Sofia Coppola. “Estaba tan desesperada que le escribí a Bill Murray diciéndole: ´eres el único con quien quiero hacer Perdidos en Tokio´”
La directora ganadora del Oscar presentó un libro repleto de anotaciones, fotos, guiones, recortes de revistas donde muestra su costado más íntimo
- 7 minutos de lectura'
“Pasé mucho tiempo en Tokio cuando tenía 20 años. Me encantaba ir allí para trabajar en proyectos de fotografía y moda y aprovechaba cualquier oportunidad que surgiera. En aquellos días, ir de California a Tokio era otro mundo, y me encantó la mezcla de la ciudad moderna de Blade Runner con el hermoso lado tradicional de Japón. También parecía ser un lugar donde la cultura femenina era dominante. Me sentí tan libre. Conocí a Hiromix y sus fotografías me impresionaron mucho. En esa época, antes de las redes sociales, no veíamos tanto el mundo privado de las niñas. Con todo eso en mi cabeza, me senté a la mesa del comedor una noche en Los Ángeles y traté de reunir impresiones que podrían plasmarse en una historia para una película”, narra Sofia Coppola en Archive: 1999-2023 libro de edición limitada que ofrece un relato visual y detallado de su obra.
El tomo de 488 páginas comienza con una entrevista a Sofia realizada por la periodista estadounidense Lynn Hirschberg, donde la directora de 52 años reflexiona sobre la totalidad de su obra. Para Hirschberg, Sofia es “la personificación de la gracia bajo presión, del talento sin grandilocuencia innecesaria, de la creatividad que gobierna el día en lugar de la rabia, el miedo o el ruido –describe la periodista (también amiga de Coppola) y editora general de la revista W–. En sus ocho películas, ha explorado varios aspectos de la experiencia femenina. Más precisamente, examina cómo las niñas se convierten en mujeres (o no) y cómo esas transiciones pueden ser emocionantes y traumáticas. La sutileza y la atención al detalle de Sofia son clave para su naturaleza y su cine, pero hay algo más: una y otra vez, ha desafiado (elegantemente) el mundo mayormente masculino de las películas con una especie de intimidad de ensueño. Sus películas son sofisticadas y románticas y las emociones que despierta persisten.”
A modo de prólogo, la hija de Francis Ford Coppola [director de la trilogía de El Padrino ], cuenta que después de cada proyecto la mayoría de las cosas terminaban en cajas: “anotaciones, guiones, fotos del set, recortes de revistas. Tomé fotos con mi Contax T3 y le pedí a mis amigos fotógrafos que fueran de visita a los rodajes. A medida que las cajas comenzaron a acumularse a lo largo de los años, y pasado suficiente tiempo, finalmente las abrí y comencé a mirar a través de ellas. Decidí hacer un libro para tener todo en un solo lugar. Espero que disfruten de este álbum de recortes de mi trabajo cinematográfico y tal vez les resulte útil ver cómo se unen estos proyectos.”
Nunca se propuso crear un archivo per se. “Simplemente sucedió de manera muy orgánica –comentó en una nota publicada en Harper’s Bazaar–. Y con esto quiero decir que llené cajas durante el desarrollo de cada película y no volví a revisarlas durante mucho tiempo.”
Cajas repletas de objetos, de recuerdos que, hasta la pandemia estuvieron acumuladas en un rincón de la casa familiar en Napa, California. En tiempos de encierro por el COVID-19, Sofia volvió a mirar hacia ese rincón. Allí encontró material que en una época vio como souvernirs, recuerdos que guardaba como una acumuladora que no admite el desapego. Entre tanto material encontró un cartel del estreno en Sundance de Las vírgenes suicidas, una copia marcada del artículo de Vanity Fair que inspiró a Adoro la fama [The Bling Ring]. “Fue muy divertido volver a visitar The Bling Ring porque pasamos mucho tiempo en el armario de Paris Hilton. Fue una experiencia tan surrealista pasar de Versalles [donde rodó María Antonieta: La reina adolescente], sin escala al armario de Paris.” Todo aquello, de repente, cobró un valor nostálgico. “En este proceso fue cuando me di cuenta de que, si un cineasta me importaba, sin duda, me interesaría ver todas esas curiosidades, el detrás de escena”.
