Tengo espíritu de directora, y necesito estar detrás de todo, pero sí me encanta delegar y busco personas que puedan hacer las cosas que yo no puedo.
–¿Qué líder espiritual de dejó la mejor enseñanza?
–La abuela Margarita, que falleció hace unos años. Me costó mucho que aceptara ser parte del documental. La llamé durante un año hasta que accedió, pero antes de firmar el consentimiento para el uso de su imagen me dijo que solo lo haría si iba a su casa todos los años, a la montaña, para que me conociera a mí misma y hacer la “búsqueda de visión”, que es una experiencia de autoconocimiento chamánica, e implicaba quedarme en la montaña durante cuatro días, en un espacio de dos por dos, contemplando la naturaleza sin comer y sin beber.
–¿Cuál tu reacción ante ese panorama?
–Yo dije “me voy a morir”. El primer año que fui lo hice para observar y ser el apoyo de quien viviera la experiencia. Mientras lo hacía pensaba cómo se podía sobrevivir a eso sin enloquecer, y todos mis amigos me decían “estás demente, no vas a sobrevivir cuatro días sin tomar agua, el humano así muere, no es posible”. Cuando lo viví me di cuenta que es recontra posible, vi como estaban en la montaña desde señoras de 60 años hasta chicos de 18, o sea que todo está en la mente. Es una experiencia increíble, al segundo año volví a hacerlo.
Cada uno de estos líderes espirituales, además de ser registrados por cámaras, dejaron un mensaje a la Humanidad. En la Argentina, el monje benedictino David Steindl-Rast, autor y orador nacido en Viena, Austria, transmitió:
Tal vez lo más importante sea aprender a vivir agradecidos. Y eso puede ser realizado por cualquiera en cualquier momento si uno sigue estos tres simples pasos: detenerse, mirar, realizar. Detenerse, con confianza en la vida, en que la vida nos va a dar lo que fuere que necesitemos en este momento. Detenerse y ver la oportunidad que la vida te está ofreciendo ahora. Y cuando puedes ver esa oportunidad, mayoritariamente una oportunidad para disfrutar de la vida, de tomarse un respiro, hay que respirar hondo y disfrutar la vida.
La artista visual, que hace 25 años tuvo su primer acercamiento con la fotografía en producciones de moda, llegó a publicar sus trabajos en medios internacionales, como Harper’s Bazaar, Elle y Vogue Latinoamérica y también en campañas publicitarias. Y siguió con una serie de calendarios que llenaron su CV de premios, los primeros de tantos. Pero encontró su estilo, aquel que toma consistencia de acuerdo a cada trabajo que emprende, y que conserva la esencia en las imágenes impregnadas de significado.
Así, por ejemplo, fue la serie Huellas, con realizó con el apoyo de Naciones Unidas y que rescata la identidad de las mujeres originarias argentinas; o las personas convertidas en Aves del Paraíso, una “metáfora visual en la que el ser humano se funde con las aves, un llamado de atención sobre el desequilibrio ambiental que está llevando a la extinción de tantas especies.”
Las fotografías oníricas de Estados de Conciencia ya llevaban implícita la búsqueda de la espiritualidad, que se remarca en las frases que las acompañan, como “A donde me lleven mis pensamientos”, “Mi alma, mi ego”, “Crear puentes para acercarme a quien me cuesta conectar”. En 2017 se adentró a los ritos del carnaval y a las tradiciones andinas en la colorida serie La Diablada (2017), que expuso en el espacio LHomond, en el marco de Art París, Francia, y en el Museo de Arte Multimedia de Moscú.
Ahora volvió al rodaje –y a los viajes– en un proyecto con Dafne Schilling, creadora de Intención en Movimiento. Justamente el movimiento la llevó a cuestionarse qué le producía el baile a la gente, cuál era su poder, que hacía que las personas se sintieran empáticas y se abrazaran entre ellas mientras bailaban.
–¿Las respuestas las buscaron en el campo biológico o en el emocional?
–En ambos. Dafne trabaja con neurocientíficos españoles buceando sobre cómo repercute el movimiento y en qué parte del cerebro. Qué es lo que genera orgánicamente, porque el movimiento es inherente al ser. La espiritualidad es inherente al ser en movimiento también.
–¿Qué te atrapó del proyecto?
–Es muy hermoso poder bucear sobre una temática humana que a mí me encanta, llevarla a la pantalla y expresarla de una manera bella. Entender no solo lo que genera bailar, sino lo que provoca después. Comenzamos el rodaje en un evento que hizo Dafne en el Hipódromo, donde hicimos entrevistas para que personas definieran cuál era su sentimiento, qué sentían después moverse una hora y media. Los sentimientos eran libertad, empatía, felicidad, plenitud.
–¿Esta vez también emprenderás un viaje por el mundo? ¿Por dónde viajarán?
