Tiene 500 años. La restauración de la casa de baños que podría atraer miles de turistas a Estambul
Desde marzo de 2024, los visitantes disfrutarán de una experiencia de baño tradicional en el histórico hammam
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ESTAMBUL
La ciudad deslumbra con su belleza caleidoscópica: conjuga tradición y arte contemporáneo. Aquí, en el sitio denominado Bizancio en el año 330 y luego, en 1453, Constantinopla, son muchos los sitios que se erigen como puente entre pasado y presente, una frontera mágica que cautiva.
Imposible olvidar una visita a Zeyrek Çinili Hamam, conocido como baño doble por sus secciones separadas para hombres y mujeres, que reabrió sus puertas tras un extraordinario proyecto de restauración que demandó 13 años.
Se trata del segundo gran proyecto de restauración histórica de los promotores The Marmara Group, que compraron el edificio en 2010. El resultado es impactante: los baños se recalentarán y volverán a ser de uso público. Desde marzo de 2024, los visitantes podrán disfrutar de una experiencia de baño tradicional en el histórico hammam.
Cuesta creer que esta histórica casa de baños situada en el barrio de Zeyrek de Estambul (declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, en la orilla europea del Bósforo, junto al histórico barrio de Fatih) tenga más de 500 años.
La mirada atenta descubre fragmentos del mármol original de los pisos, fuentes ornamentadas originales y azulejos de Iznik que son joyas, de la década de 1530. Hipnotizan las superficies marmóreas. Las losas de mármol de la sala templada y de la sala caliente que estaban dañadas por el calor y el agua se quitaron.
Una vez documentadas estas secciones, las piezas se retiraron cuidadosamente, se limpiaron, se reforzaron y se devolvieron a sus sitios originales. Las piezas que faltaban en las salas templadas y calientes se completaron con piezas de mármol, en su mayoría del mismo tipo y, en algunos casos, similares.
La cultura de los hammam se remonta a más de dos milenios. Las casas de baño (hammams en la cultura islámica) asumieron un papel sin precedentes en el período otomano y, además de su función como lugares de limpieza y purificación, se convirtieron en importantes espacios públicos, donde podían socializar personas de diferentes ámbitos: se mezclaban musulmanes con hombres y mujeres de otras religiones y culturas.
Según las memorias del alemán Michael Heberer, que fue capturado por los otomanos en el Mediterráneo en 1583, y observó de cerca la sociedad otomana en Estambul por muchos años, cualquiera que pudiera pagar la entrada era admitido en el hammam, independientemente de su fe, clase social o profesión.
Pronto, quienes se sumen a la experiencia del baño tradicional otomano en Zeyrek Çinili Hamam recibirán, al llegar, un paño. Y en la denominada zona fría se les ofrecerán infusiones como té o café turco caliente. Luego, pasarán a la sala templada, donde sentirán el aumento de la temperatura.
"En este sitio que encarna el apogeo cultural del Imperio otomano, y que es como viajar al pasado sin escala, se presenta Ruinas curativas, una magnífica exposición de arte contemporáneo"
Ya para finalizar, irán a la sala caliente, con tratamientos exfoliantes y masajes tradicionales. Es una zona seca donde el cuerpo se aclimata a temperaturas de unos 30 grados centígrados. La última sala es el hararet de vapor, que se calienta hasta 50 grados centígrados y que contiene una losa plana de mármol.
Zeyrek Çinili Hamam fue construida en la década de 1530 por Mimar Sinan, en pleno apogeo cultural del Imperio otomano. Fue uno de los primeros ejemplos de un espacio público con un diseño de azulejos tan elaborado. Çinili significa azulejos en turco. Estuvo cubierta por miles de azulejos azules de Iznik, pero no era posible verlos: en 2010, cuando cerró, el edificio estaba muy deteriorado y sus paredes con bellos azulejos ocultas por una capa de moho.
Los trabajos de conservación permitieron recuperar y restaurar elementos arquitectónicos originales de esta obra maestra. Hoy incluye un nuevo museo que explora la historia y las tradiciones del ritual de baño otomano. Este espacio de 3 mil metros cuadrados cuenta con un sitio para muestras e instalaciones artísticas, en las cisternas bizantinas recién descubiertas.
En el museo –diseñado por la empresa alemana Atelier Brüeckner, cuyos proyectos incluyen el muy esperado Gran Museo Egipcio de El Cairo y el Louvre de Abu Dhabi–, se exponen objetos romanos, bizantinos y otomanos descubiertos durante las excavaciones. Una planta del museo, diseñada por el Atelier Brückner, está dedicada a los azulejos blancos y azules de los que se han recuperado unos 3 mil fragmentos.
Cuando se construyó, las paredes estaban cubiertas de unos 10 mil azulejos con 37 diseños únicos, pero sólo quedan unos pocos. Algunos se extraviaron, otros fueron robados y otros se dañaron en incendios y terremotos. A finales del siglo XIX, los azulejos se vendieron incluso a museos extranjeros. Un dato ilustra la pérdida de este patrimonio invaluable: el Grupo Marmara localizó muchos en colecciones privadas y en el museo Victoria & Albert, de Londres, entre otras instituciones.
