Selva Almada y Paula Hernández develan los caminos posibles de adaptar El viento que arrasa
La autora nominada al Premio Booker y la cineasta revisan el proceso de narrar en imágenes el agobiante y sensorial mundo que imaginó la escritora entrerriana; el film se estrenó el jueves
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“La propuesta de adaptar el libro al cine llegó poco después de publicado –cuenta Selva Almada, la autora que en 2012 dio a conocer El viento que arrasa, su primera novela, editada por Mardulce–. En ese momento me abrumó un poco, pensé por qué tenía que haber una película del libro. Me acuerdo que lo charlamos con el editor, Damián Tabarovsky, y él me dijo que pensara que la película sería otra obra que le iba a pertenecer a quien la dirigiera y no a mí, que el libro siempre iba a ser el libro; que en el caso de que fuera una buena película eso iba a acercar nuevos lectores a la novela. Me pareció razonable lo que decía. Acepté, pero preferí mantenerme siempre al margen del proyecto de cine. Me parecía que yo no tendría nada nuevo que aportar a lo que ya había escrito. Y que precisamente las películas más interesantes son las que traicionan el libro en el que se basan. Entre que se vendieron los derechos del libro y que convocaran a Paula [Hernández] para llevarlo adelante pasaron muchos años. A veces pensaba que nunca se haría”.
A Paula Hernández, la directora de títulos celebrados como Las siamesas [sobre un cuento de Guillermo Saccomanno] y Los sonámbulos le llegó la propuesta de adaptar la historia –que llegó a los cines el jueves pasado–, como una invitación de Hernán Musaluppi, productor de Cimarrón Cine. “Había visto mis últimas películas y le interesaba, entre otras cosas –comenta la realizadora–, la forma en la que yo había abordado los conflictos familiares”.
Sumida en un destino que no elige, Leni [Almudena González] acompaña a su padre, el Reverendo Pearson [el chileno Alfredo Castro], en su misión evangélica, un hombre convencido de su misión que recorre zonas bastante despobladas –la película se filmó en gran parte en el Uruguay–. El auto se avería obligándolos a detenerse en el taller mecánico del Gringo Brauer [el catalán Sergi López], un hombre hosco, seco, que vive en las antípodas de la fe junto al Chango Tapioca [Joaquín Acebo], un adolescente simple y trabajador. Bajo una tormenta que se avecina, el Reverendo se obsesiona con salvar el alma de Tapioca. Leni ve en el poder que Pearson ejerce sobre el Chango ecos de su propia historia.
–¿Qué encontraste en el libro?
–Temas que me interesan y conozco: las familias, la descendencia, la endogamia, la concentración de pocos personajes en un espacio. Pero también se abría una puerta desconocida, que era el mundo religioso y el mundo rural. Soy agnóstica y urbana. Lo desconocido me generó un cierto temor. Eso mismo me pareció una buena señal para dar el sí y dar una especie de salto al vacío.
A fines de 2021, cuando estábamos saliendo de la pandemia, Selva recibió un correo de Paula, “me preguntó si quería que nos juntáramos a tomar un café –recuerda Almada–. Acepté, nos encontramos, charlamos un rato, me preguntó algunas cosas del personaje de Leni, algunas que yo tampoco sabía, me contó por dónde iba a ir su adaptación”.
Durante el proceso de escritura Selva y Paula solo tuvieron un encuentro personal y algunos intercambios de e-mail posteriores. “Ella había dejado en claro que no tenía deseos de ser parte del proceso de la potencial película. Eso sucedió antes de que me convocaran a mí, así que cuando entré al proyecto sabía que sería de esa forma –señala Hernández, quien coescribió el guion con Leonel D’Agostino–. Creo que esa postura es una decisión inteligente: soltar el material propio y pensar que lo que suceda será la autoría de otra persona. Pero, así y todo, durante la escritura del guion, me surgió la necesidad de hacerle algunas preguntas sobre el mundo femenino en la novela. Yo ya había decidido que la mirada sería la de Leni, pero entré en un sinfín de preguntas que no terminaba de dilucidar”.
