La gran influencia. El músico y poeta que se recluyó en un monasterio budista e inspiró a otros artistas
El proyecto que versiona los mejores temas de Leonard Cohen, “El poeta, canciones en español”, de Mario Siperman y Gustavo Roca, tiene su “Volumen II”
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Es un estudio de tevé, pero esa realidad enseguida se borra. Porque no es el típico con focos altos, decorado acá y allá. Más bien las luces son bajas, precisas, y por eso los ojos van directo a los pies de los micrófonos apoyados sobre las alfombras como de living, a las lámparas sobre mesitas. Un vuelo bajo. Concentrado. Un ambient generado por las voces y los instrumentos de los ocho cuerpos sentados en círculo alrededor de un fuego sagrado que no se ve, pero que es toda escucha.
Así es la naturaleza de El poeta, canciones en español, mediometraje dirigido por Pablo Cittadini que cuenta, desde las imágenes, el proyecto de Mario Siperman y Gustavo Roca sobre las canciones de Leonard Cohen. Un recorrido interpretativo que toma parte de la obra de Cohen, pero para ser escuchada en esta lengua nuestra que exige, en su traducción, sus propias rítmicas sin despegarlas de su célula madre, la música.
Se trata de Cohen (Canadá, 1934; Estados Unidos, 2016), el músico, poeta y escritor, y sus más de seis décadas de dar obra, el gran influyente en las poéticas de otros artistas y quien recibiera reconocimientos como el de la Orden de Canadá o el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. El hombre de la voz grave que cantaba como susurrando, mordiendo las palabras, el longilíneo armónico con trajes de alta sastrería y sombrero; ese, el que siempre buscó una forma, y un buen día de los años 90, se despojó de todo y entró a un monasterio budista.
Porque quizá siempre se trató del alma, más allá de heredar el judaísmo o ir al encuentro con las prácticas de Buda, y por eso, tal vez, dejó en el mundo su canción como un mantra, “Hallelujah”. Todo ese despojo no fue sólo suyo: al salir del templo, supo que le habían robado todo su dinero. También nominado al Nobel, premio que finalmente sí se le concedió a Bob Dylan por su poesía en 2016, un par al que se lo suele relacionar. Entonces, Leonard Cohen, ¿y cómo no hablar de influencias?
De allí que, el trabajo de Siperman, tecladista de los Fabulosos Cadillacs, y Roca, guitarrista y productor especializado en folk americano, reúna a diferentes voces del mapa de la música nacional en dos discos. En el Volumen I, se puede escuchar a Ariel Minimal en “Last Year’s Man”, a Nito Mestre con “Bird on the Wire, a Cucuza Castiello en su versión aporteñada de “Chelsea Hotel #2″; ocho artistas en total.
En el Volumen II, a Teresa Parodi haciendo su versión de “Dance Me to the End of Love”, a Jorge Minissale con “Everybody Knows”, y a siete artistas más entre los que están Palo Pandolfo (grabó poco antes de morir) y Loli Molina. Son voces enmarcadas por la banda que dirige Siperman, quien sobre esto dice: “Lo más hermoso de este proyecto es la traducción de la poesía de Leonard Cohen y después la interpretación del cantante”.
Con más de 40 canciones grabadas, el Volumen I se presentó en 2022. En La Trastienda presentó el Volumen II, con los artistas que le dieron forma a esta nueva compilación, y algunos de los que cantaron en el trabajo anterior. El film de Cittadini, que registró parte del proceso, fue proyectado en mayo último en el Paseo Alcorta, y ahora se puede ver en YouTube.
Abrir el espectro
Era año par, 2008, y los Fabulosos Cadillacs hacían una prueba de sonido. Vicentico tenía una guitarra acústica en la mano. Todo empezó ahí, y Siperman lo recupera así: “Gabi estaba con un tema de Leonard Cohen. En un primer momento pensé en que él interpretara un disco con temas de Cohen en español”. Pero la idea quedó en un rincón.