En el museo de Zeyrek Çinili Hamam se exhiben cuencos y zapatos otomanos de madera decorados con fabulosos metales preciosos y nácar. Además, es posible explorar las gélidas cisternas bizantinas subterráneas, en cuyas paredes se descubrieron sutiles tallas navales.
En este sitio que encarna el apogeo cultural del Imperio otomano, y que es como viajar al pasado sin escala, se presenta Ruinas curativas, una magnífica exposición de arte contemporáneo, con curaduría de Anlam de Coster, que integra obras de 22 artistas turcos y extranjeros, quienes potencian desde expresiones actuales la historia de este emblemático sitio. La muestra explora las posibilidades de transformación individual y colectiva: sugiere que las ruinas no sólo son curativas, sino que el acto de repararlas puede tener un efecto transformador en el ser humano.
Algo que recuerda al Kintsugi, técnica centenaria de Japón que consiste en reparar las piezas de cerámica rotas con barniz de resina mezclado con polvo de oro. Subyace en este acto un concepto clave: las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto, incluso esas huellas lo embellecen. Nuestras propias cicatrices son rastros simbólicamente potentes.
Se experimenta una sensación mágica al mirar los cristales con forma de estrellas –llamados ojos de elefante– de los techos abovedados (característicos del diseño de los hammam otomanos) que dejan pasar la luz natural precisa para iluminar el ambiente.
Ya en la noche, en ocasiones especiales como la inauguración de Contemporary Istanbul, la feria internacional de arte contemporáneo de Estambul (ver aparte), se realizan fiestas glamorosas en los jardines de Zeyrek Çinili Hamam. La música y las delicias, como Helva-i Hakani, Portakalli ilik irmik helva, Meyveli kadayif tartolet y una alucinada Fistikli midye baklava –incluso irresistibles para quienes no son golosos– marcan el ritmo de la noche.
Por la inauguración de Contemporary Istanbul, en esta híper moderna y al tiempo milenaria ciudad, también se celebró una fiesta especial de la reconocida publicación The Art Newspaper Türkiye, en una terraza que toca el cielo de The Marmara Taksin.
La historia viva convive con lo más contemporáneo, como ocurre con otras construcciones de la ciudad. Con 21 mil azulejos de cerámica azul fulgurante, la Mezquita Azul, construida en el siglo XVII durante el reinado del sultán Ahmet I, resulta imponente. Tanto como el Palacio de Topkapı, símbolo de poder ineludible, que tiene una superficie de 700 mil metros cuadrados, rodeados por una muralla bizantina.
Barın Han, un edificio de cinco pisos en Çemberlitaş, en el casco antiguo de Estambul, condensa pasado y presente luminosos. Conocido como el taller de la primera caligrafía moderna y encuadernación de Turquía, es un espacio recoleto y con una vista inolvidable a las entrañas de la polis.
Emin Barin, alma mater de este taller, estudió arte y también encuadernación. Tras graduarse en el Departamento de Pintura de Ankara, aprendió caligrafía latina y técnicas europeas de encuadernación en estudios de Alemania, entre 1937 y 1943. Devino especialista en caligrafía a nivel académico. Tras su regreso a Estambul, fundó el Taller de Encuadernación y Caligrafía Barın. El estudio de Barın está intacto: se pueden ver sus objetos personales, cartas, libros y materiales que utilizaba para realizar su arte. La caligrafía es exquisita.
Durante medio siglo, Barın Han se convirtió en un lugar único para bibliófilos, editores, artistas y coleccionistas. Todos los jueves, durante 25 años, los interesados en el papel, la tinta y los libros se reunían en este sitio para debatir nuevas formas y prácticas. Hoy Barın Han es también un sitio de exposiciones con múltiples salas, espacio para actuaciones, performances y charlas sobre arte. Para ver la exposición YAT 3D Calligraffiti, de Mika Yat, hay que ponerse unas gafas que crean una ilusión óptica deslumbrante. No tanta, por supuesto, como la que habita en esta metrópoli milenaria.
Noche de gala en el distrito de Tersane
Con la participación de artistas y galerías de América, Europa y Asia, Contemporary Istanbul es el encuentro artístico más importante del año en la ciudad. Contemporary Istanbul se realizó en el histórico distrito de Tersane, en los terrenos de un antiguo astillero de la época otomana a orillas del estuario Cuerno de Oro, y mostró iniciativas y espacios de museos de 22 países. Participaron 591 artistas con más de 1500 obras.
En esta metrópoli que fue uno de los centros más importantes del poder político y económico del mundo, la cena de gala de Contemporary Istanbul fue un capítulo memorable que reunió a 600 invitados en un sitio palaciego. El dress code consignaba traje negro largo. Todo fue híper preciso en esta cena de gala. Cientos de camareros entraban en fila, acompasados, plato en mano, para servir delicias que integraron seis pasos. Ya sobre el cierre, un cantante turco deleitó con sofisticado mix de música tradicional y tecno.
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