En la revista Vogue, reconoció que siempre quiso hacer algo con las fotografías que Corinne Day [revolucionó la moda de los años 90 junto a su musa y amiga, Kate Moss] tomó en el set de Las vírgenes suicidas, un libro, una exposición. “Los negativos de Corinne estuvieron perdidos durante 20 años y los encontré en mis cajas. Me alegró tanto que los incluí en el libro. También di con montones de sobres con fotos que hice mientras filmaba Perdidos en Tokio (Lost in Translation). Realmente pensé que muchas de esas cosas habían desapareciado. Soy muy desorganizada.”
En este detrás de escena, Sofia publica notas personales, a pesar del pudor que le despertó. “No me entusiasmaba mucho compartir con el mundo mis notas, mi letra desordenada –contó en Harper’s Bazaar–. Es realmente especial mostrar cómo un garabato en una libreta de hotel puede convertirse en una película.”
En la entrevista que abre el libro dividido en ocho capítulos –marcados con divisores de color que delinean cada uno de sus largometrajes– le confiesa a Hirschberg: “Crecí con la idea del autorismo, de tener un punto de vista distinto. Y sigo creyendo que así es como te conviertes en artista.” En esas páginas hace mención al cortometraje que realizó en 1998, una película en blanco y negro, filmada en 16 mm, sobre una niña de séptimo grado que navega por las jerarquías sociales de la secundaria y recuerda el impacto que le generó la lectura de la novela de Jeffrey Eugenides. “No sabía que quería ser directora hasta que leí Las vírgenes suicidas y vi tan claramente cómo tenía que hacerse.”
Cuando reflexiona acerca del motor de sus historias, la ganadora del Oscar, por el guion original de Perdidos en Tokio, asegura: “En todas mis películas hay una cualidad común: siempre hay un mundo y siempre hay una chica que intenta navegar en él. Esa es la historia que siempre me intrigará”.
Lejos de ser un simple recorrido por los diferentes títulos y sin la pretensión de develar, como si fuera un manual, el funcionamiento de las producciones, Sofia muestra la veta más íntima, como las cartas que le escribió a Antonia Fraser pidiéndole los derechos de su libro [Marie Antoinette: The Journey], los pasajes resaltados de su copia de Las vírgenes suicidas, de Eugenides. “Pasé un año intentando localizar a Bill Murray [por Perdidos en Tokio] y le escribí muchas cartas diciéndole: ´tú eres el único con quien quiero hacer esto´, ´¡No haré la película si tú no la haces!´ Estaba tan desesperada, que es gracioso sentir nostalgia por esos tiempos ahora.”
Los detalles que Coppola incluye, más allá de las imágenes [su interés por la fotografía lo exploró con la guía del artista Paul Jasmin] resultan reveladoras como la que le dedica a On the Rocks [film en el que se reencontró con Bill Murray para narrar las desventuras propias de una relación padre-hija y también las de un matrimonio en crisis] donde muestra una nota que Francis, su padre, le envío junto con un recorte de una reseña positiva de la película. Orgullo de papá.
“Quería que pareciera más un álbum de recortes que un libro de mesa –dice de Sofia Coppola Archive 1999–2023– Me encanta ver a los artistas en sus espacios creativos, así que para mí este libro es como la versión más cercana a visitar mi oficina y ver todas las cosas amontonadas alrededor de mi escritorio.”
Para celebrar el lanzamiento de Sofia Coppola Archive 1999–2023 (Mack), Chanel organizó una exclusiva cena en el Chateau Mormont . Allí se dieron cita Kirsten Dunst, Elle Fanning, Priscilla Presley y muchas otras de las personas que son protagonistas en las páginas del volumen que muestra el otro lado de las producciones de la realizadora.
Otras noticias de Conversaciones
- 1
Por qué los mayores de 60 años no deberían tomar vitamina D
- 2
Un ómnibus chocó con un camión y se prendió fuego: 32 muertos
- 3
Con qué figura de la selección argentina habría tenido un romance secreto Emilia Attias
- 4
Simeone, De Paul, Álvarez, Molina: el Asadito mecánico del Atlético de Madrid cocinó un triunfo histórico en Barcelona