–Sí, planeamos viajar a África, India, Turquía. Con Dafne buscaron lugares relacionados con distintos tipos de baile, de movimientos, porque están eligiendo distintas culturas, justamente para mostrar tipos de ritmo variados. Los tipos de danza de ceremonias.
–Para este proyecto dejaste la cámara de lado, ¿cómo fue despegarte de la fotografía?
–Me interesó el planteo de hacer un documental, y participar en la imagen desde la dirección. Y además entendí que no necesito siempre una cámara para fotografiar cosas. Me fui dando cuenta a través de los años que, por ejemplo, la fotografía más grosa que hice no la saqué con una cámara. La tengo acá (se señala la cabeza), es una imagen que fotografié con mi mirada.
–¿Cuál fue esa imagen?
–Hace años estaba trabajando para uno de los calendarios con Ana María Giunta. Ella siempre llevaba un banquito, porque le costaba moverse. Yo iba y venía con el tema de la escenografía y de la iluminación, paso por el vestidor y la veo sentada desnuda en el banquito, de espaldas. Era como una escultura de (Fernando) Botero, una imagen realmente increíble, cómo le pegaba la luz. Y me guardé esa imagen, ni siquiera me dio ganas de agarrar la cámara y fotografiarla porque ya la tenía.
–¿Fue la única vez que prescindiste de la cámara?
–Ese fue un disparador y me pasó en diferentes momentos de la vida, en viajes con mi familia. Todo era foto, foto, foto de todo. Pero me dije “no quiero esto, hay momentos que no quiero fotografiar, me lo quiero guardar de otra forma, y que sea interna. Tomar fotos solo con mis ojos y guardármelas. Se sentí que había perdido algo y quería recuperarlo, que quería probar otra cosa, no estar todo el tiempo detrás de la cámara.
–También dejaste por un tiempo de postear en las redes sociales.
–Quería probar otra cosa, estar en presente, porque tengo una vida, y no me debo 100% al otro. Quiero disfrutar de un montón de cosas y a mí las redes me llevaban un montón de tiempo porque soy muy obsesiva con todo. No solo se trataba de la imagen, sino de los textos; le ponía como mucha carga y me di cuenta que no me estaba haciendo bien, entonces me propuse tomarme unas vacaciones y después volver. Y además está los comentarios, poder devolver a la gente lo que escribe.
–Y a través de los comentarios que recibís del público, ¿qué ven cuando te ven?
–La gente me ve, en mi caso, a través de las imágenes, porque yo no muestro nada personal mío, me veo a través de lo que generó, de mis proyectos. Me gusta expresarme con las imágenes, cuando las generás está esa intención, esa intención atraviesa la imagen de una manera mágica. No quiero hacer imágenes vacías
–Todos tus proyectos implican mensajes, ¿buscás siempre que sea así?
–Más allá de lo estructurada que soy laburando, porque me gusta tener todos los elementos, y soy minuciosa y profesional, también me dejo llevar por los sueños, por los mensajes, por las propuestas como la que recibí de Dafne, y sé que eso me guiará a otras cosas. Vivir experiencias que también me subirán el nivel de conciencia en muchos sentidos.
–¿Qué no harías en tu carrera?
–Hay algo que crítico, y no me molesta decirlo, del mundo del arte es cuando a los artistas se los hace repetirse, incansablemente, porque es lo que vende. A mí lo proponen y salgo corriendo. Uno puede tener un estilo y de todas formas hacer cosas diferentes. No hace falta repetir continuamente lo mismo para marcar un estilo. Pero en esos casos hacen lo que se vende, pero luego se agota, aburre, es un terrible efecto rebote.
–En tu caso, ¿cómo te manejás entre la economía y el arte?
–Yo hago lo que hago porque me hace feliz y nunca fui detrás de lo económico, pero lo económico vino porque yo estaba haciendo algo que me apasionaba. Es al revés de lo que mucha gente dice, no hago algo porque venda, pero si finalmente se vende.
Sus proyectos artísticos, que muestran la preocupación por el bienestar universal, la preservación de la Naturaleza y el planeta, participaron en exhibiciones individuales y colectivas en la Argentina, México, Brasil, Chile, Perú, Estados Unidos, Rusia, China y Japón.
También le han valido premios y reconocimientos, como el SRI SRI Award 2017, Mujer destacada en el mundo del arte; premio Cilsa al Compromiso Social, ganadora del concurso de Latin American Photography and Illustration por “La Diablada”; Mujer Creativa de la Universidad de Palermo; ganadora del concurso de Latin American Photography and Illustration, Phi, de la serie “Divina Belleza y Medalla de Plata, Books – Fine Art, Prix de la Photographie. París, Francia, Medalla de Oro, Fine Art (People), Concept and Photography, Prix de la Photographie. París y premio Clover, Swarovski. Buenos Aires, Argentina, entre otros.
Es muy requerido su estudio de fotografía Bubble Studios, también codiciado para preparar eventos, con multiespacios que hasta incluyen una piscina interior. Allí también está su oficina que, a diferencia de su casa, está atiborrada de fotografías.
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