Sandra Pitta: “Milei simplifica mucho cuando dice que los investigadores no son productivos”
La científica dice que “el Conicet es una máquina de impedir, como todo el Estado en general” y asegura que burocratización, sesgos ideológicos y problemas de la macro afectan a la ciencia
“Podría haber miles de casos como el de Raquel Chan y el trigo tolerante a la sequía: las ideas están pero no se están concretando porque hay trabas burocráticas”, advierte. “El Conicet es una máquina de impedir, como todo el Estado en general”, sostiene. “La planta de investigadores del Conicet está hipertrofiada en relación a los recursos con los que se cuentan”, afirma. “En otras partes del mundo, ingresar a planta permanente es muy dificultoso”, señala. “El presupuesto de ciencia y tecnología se está yendo en salarios muy bajos para el nivel de investigadores que tenemos”, alerta. “El Conicet tiene una planta de investigadores muy capacitados pero se encuentra con que no tiene recursos para trabajar”, cuestiona. “Las exigencias para ser investigador siempre fueron bastante altas. y lo siguen siendo”, subraya y agrega: “El problema es que el cupo es muy grande”.
“Para ser investigador permanente, hay que ser un profesional con toda una carrera universitaria, más cinco años de doctorado, más dos años de post-doc, preferentemente en un laboratorio del exterior”, explica. “En los años ´90, el Conicet estuvo prácticamente cerrado”, plantea. “En 2004, se empezó a renovar el Conicet con más becas y más ingresos con altas exigencias. Fue una buena medida”, explica. “Hoy hay directivas para que ingrese gente que todavía no está en condiciones”, advierte y denuncia: “Gente que por sus antecedentes todavía no estaría en condiciones de ingresar, está ingresando igual para anticiparse al próximo gobierno y dejarle, como se hizo en 2015, una planta mucho más grande”, alerta. “Desde 2011, la curva de publicaciones científicas en ciencias duras se ha incrementado, pero no se ha incrementado significativamente en relación a la cantidad de investigadores que tenemos”, detalla. “En Chile y Colombia, hay un aumento marcado de las publicaciones en ese mismo período”, compara. “Los investigadores están cada vez más lejos de los sesgos anti capitalistas y anti productivistas pero no la dirección del Conicet”, dice y agrega: “La dirección del Conicet tiene una mentalidad totalmente estatista”. “En la Argentina, la inversión es prácticamente toda pública”, precisa. “El índice de patentes en la Argentina es muy bajo”, dice. “Las políticas públicas de ciencia están matando los incentivos”, opina. “Hoy es muy difícil conseguir becarios: por los salarios y porque ven que es una carrera muy complicada”, describe. “El incentivo económico no existe para progresar dentro del Conicet”, reflexiona. “En Conicet, si uno está cerca de las ideas kirchneristas se beneficia muchísimo más que alguien que no lo está”, “La ciencia no va a impactar para nada si lo macroeconómico está totalmente distorsionado”, analiza.
"Podría haber miles de casos como el de Raquel Chan y el trigo tolerante a la sequía: las ideas están pero no se están concretando porque hay trabas burocráticas"
La investigadora del Conicet Sandra Pitta estuvo en La Repregunta. Pitta es doctora en Biotecnología Vegetal. Es investigadora independiente del Conicet en el área de farmacéutica y biotecnología y, específicamente, en cultivos vegetales para sustancias de uso industrial. Fue becaria postdoctoral del Conicet, donde desarrolla su carrera desde 2002. En la actualidad, también tiene participación política y es referente en temas científicos de Ricardo López Murphy. Es autora de Conicet. La otra cara del relato.
La ciencia argentina quedó en el ojo de la tormenta electoral. El plan motosierra de Javier Milei apunta ahora al Conicet. ¿El Conicet aporta al desarrollo argentino? ¿Es “un antro” que hay que cerrar, según la estigmatización de una parte de la opinión pública? Pitta dio sus precisiones.
Aquí, la entrevista completa.
Conicet: ¿bolsa de empleo público o empleo exigente y de alta calidad?
