¿Un alma gemela? Parejas con rasgos físicos similares o atraídos por uno mismo: el dilema científico
Los parecidos entre dos personas relacionadas sentimentalmente suelen llamar la atención del entorno; un fenómeno estudiado por la ciencia y la psicología
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El amor romántico habló siempre de encontrar el alma gemela. Pero en algunos casos no solo se trata de almas: también de rasgos físicos. Hay quienes buscan un sosía que sea igual o muy parecido a él o ella, al punto de llamar la atención de propios y extraños.
Los casos en la farándula abundan y hasta la famosa serie Seinfield se dedicó uno de sus 180 episodios a esta tendencia de salir o relacionarse sentimentalmente con personas que se parecen –desde su aspecto– entre sí. No se trata de ir mimetizándose con el tiempo, como suele pasar en las relaciones más prolongadas, sino de sentirse atraído por una persona igual a uno desde el principio. El famoso flechazo.
La cuestión de las parejas gemelas fue estudiada por la ciencia. Según los últimos estudios, la respuesta está en la genética. La investigación desarrollada entre la Boston University School of Health y la Universidad de California analizó a tres generaciones de un pueblo de Massachussets desde 1948 hasta la actualidad.
Al estudiar el genoma de 800 parejas, comprobaron que aquellos cuyo origen estaba en el Norte y el Sur de Europa terminaban uniéndose con personas con los mismos antepasados. La explicación era que pretendían ‘perpetuar’ su herencia genética. De alguna manera –sostienen los científicos–estamos programados para buscar la similitud genética.
Match con uno mismo
De hecho, hay quienes sugieren que este factor está mucho más arraigado en parejas del mismo género, lo que sería algo lógico desde la biología. La página BoyfriendTwin (Noviogemelo, en castellano), documenta desde 2014 esta singular tendencia entre hombres de todo el mundo. Las mismas parejas mandan las fotos por mail para publicarlas en el sitio, que dice, picante: Because what’s sexier than dating yourself? (¿Qué es más sexy que salir con vos mismo?).
Uno de los chistes que circulan es esta plataforma sugiere, después de ver a parejas iguales, que el secreto para encontrar el amor es clonarse. Y algo de eso hay: dentro del colectivo LGTBIQ+ se trata de una nueva moda en la que muchos postean su foto para encontrar a su clon y, quién sabe, empezar una relación.
Lo curioso es que en tiempos de Tinder y apps de citas, esta elección basada en nuestros propios parecidos se hace a diario swipeando o deslizando el dedo hacia uno u otro lado. Aunque nadie ha estudiado –o al menos no que se sepa todavía– es una forma interesante de comprobar si uno se siente atraído o no por alguien parecido desde la propia experiencia. Es decir, si la mayoría de los match se da entre usuarios parecidos entre sí.
El atractivo de lo familiar
Así como la ciencia ha estudiado y explicado este comportamiento, la psicología también aporta su visión. En general, lo que nos es familiar tiende a ser lo que nos gusta y lo que nos atrae, aunque no seamos plenamente conscientes de eso. “Estás familiarizado con tu propio aspecto, así que ver a otras personas con rasgos similares a los tuyos hace que te sientas más atraído hacia ellas”, afirma el psicólogo e investigador norteamericano Justin Lehmiller en su libro Tell me what you want (Decíme qué querés).
Para comprobarlo, el especialista mostró a un grupo de personas algunas fotos modificadas con rasgos de algunos rostros de desconocidos y otras con rasgos de los propios participantes. En general, tanto los hombres como las mujeres que participaron en el estudio aseguraron que les parecía más atractiva la foto que había sido modificada con sus propios rasgos.
La psicóloga Adriana Ceballos, especialista en vínculos y directora de ECOFAM, escuela de Coaching de familia, adhiere a esta idea. “Atracción significa traer hacia uno mismo y no existen reglas fijas al respecto. En un primer momento lo físico es lo primero que suele llamar la atención y existe la posibilidad que se desee traer hacia uno mismo aquello que es familiar: lo conocido, lo que se asocia al propio aspecto”.
Los primeros rasgos tanto físicos como de personalidad que reconocemos en los demás son los que tienen que ver con nosotros mismos porque son los que nos suenan familiares
Aunque en muchos casos parece extraño o pervertido, se trata de algo que se produce a nivel subconsciente: “Se hace una especie de escaneo genérico que detecta lo común, y que a la vez tiene que ver con la auto expansión. Lo parecido se percibe como bueno y por tanto es positivo”, sostiene Ceballos.
Por su parte, Sebastián Girona, psicólogo especialista en pareja, autor de los libros No te aguanto más y Cada cual por su lado y columnista radial, también abona esta teoría: “De alguna manera, los primeros rasgos tanto físicos como de personalidad que reconocemos en los demás son los que tienen que ver con nosotros mismos porque son los que nos suenan familiares –plantea–. Frente a eso, se puede generar cierto rechazo o, también, tranquilidad a partir de que hay cierta certeza de que eso que ves en el otro te resulta conocido”.
Más allá de la atracción inicial por alguien que se nos parece físicamente, también existe la posibilidad de que dos personas distintas terminen pareciéndose: “Es probable que a través del tiempo se copien gestos, expresiones y detalles en la estética y terminan conformando una pareja que se parece físicamente, aunque en un primer momento no lo eran”, sostiene Ceballos.
¿Ególatra, yo?
Hay quienes piensan que este tipo de relaciones se establecen entre personas que son narcisistas. Pero, ¿es realmente así? “En general, si alguien es narcisista es muy difícil establecer vínculos. Esto sería un escalón más abajo, puede ser que haya rasgos egocéntricos, pero no llega a ser un narcisismo decidido”, sostiene Girona, que descarta, en estos casos que haya algún tipo de trastorno de personalidad.
A pesar de que la genética manda y muchas veces ni siquiera controlamos nuestras elecciones, salir con alguien igual tanto a nivel físico como de personalidad, no parece ser la mejor idea: para Girona, que ha tratado a cientos de parejas como analista, el modelo no parece el más exitoso.
“Hay dos formas de establecer un vínculo: los opuestos complementarios que entre los dos se equilibran y buscar por similitud. “El mejor pronóstico es establecer un vínculo por opuestos que se complementan porque está la posibilidad de enriquecerse a partir de las diferencias. Si somos muy parecidos, el riesgo es la escalada de nuestros mismos rasgos negativos”, concluye el especialista.
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