“Un tiempo después, haciendo un trabajo con Manu Prieto, de La mancha de Rolando, en el estudio salió el tema de Cohen, le conté del proyecto y quería cantar un tema. Eligió uno, lo tradujo y lo cantó”. Y desde ahí, la continuidad se instaló. “Nos dimos cuenta de que cada canción podía tener un cantante que fuera la persona perfecta, o por la temática de la canción o por algo que resuena de la melodía, del estilo musical. Abrimos el espectro. Y necesitábamos que cada cantante se concentrara en su canción y no en el proyecto”. Un músico y su canción. “Para mí fue muy emocionante ser parte de ese homenaje –afirma Parodi–. Elegí ‘Danza conmigo hasta el final del amor’, porque era una canción que siempre me gustó mucho escuchar. Hice la versión en castellano y la grabé con ellos”.
Sobre cómo fueron pensados los artistas en relación con los temas, Siperman subraya: “Cuando nos imaginamos la canción, la pensamos cantada por tal. Pero si de repente alguien canta bien un tema de Cohen, probamos. No es condición obligatoria ser una estrella de la música para pertenecer a este proyecto ni ser de un estilo musical ni nada”. Por eso conviven estéticas como las de Leo García o Víctor Heredia. Como director del proyecto, Siperman resalta: “Por ejemplo, ‘Sisters of Mercy’ era para la voz dulce de Daniela Herrero, que le iba a dar ese toque medieval”.
Desde ese abanico de voces y estilos, Minissale cuenta su experiencia: “̒Everybody Knows’ es uno de los temas más versionados. Le dije a Mario (Siperman) que quería esa canción. Y cuando me puse a traducir la letra, que no es literal, me di cuenta de que tenía que ver con nuestra realidad”.
Bien documentado
Hay tantos documentales sobre él, como los diferentes yo de Cohen dentro de Cohen. Desde un foro que lleva su nombre, una pregunta simple ordena curiosidades: “¿Cuál es el mejor documental sobre Cohen?”. La mayoría señala a I’m Your Man (2005), de Liam Lunson, como el mejor rockumentary sobre el artista, con un show central como homenaje, por el que pasan figuras como Nick Cave y Beth Orton. Además de entrevistar al protagonista, se suma una presentación de Cohen con U2; incluso la admiración de Bono forma parte de un separador del tráiler.
Una que sepamos todos, y el rezo hecho canción que es ya icónico y da nombre al título de otro documental: Hallelujah: Leonard Cohen, a journey, a song (2021), dirigido por Dayna Goldfine y Dan Geller. Fue lanzado por Netflix el año pasado, pero ya no está disponible. Se puede ver en YouTube Premium y otras plataformas. “El documental sobre el destino de la canción [”Hallelujah”] es un estudio fascinante sobre la mecánica y la metafísica de la memoria de la cultura pop”, escribió sobre el film A. O. Scott en The New York Times.
Marianne y Leonard, palabras de amor (2019), de Nick Broomfield, explora la relación amorosa y la influencia de ella en la obra de él. Puede leerse como un mapa amoroso en la vida del músico o sobre cómo todo lo que vivió desde ese vínculo lo llevó a crear.
Otro documental es La isla de Leonoard Cohen, que propone un viaje a Hydra, la isla griega en la que Cohen vivió 10 años. Ahí donde llegó como un escritor desconocido, compró una casa, y se fue una década después como el músico que dejaría huella en varias generaciones.
Desde un registro de 1965, Ladies and Gentleman… Mr. Leonard Cohen, dirigido por Don Owen y Donald Brittain, es el recorrido de su visita a Montreal cuando tenía 30 años. Se lo ve pasear por la ciudad nevada, charlar con gente, leer su poesía. Leonard Cohen: The Early Years Documentary, con dirección de Adrienn Clarkson y completo en YouTube, propone un recorrido desde las fuentes. Es quizás el más tradicional, pero que apunta a acercarse al artista, a través de la mirada de los otros.
An intimate portrait of Leonard Cohen, producido por la CBC y Radio Canadá, con dirección de Tony Palmer, ofrece viajar a 1970 y reconstruir la gira del músico en Canadá. Estar ahí. En presente. Como su lado budista hubiera sugerido, el de una atención plena.
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