-Se disparó un gran debate a partir de la afirmación de Javier Milei en relación a su voluntad de cerrar o de privatizar el Conicet en caso de llegar a presidente y de su propuesta, según él plausible, de que los científicos, si son productivos, vayan a trabajar al sector privado. Más allá de los sesgos con que Milei ve el tema del Conicet, hay preguntas políticamente incorrectas que se pueden hacer para tratar de entender claramente la eficiencia o ineficiencia del Conicet, su potencial, si puede funcionar mejor. En relación a la cantidad de empleados del Conicet, hay datos claros de cuánto personal de investigación y administrativos emplea.
-La planta total de investigadores incluye a unos 11 mil becarios doctorales y postdoctorales y unos 10 mil investigadores de planta permanente, además de unos 3.500 técnicos de la Carrera de Personal de Apoyo a la Investigación y Desarrollo (CPA), más la planta administrativa.
-Unos 1.500
-En número redondos, el Conicet emplea a 30 mil personas
-Usted conoce otras instituciones del mundo. En relación a su tamaño, ¿cómo ve la cantidad de investigadores que sostiene el Conicet tanto como planta permanente como aquellos que se están formando?
-Es una planta que está hipertrofiada en comparación con los recursos y el presupuesto con los que podemos contar. En otras partes del mundo, hay muchos becarios doctorales y postdoctorales, pero ingresar a planta permanente es muy dificultoso. Antes, también lo era acá, y lo era excesivamente porque había gente de muy buen nivel que no lograba ingresar. Pero hay un punto de equilibrio. La idea no es sumar y sumar y sumar gente porque, en definitiva, todo el presupuesto de ciencia y tecnología se está yendo en salarios muy bajos para el nivel que tenemos de investigadores y de becarios doctorales y postdoctorales.
Investigadores. ¿Más fácil entrar al Conicet que a la NASA?
-Quiero ver puntualmente algunas cosas que usted señala. La primera cuestión, la exigencia enorme para convertirse en un investigador de planta permanente. Usted habla de un antes y después. ¿Hasta cuándo llega ese “antes”? ¿Y cómo eran esas exigencias antes, para pasar de becario de doctorado o post-doctoral a investigador de carrera?
-Las exigencias siempre fueron bastante altas. Y lo siguen siendo. El tema es que antes había un cupo, entonces había personas que tenían las cualidades como para ingresar y papers en todas partes del mundo, pero había un límite para los ingresos, determinado por los recursos que había.
"La planta de investigadores del Conicet está hipertrofiada en relación a los recursos con los que se cuentan"
-¿En qué año se termina ese “antes”?
-Como era tan exigente el cupo, la planta permanente empezó a envejecer, especialmente en los años ´90 y principios de los 2000, cuando el Conicet estuvo prácticamente cerrado. En 2004, la edad promedio de los investigadores permanentes era de 56 años. En ese momento, se toma una muy buena medida para renovar esa planta, empieza a haber más becas, más ingresos pero con altas exigencias: las exigencias no bajaban, pero ingresaban más investigadores.
-¿Qué quiere decir “exigencias” para alguien que quiere pasar de ser un investigador en formación a un investigador de planta permanente?
-Hubo una época en la que, en muchos casos, solamente siendo egresado de una carrera de grado, sin hacer un doctorado, se podía ingresar. A partir de los años ´90s, había que tener un doctorado y después, hubo que tener un postdoctorado. Actualmente hay que tener uno o dos postdoctorados. Es decir, un profesional con toda una carrera universitaria, más cinco años de doctorado, más dos años de post-doc, preferentemente en un laboratorio del exterior. Esto se está repitiendo en todo el mundo, no sólo se da en la Argentina. Después, hasta dos y hasta cuatro años de investigación y recién ahí, uno puede concursar para ser investigador del Conicet.
-Compite con otros investigadores en la misma condición.
-Exactamente.
-¿Cuán transparente es esa selección final, dado que la cantidad de ingresantes es restrictiva?
