María Candelaria Traverso, la diseñadora que hace del reciclaje de ropa una manera de ser
Con base en Maimará, esta cordobesa que ama la cultura y el paisaje andino realiza obras textiles a partir de las toneladas de ropa usada que llegan a Jujuy desde Chile o Bolivia
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Si sopla el viento Zonda en Maimará todo el pueblo se queda sin luz. Por ende, sin WiFi. Lo que podría ser una suerte de tragedia en cualquier ciudad cosmopolita, allí, en el corazón de Jujuy, es solamente algo que pasa. La señal va y viene, por eso María Candelaria Traverso, artista visual, se traslada unos kilómetros hasta Tilcara para realizar esta entrevista. “Es parte de lo cotidiano, del lugar donde elijo vivir”, dice la artista, de 33 años, que vino a estos paisajes de cerros policromáticos para reencontrarse con viajes y recuerdos de su infancia. “Tenía ganas de acuerpar el deseo de vivir acá”.
Reencuentro y recorte. Retazos y fragmentos de su propia historia que hilvana a partir de una práctica cotidiana: el mapeo por las grandes ferias de ropa de segunda mano que recorrió de punta a punta durante su adolescencia. “Son lugares alucinantes, la experiencia de encontrar buena ropa me quedó grabada”, afirma la artista, que ahora presenta la muestra Otro posible es posible en la galería Herlitzka. Hasta el 10 de octubre se puede ver la instalación particular que desde las icónicas escaleras de la sala porteña ya anuncian una muestra distinta. El aroma fresco de las chalas, las vasijas y, claro, el patchwork de réplicas de indumentaria con sus etiquetas imitadas a la perfección en primer plano.
La incursión en el mundo de la costura viene de su infancia, en el garage donde su abuela Hilda, la costurera de Etruria, al sudeste de Córdoba, cosía la ropa de todo el pueblo. “Allí confeccioné mis primeros disfraces”, repasa. El collage textil destaca las costuras, revela el origen y pone en valor la cultura del lugar. Los rótulos –desde Adidas a Nike o Tommy Hilfiger – funcionan como marcas. No solo de firmas globales, sino también de modos productivos de consumo global.
Traverso resignificó su capacidad para encontrar joyitas ocultas entre toneladas y toneladas de ropa usada que entran a Jujuy por Chile o Bolivia. La artista, que de tanto mapear las ferias también fue feriante, estudió Artes Plásticas en la Universidad Nacional de Córdoba. Además, participó en talleres y clínicas de Buenos Aires con referentes como Roberto Jacoby, Claudio Ongaro Haelterman o Carla Barbero. También cursó la Diplomatura en Feminismos comunitarios, campesinos y populares que dictó la activista boliviana María Galindo en la Universidad Nacional de Jujuy. “Mi formación está siempre en presente, busco los cruces y diálogos de distintas disciplinas artísticas”, señala María Candelaria.
En la expo transforma buzos, camperas y chombas en ruanas y ponchos que, a su vez, se convierten en carpas y bolsas contenedoras. Y no es casual. Otro posible es posible responde al título del libro del antropólogo colombiano Arturo Escobar. “Trabajo el concepto occidental de las piezas usables. El arte también puede ser funcional, por eso investigué las primeras vestimentas de las poblaciones de los Andes”, explica Traverso. Y agrega: “Las poblaciones nómades usaban aguayos, mantas y ponchos sin intervenciones. Simplemente, paños para envolver. Estas prendas se vinculan con la vida nómade, como las ferias y los mercados. Y así se enlazan para, a su vez, funcionar como toldos o carpas”. Estos símbolos formales representan su propio ADN, marcan sus pasos en un mapa que amplía las ciudades de Córdoba, Buenos Aires o Tilcara sumando Tierra del Fuego. “Junto con diseñadoras de Tilcara y Tierra del Fuego, focalizadas en la moda circular, armamos un proyecto colaborativo. Le pusimos de nombre Ande, así en singular. Es un punto de encuentro que cose el eje transversal de los Andes, un cordón que nos conecta con la misma cordillera”, despliega la artista que apela al lenguaje de los hilos que se cruzan para componer una narrativa a seis manos, un bordado común del hacer y del decir.
Traverso trasladó a la galería de Retiro su inventario de mazorcas de la Quebrada de Humahuaca. “Me fueron regalando distintos tipos de maíces. Rojos, amarillos, morados. Y quise traer mi paisaje cotidiano. Más que vecinos, tengo sembradíos y corrales enfrente de mi casa. Es lo que veo cuando salgo, las chalas y los maizales aplastados contra el corral. Se forma una gran pared de maíz. Parte de ese recorrido por el espacio está puesta en diálogo, mi contemplación cotidiana es lo primero que se ve cuando se ingresa a la sala de exposición”, refiere María Candelaria sobre esta medianera vegetal y autóctona que propone un viaje sin escalas a Maimará.
Los mismos logos de marcas que circulan en los mercados de ropa usada están impresos como un sello que etiqueta a las vasijas de barro, típica artesanía del lugar. Con una réplica de remera Nike, Traverso las rubricó junto a ceramistas de Maimará, inspirándose en las piezas oriundas de Iruya. La marca como un guiño, un pespunte de su propia historia que reconfigura un territorio personal. El hilo conductor, en este caso, está signado por la circulación de bienes de consumo que cruzan la frontera entre el original y la copia. Cada centímetro de frisa, polar, nylon o viscosa, a su vez, configura un repertorio de gestos de otras vidas, huellas tangibles de uso. María Candelaria remienda, como lo hacía su abuela, la ropa de segunda mano para darle una segunda vida, adaptarla a un entorno colaborativo y nómade. El resultado es un dispositivo de reciclaje que conforma una poética propia del desplazamiento.
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