Objetivo: apagar el celular
¿Quiere recuperar las viejas cenas familiares donde nadie andaba perdido mirando las redes? Una empresa estadounidense lanzó un dispositivo a prueba de TikTok y otras interferencias
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El domingo pasado, en la sala Martín Coronado del Teatro San Martín, mientras algunos mirábamos Cyrano, otros nos miraban a nosotros. Un grupo de acomodadores detectaban desde el costado de la platea a cualquier persona que mirara su celular. Llegado el caso, apuntaban al infractor con un laser para indicarle que cesara en su actitud. Era la luz blanca de la pantalla contra el rayo verde civilizatorio de estos paladines de la atención.
No están solos en su lucha contra los teléfonos. Hace unos meses en el preestreno de Flash en Argentina nos dieron unas bolsitas negras para que guardáramos los celulares hasta el momento de los créditos.
Con esta misma preocupación en mente, una start-up acaba de lanzar una caja de madera que cumple tres funciones: guarda los celulares de todos los integrantes del hogar, inhabilita su señal para que no puedan mandar ni recibir mensajes, y se cierra con llave para impedir que la tentación rompa el intento de desconexión. Su objetivo declarado es “que padres e hijos puedan estar más presentes”.
"Una start-up acaba de lanzar una caja de madera que cumple tres funciones: guarda los celulares de todos los integrantes del hogar, inhabilita su señal para que no puedan mandar ni recibir mensajes, y se cierra con llave para impedir que la tentación rompa el intento de desconexión. Su objetivo declarado es “que padres e hijos puedan estar más presentes”"
La empresa que la lanzó se llama Yondr y lleva varios años en el mercado con un invento anterior. Se trata de un sistema de bolsitos porta-celulares, de tela, que se cierran herméticamente y solo pueden abrirse al contacto con una llave magnética. El sistema se ofrece para teatros, escuelas –ya hay dos mil que lo usan en Estados Unidos–, recitales y hasta para cortes de Justicia. Su característica principal es que –aunque permite crear espacios libres de celulares– las personas pueden conservar sus aparatos consigo (lo que evita la ansiedad de la separación) y en caso de una emergencia se pueden acercar a la entrada, buscar el botón magnético y recuperar su celular. Habría sido útil en la visita de Victoria Villarruel a Cristina Kirchner por el traspaso de mando, donde le impidieron entrar con celular.
Los primeros usuarios y promotores de Yondr fueron las salas de stand-up de Estados Unidos. Para los comediantes, los celulares representan una amenaza en varios frentes: no solo los espectadores se distraen y afectan el clima del espectáculo, sino que también los filman y suben sus chistes a Youtube, donde están a un paso de ser copiados y se pierde la sorpresa del remate. Esa amplificación, además, le resta privacidad a las funciones y hace que un chiste razonable en ese espacio, visto fuera de contexto, esté expuesto a la crítica y hasta a la cancelación.
El fundador del servicio, Graham Dugoni, se propone cambiar la etiqueta social del uso del celular. Cree que en el futuro, quien use el teléfono en todo momento o filme a otras personas sin su autorización será tan penalizado como quien fuma en un espacio cerrado. De hecho, con este sistema, uno tiene que salir para usar el celular. Según su observación, las personas que “encierran” su teléfono al principio se quedan tocando el bolsito como en abstinencia, pero al rato se olvidan y conversan con sus compañeros de butaca, o se miran en el recreo, un tipo de civilidad que los celulares acotaron.
Madonna fue una de las early-adopters de Yondr, que el año pasado fue usada por 6 millones de espectadores. Parece que hay una necesidad.
En un reporte reciente de Pew Research sobre el futuro de la inteligencia artificial, el director de la fundación Mozilla, Mark Surman, dijo que no espera tantos cambios como continuidad: “Nuestra capacidad de desconectarnos va a seguir desapareciendo. Construimos cada vez más razones para estar encendidos, siempre listos para atender el trabajo, la vida social, el espacio público. La combinación de tecnologías inmersivas y la presión social lo van a hacer todavía peor”. Más vale que preparemos bolsas reforzadas.
Directora de Sociopúblico
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