-Las comisiones encargadas de la selección trabajan realmente mucho. Se quejan porque a veces les bajan directivas de que tienen que entrar más candidatos, por ejemplo, este año. Gente que quizá por sus antecedentes todavía no estaría en condiciones de ingresar, va a ingresar igual para anticiparse al próximo gobierno y dejarle, como se hizo en 2015, una planta mucho más grande. Entre 2004 y 2008, hubo ingresos y se rejuveneció la planta, que ya estaba muy envejecida. Empezó con 300, 400, 500 personas por por año, o un poco menos, que ingresaban a la planta permanente y en 2015, cuando quisieron dejarle “un premio” a (Mauricio) Macri, pasó a mil incorporaciones a la planta permanente, cuando el año anterior había sido unas 750 personas, que ya es una cifra alta de ingresantes. Sigue habiendo exigencias, pero lo que ocurre es que el cupo es más grande, entonces está ingresando gente que, aunque tiene las capacidades y las cualidades, quizá no estaría todavía en condiciones de ingresar porque la exigencia es muy alta. De ahí que tenemos una planta de gente muy capacitada pero que se encuentra con que, después, no tiene recursos para trabajar. No quiero meterme con quién puede, si tienen capacidad o no para entrar porque cada caso es particular. Y quizá entra gente por acomodo, pero lo veo muy difícil. La gente se queja mucho de las áreas de sociales, sobre todo. Pero sociales representa el 20 por ciento de los investigadores, y abarca desde historia, economía, arqueología.
-Es decir, de la masa de investigadores de la planta permanente, sólo el 20 por ciento corresponde a las áreas sociales, y es el área más cuestionada.
-Es el área más competitiva porque son los que más se presentan.En general, las áreas médicas, por ejemplo, tenemos otras otras posibilidades de trabajo en otros lados. Si no hacemos investigación, igual podemos trabajar en otros sectores. Las áreas sociales son más de investigación y el único camino es el Conicet o un cargo en la universidad. Entonces, es increíble la cantidad de gente que compite.
-Competitivo en ese sentido.
-Hay mucha más competencia para ingresar en las áreas sociales que en las otras.
"El presupuesto de ciencia y tecnología se está yendo en salarios muy bajos para el nivel de investigadores que tenemos"
Ciencia argentina. ¿Es productiva? ¿Gasto excesivo a recortar o inversión productiva a alentar?
-Hay cifras de cuánto invierte el Estado en la ciencia, tanto básica como más aplicada, y hay comparaciones con otros países, un tema que se ha debatido también en estos días. La motosierra de Milei aplicada al Conicet hace pensar que el impacto en el PBI de la Argentina es muy alto y que reduciendo o cerrando con el Conicet mejorarían mucho las cuentas públicas.
-En esa información, hay que desagregar entre lo que es inversión pública y lo que es inversión privada.
-La inversión privada en ciencia es mucho menor en la Argentina.
-Claro. En los casos internacionales, hay mucha inversión privada y también mucha inversión pública. Pero hay muchísima inversión privada. En la Argentina, la inversión en ciencia es, prácticamente, toda pública. Debe estar en torno a 0,30 o 0,40 respecto del PBI.
-En 2020, el ranking de participación porcentual de la inversión en ciencia y técnica financiado por el sector público respecto del PBI está encabezado por Corea del Sur, con 0,96 respecto de su PBI. La de la Argentina fue de 0,31 por ciento. En un listado de 17 países, está en el puesto 12. La inversión pública en ciencia respecto del PBI fue en Chile el 0,17 por ciento y en Brasil, el 0,62 por ciento. En el ranking, primero está Corea; Alemania, segundo, con 0,89 por ciento; Francia, tercera con 0, 71; Estados Unidos cuarto, con 0,68 y Brasil, quinto. Es decir que, en términos de lo que representa la ciencia en el PBI, no parece un punto crítico. Usted no sólo plantea que esta masa de ingresantes a la carrera es excesiva respecto del presupuesto disponible. También plantea una pregunta acerca de la efectividad de esos recursos: cuánto aportan al desarrollo de la nación, por ejemplo, en empleo, en patentes, en desarrollo productivo. Según el exministro de Ciencia Lino Baraño, desde 2003, la investigación desarrollada en el sistema científico había recibido un total de 8.100 millones de dólares llegado 2019. La pregunta es: ¿rinden? ¿Cómo se mide esa productividad?
-Esa es la pregunta esencial. Siempre escuchamos hablar de presupuestos, porcentajes. Ahora hay que relacionar eso con la productividad. ¿Y cómo se mide? Los indicadores son muchísimos. Hay indicadores bibliométricos, por ejemplo, es decir, cuánto se publica, porque en Conicet siempre el objetivo es publicar.