Al adaptar un libro hay un montón de caminos posibles, pero es fundamental decidir quién es el narrador. “Lo leí y releí varias veces y en el proceso fui marcando aquello que me interesaba. Me gustó lo que ocurría en el mundo familiar: no había otras mujeres más que esa hija, no había madres presentes, aunque si estaban las huellas que dejan sus ausencias, no había otros referentes femeninos salvo los religiosos, eran dos hijos criados por hombres –analiza Hernández, que en paralelo al estreno publicó Ruge el viento, diario de rodaje de la película–. Me pareció interesante trabajar la mirada de una chica que va haciéndose mujer observando el mundo que transita. Entonces la primera decisión fue que la película se contara desde la perspectiva de Leni. Quien mira y escucha en silencio es una mujer que intenta salir de una incomodidad que no puede precisar al inicio del film, pero que luego logra hablar y accionar. Casi te diría que se concretiza lo que en la novela Leni fantasea para su futuro”.
En 2016, Beatriz Catani (dramaturga, directora, actriz y docente teatral) hizo una adaptación a ópera de la novela. “Me acuerdo que ella también había elegido el punto de vista de Leni para narrar –destaca Selva–, aunque en su obra Leni ya era una mujer mayor que rememoraba una etapa de su vida. Aunque la novela está centrada en los personajes adultos, varones, Leni es un personaje muy importante: es la que mira, la que observa, la que lee con su silencio el comportamiento de su padre, sus arbitrariedades, su devoción. Entonces, que la película esté desde su subjetiva me pareció lógico, hasta un acto de justicia poética. En la lectura que hace Paula de la novela, su personaje crece muchísimo, descubre otras aristas, y me encanta: es la Leni del libro, pero desplegada”.
De El viento que arrasa se suele decir que tiene ideas muy visuales, “la gente tiende a decir cinematográficas –subraya Paula–, cuatro personajes extraordinarios y una maravillosa sensorialidad en lo que se narra, pero la estructura dista de lo que para mí podía llegar a ser un relato en cine. Hay idas y venidas en el tiempo de la vida de todos los personajes, es disruptiva, aparecen sermones en varios momentos, hay mucho diálogo en algunas situaciones y hay construcciones muy poéticas que son difíciles de pensar en cómo llevar eso al plano audiovisual. Cuando uno empieza el proceso de adaptar a otro lenguaje, uno es muy respetuoso del material de origen, pero después tenés que empezar a alejarte para también encontrar tu universo dentro de esa narrativa”.
La acción, a diferencia de la novela que va de Entre Ríos a Chaco, transcurre en un punto fronterizo entre Uruguay y Brasil. “Tenía en mi cabeza algunos caminos de ripio, vegetación, pueblos perdidos donde no llega nadie y esos pequeños pasos fronterizos de un país al otro en donde más que sentirse un límite se siente una fusión de culturas, una mixtura. Entonces empezamos a hablar de una sensación de frontera, una sensación de época y una sensación temporal –explica la cineasta–. No quería una definición de nada, ni dar nombres de pueblos, ni tampoco precisar si eran los años 90 o la nacionalidad de los personajes. Eso me atrajo porque lo que no se precisa ni se define juega en muchos aspectos de la historia, como en lo vincular entre esas dos duplas familiares. ¿Qué son? ¿Padre e hija?, ¿Una pareja despareja? Lo mismo con los otros. Todo eso fue algo buscado. La ambigüedad es funcional para esta fábula que se cuenta. La naturaleza no es un decorado, sino que está vivo e interactúa permanentemente con los personajes. El viaje se cuenta andando, cambiando de paisaje y atravesando infinidad de cuestiones climáticas que formatean, modifican, atraviesan el cuerpo y el ánimo de los cuatro”.
La novela plantea familias disfuncionales “falta la madre, en uno de los casos porque fue abandonada no sabemos por qué –señala Selva–, en el otro, porque decide migrar a la ciudad en busca de mejores condiciones de vida. De alguna manera, la historia pone en crisis el lugar de la familia convencional, de mamá y papá, de hogar... El pastor y Leni son nómadas; el Gringo y Tapioca viven solos. Los vínculos entre padres e hijos, el valor del parentesco, de la sangre, se discute, se cuestiona. En este sentido creo que, aunque sea intuitivamente, la novela ya había empezado a hablar de temas de los que hablaríamos con más profundidad unos años después”.
