Rumbo al paraíso con tres suecos de la alta montaña
¿Allá afuera el mundo se muestra más bien hostil? Hora de darle una oportunidad al tórrido (y exitoso) género de las novelas románticas
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NUEVA YORK.– El paraíso terrenal existe y está en Brooklyn. Es The Bodice Ripper, una librería dedicada única y exclusivamente a la literatura romántica.
Bodice Ripper es como típicamente se llama al género de novela romántica sexualmente sugerente, ambientada en un escenario histórico y con una trama que inevitablemente involucra la seducción de la protagonista. El nombre hace referencia al desgarro del corset de la casta heroína en manos del galán experimentado y de testosterona incontrolable.
Como Bodice Ripper, además, se suele llamar de manera peyorativa a toda la literatura romántica en el mundo anglosajón, esta librería es parte del movimiento para celebrar al género en contra de la corriente.
Porque ocurre que las novelas románticas, del tema que sean y por más empoderada que esté la protagonista, tradicionalmente ocuparon un lugar de poco respeto en el mundo literario. Fueron denunciadas por feministas y críticos, y leídas con vergüenza. Pero hoy, aun desde el ámbito académico, se está señalando que los libros escritos por mujeres, para mujeres y sobre mujeres podrían ser aclamados como revolucionarios en una industria editorial históricamente dominada por los hombres.
"En Tres suecos de la alta montaña –el volumen elegido por esta cronista por supuesto que a fines puramente investigativos– uno de ellos es insuperable, un “dios nórdico que estalla de músculos”, pero, como bien dice su nombre, lo que distingue a esta categoría es que la heroína se queda con todos los demás también"
Desde lo comercial, además, no solo recaudan millones desde siempre, sino que están experimentando, al menos en inglés, un boom considerable. Según un estudio de The Economist sobre el tema, sus ventas aumentaron en un 110 por ciento en los últimos tres años en Gran Bretaña. Algo similar parecería estar ocurriendo en EE.UU. The Wall Street Journal señalaba esta semana que el público está tan harto de la literatura doomsayer (pesimista, que anuncia el fin del mundo o similar), que las librerías independientes prefieren aumentar el stock, en vez, de romances.
Los medios sociales, y en particular TikTok, jugaron una parte importante en acercar a las nuevas generaciones al género, y sus fanáticos están clasificando la ficción romántica en categorías que sirven para memes. Algunas de las favoritas online son #amigosaamantes, y #rivalesacadémicosaamantes, y un gran número de novelas antiguas ya encajan perfectamente en estos nuevos parámetros: Orgullo y prejuicio está categorizada como #enemigosaamantes. Después de todo, como P.D. James observó, las novelas de Jane Austen son simplemente “Corín Tellado escritas por un genio”, salvo que la cita original dice “Mills & Boom”, que es la editorial por excelencia del romance tórrido en Inglaterra.
En la librería se mantienen las categorías de la forma más física posible, en estanterías marcadas con carteles. Hay espacios dedicados exclusivamente al “Romance Épico”, el “Romance Prohibido” o el “Romance con Monstruos/ Seres del Espacio”. También hay una zona dedicada a la mezcla de romance y misterio en la cual justamente P.D. James fue precursora con su novela La muerte llega a Pemberley, una continuación de Orgullo y Prejuicio donde los protagonistas deben hacer de detectives. Hay romances entre personajes del mismo sexo y una categoría llamada “¿Por qué elegir?”, también oficialmente denominada “Harén a la inversa”, en la cual la protagonista es codiciada por varios hombres inteligentes, buenos y fuertes.
En Tres suecos de la alta montaña –el volumen elegido por esta cronista por supuesto que a fines puramente investigativos– uno de ellos es insuperable, un “dios nórdico que estalla de músculos”, pero, como bien dice su nombre, lo que distingue a esta categoría es que la heroína se queda con todos los demás también.
En Bodice Ripper hay asimismo una zona para romances de lo que es considerado la alta literatura contemporánea, pero van con un cartel de alerta: son los únicos libros en los que no hay “HEG” (Happy Ending Guaranteed), un final feliz garantizado, pero que sí se encuentra –absolutamente, sin ninguna duda, siempre y pase lo que pase– en todos los demás.
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