-Se refiere a publicar una investigación científica en una publicación que tenga jueces, lo que se llama “referato”, que determina que esa investigación está a la altura de ser legitimada por la comunidad científica.
-Exacto. Y en las ciencias duras, hay que publicar en revistas de alto impacto internacional, en idioma inglés y que estén indexadas. Ahora, si uno mira la curva de publicaciones desde 2011 a la fecha, ese tipo de productividad medida por cantidad de publicaciones científicas se ha incrementado, pero no se ha incrementado significativamente en relación a la cantidad de investigadores que tenemos. Si hacemos comparaciones con otros países, en Chile, hay realmente un aumento bastante marcado de las publicaciones en ese mismo período. Colombia también muestra un aumento marcado de las investigaciones publicadas.
"La dirección del Conicet tiene una mentalidad totalmente estatista"
-Que además tienen menos presupuesto estatal en ciencia respecto del PBI.
-Exacto. Otro indicador de productividad es el índice de patentes. En la Argentina, se puede ver que es muy bajo. Saltó en el año 2020 por la pandemia, justamente porque el mercado pedía vacunas y productos de salud. Pero en general, hay un gran problema que es que la Argentina no pertenece al PCT, que es el tratado internacional de patentes. Eso dificulta patentar.
El Conicet y las patentes. Del trigo transgénico a la burocracia sin incentivos. ¿Por qué Milei “simplifica”?
-En relación a la política nacional de patentes, del porcentaje que le corresponde al Conicet, luego se reparte entre el Conicet y los investigadores que hayan desarrollado esa patente, 50 por ciento para cada una de las partes. ¿Es así?
-En eso, también hay un problema. No quiero hablar mal, pero Milei simplifica todo mucho cuando habla que los investigadores no son productivos. Por ejemplo, está el caso de las empresas de base tecnológica: en el Conicet, había una especie de formato para armar una empresa de base tecnológica donde el investigador se quedaba con un porcentaje en la empresa que lo adoptaba. El año pasado, lo cambiaron y hay investigadores que se están yendo del Conicet porque ahora el Conicet se queda con la empresa y el investigador prácticamente hace todo el trabajo y prácticamente se lo tiene que entregar. Los directivos actuales de Conicet tienen una mentalidad totalmente estatista. Casi que tenés que entregar la empresa al Conicet. Eso no pasa en ninguna parte del mundo. Obviamente, el Conicet tiene que quedarse con regalías, que es lo que se busca: ése es el círculo virtuoso, pero no quedarse con la empresa; es un absurdo. Sucedió algo que hubo algo que no se supo. Investigadores que han hecho transferencia fueron a reunirse con el directorio del Conicet para pedirle que por favor se modificara esa nueva reglamentación de empresas de base tecnológica. Algunos de esos investigadores que reclamaron eran afines al kirchnerismo pero fueron muy perjudicados por esta nueva política. Alguna de esa gente se está retirando del sistema.
-Fue noticia el desarrollo de Bioceres y del trigo resistente a la sequía. Eso fue un desarrollo de la doctora Raquel Chan, investigadora principal del Conicet, en un instituto de investigación con base en la Universidad del Litoral, que recibió financiamiento del Estado durante 10 años. Finalmente llega a ese hallazgo y además, se concreta la transferencia tecnológica a una empresa de biotecnología. A partir de ahí, el Conicet recibe un ingreso por una patente de entre 2 y 5 por ciento y el investigador se queda con la mitad de ese ingreso.
-Ese escenario se modificó por completo. Esto está haciendo que muchos se quieren ir porque uno arma el desarrollo y después se lo tiene que entregar totalmente al Conicet. Ésta es una de las tantas trabas que se tienen porque cuando se habla de poca productividad, también pasa por ahí. Entonces, cuando se habla de productividad se da el ejemplo de Raquel Chan, que sí, es fabuloso. Pero podría haber miles de esos casos: porque las ideas están, pero no se están concretando porque hay trabas burocráticas. El Conicet es una máquina de impedir, como todo el Estado en general.
Conicet y el problema de los sesgos kirchneristas y anticapitalistas. Ciencias sociales, ¿estigma?
-Es decir que hay buenos investigadores, están produciendo ciencia básica que deriva hacia ciencia aplicada y tecnología en el mercado exacto pero las políticas públicas en ciencia están matando los incentivos.