Que Leni sea una adolescente permite una mayor exploración “es un momento muy particular, en donde no gobiernan las ideas morales. Es pulsión, es introspección, es acción, es preguntarse de dónde vengo, adónde voy, quién soy, como me diferencio de mis progenitores –reflexiona Hernández–. Leni crece bajo la órbita estricta de su padre y arranca la historia sin saber exactamente qué le sucede, pero sí leemos su incomodidad. Este viaje, y particularmente la detención en el taller del Gringo, es un plot point en su propia vida. La observación y el silencio empiezan a generar sentido en ella. El segundo plano que ocupa en relación a su padre está a punto de correrse. Leni empieza a tener voz al ver comportamientos del reverendo que rebotan en su propia experiencia, en su propio sentimiento de manipulación. Puede accionar y decir y hasta quizás hacerse dueña de su destino. No importa si será pagano u otra forma de vida religiosa, pero sí será la que ella elija. La emancipación nunca es rápida, la entiendo como un proceso que lleva tiempo. Lo mismo que la posibilidad de visibilizarse. Con Almudena, que es una actriz maravillosa, trabajamos con mucha sutileza ese corte que tiene que generar Leni, un personaje atravesado por marcas de infancia, adolescencia y adultez, que tiene que sacudir años de mandato sobre sus espaldas”.
Esta mirada de Leni también está en la novela, aunque “más velada –dice Almada–, desde un lugar más silencioso. Lo que me gusta de la película es que todo eso es llevado a primer plano, que los espectadores lo vemos a través de los ojos de Leni y que podemos comprender su soledad y su rebeldía, acompañarla en ese camino”.
En el Gringo, hay contrapuntos más que interesantes. El de Selva es un hombre de muchas palabras. El de Paula, son sus silencios los que hablan. “Yo no volví a leer la novela desde que se publicó así que la veo como a través de una niebla, hay muchas cosas que ni siquiera recuerdo. Entonces Paula me dijo: claro, porque el Gringo en la película casi no habla; y ahí recordé que en la novela hablaba muchísimo –confiesa Selva–. Le decía que en mis otras novelas los personajes varones son cada vez más callados, entonces el Gringo de la película se parece mucho a estos otros personajes. Quizá por eso me pareció perfectamente normal que fuera callado”.
“La idea de los opuestos como un espejo en donde también poder mirarse y repensarse es algo que me interesa siempre –resalta Hernández–. Acá hay una dupla que vive en un coche, que son nómades, hiperactivos, pulcros y que llevan la palabra de Dios como bandera. La contraposición con el mundo del Gringo era importante para lo que se tenía que contar. El Gringo es cuerpo, gestos, silencios, ruralidad, suciedad, hosquedad y una vida detenida en medio de la nada. Esa contraposición permite a los dos hijos abrir los ojos sobre la endogamia familiar que vive cada uno de ellos, y les permite poder pensarse distintos”.
A mediados de este mes, Almada se convirtió en semifinalista del Premio Booker Internacional por la novela No es un río, publicada por Charco Press, editorial independiente radicada en Edimburgo, Escocia, especializada en ficción latinoamericana contemporánea. “El Booker es un premio muy prestigioso y el solo hecho de estar en la lista larga provoca muchísimo interés –confiesa la autora nacida en Villa Elisa–. Ojalá pase a la lista corta. Y justamente en este contexto de recortes, de ensañamiento con la cultura y especialmente con la feroz quita de presupuesto al Programa Sur [la nominación de Selva es la cuarta en seis años que recibe la editorial: Ariana Harwicz, Gabriela Cabezón Cámara y Claudia Piñeiro fueron las otras autoras; todos los libros se tradujeron a través del Programa Sur], estos reconocimientos son doblemente importantes, son una manera de decirnos que tenemos que seguir trabajando”.
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