-Están matando los incentivos y es más, hoy es incluso muy difícil conseguir becarios por los salarios, porque ven que es una carrera muy complicada y que si quisieran derivar algo de eso, no van a poder.
-¿Cuánto gana hoy un investigador que recién ingresa la carrera?
-Es patético: en mano, unos 400 o 450 mil pesos.
"La ciencia no va a impactar para nada si lo macroeconómico está totalmente distorsionado"
-Y es alguien que tiene un doctorado, dos postdoctorado, investigaciones acumuladas y experiencia internacional.
-Exactamente.
-¿Cuánto gana un investigador principal, que ya tiene una trayectoria importante?
-No mucho más. La pirámide está totalmente achatada. El incentivo económico no existe para progresar dentro de Conicet. El incentivo es simplemente para llegar a ser investigado superior, pero es un incentivo fundamentalmente personal,
-Además, hay algo muy interesante: el sistema científico argentino promueve sobre todo la ciencia básica y la Argentina es uno de los países, después de Corea del Sur, que más inversión pública hace en ciencia básica. El problema es que no termina de recorrer todo el círculo virtuoso para que influya en la vida de las personas.
-No hay que dejar de financiar la ciencia básica, porque es la base de todo. Pero hay un rasgo anti capitalista y anti productivista en Conicet.
-¿En los investigadores o en la dirección de Conicet?
-En la dirección. Los investigadores están cada vez más lejos de esa concepción anti productivista, pero hay que seguir las directivas porque si no, uno se queda afuera de todo, se queda sin nada. Es una mentalidad que fue cambiando pero no lo suficiente. La mentalidad de las cabezas directivas no cambió.
-Tiene que ver con estas ineficiencias del Conicet y estas cabezas, el modo en que conciben al sistema productivo, estigmatizado desde esas miradas. Suelen darse críticas a los sesgos del Conicet, uno es ése sesgo anti productivo o anti capitalistas. También se cuestiona el sesgo muy kirchnerista, con la emisión de comunicados de las autoridades del Conicet interviniendo en la polémica pública sin demasiadas bases técnicas y científicas, con sesgos ideológicos kirchneristas. ¿Influye en el tipo de investigador que se contrata? ¿Beneficia y privilegia de manera injusta a algunas líneas de investigación?
-En las áreas sociales, sí influye. No tanto en las otras que son más exactas. Si uno está cerca de esas ideas y está cerca del poder, se beneficia muchísimo más que alguien que no lo está. Y estamos hablando de dos investigadores que tienen igual calidad, porque no implica que esa persona que se beneficia sea mal investigador sino, simplemente, que encontró la manera. En 2021, escribí mi libro Conicet. La otra cara del relato para explicar todo eso.
Macroeconomía imposible. ¿Cómo traba el desarrollo científico?
-Y finalmente, la cuestión macroeconómica. El kirchnerismo defiende mucho su política de ciencia. Pero la macroeconomía también le juega en contra. ¿Cómo impacta en una investigadora como usted que necesita insumos químicos, por ejemplo?
-La ciencia no va a impactar para nada si lo macroeconómico está totalmente distorsionado.
-¿Por qué?
-Si bien la mayoría de los subsidios para investigación provienen de préstamos del BID y son en dólares, los investigadores los recibimos en pesos devaluados. Nosotros competimos por subsidios este año; el año que viene sabemos si lo ganamos: y recién lo cobramos en tres años consecutivos, generalmente no indexados, pesificados, con lo cual el último año son monedas. Si lo macro no funciona bien, es muy difícil que cualquier cosa funcione bien. Yo le diría a Milei que se fije en eso.
-Todavía no sabemos cuál va a ser el futuro presidente porque hay una paridad entre los tres candidatos. ¿Cuáles serían, para usted, las dos o tres cuestiones clave en relación a la ciencia que un futuro gobierno debería atender?
-En relación a la ciencia, primero, mayor vinculación con el privado. Esto va de la mano de una racionalización de lo macroeconómico. Si no, esto no va a funcionar. También, dejar de tener un organismo tan hipertrofiado. Que los becarios puedan vincularse con empresas o con otras fuentes y salidas laborales. No plantear planes tan magnificentes sino apuntar a áreas estratégicas donde invertir. Creo que de a poco se va a poder ir encaminando. Me parece que se puede.