“Las mamás no tienen tiempo de leer”: el podcast de una mami que llegó a Forbes
Con ustedes, Zibby Owens, la madre de cuatro que entre meriendas, la compra de la semana y reuniones en la escuela se convirtió en la bookfluencer más poderosa de Nueva York
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NUEVA YORK.– Hay gente a la que le gusta mucho el tenis y los libros. Hay gente a la que le gusta muchísimo el tenis y los libros, más que nada en el universo. Esta cronista tiene un particular detector para ese tipo de personalidades, desde hace tiempo y en cualquier lugar del mundo (“Hola, qué tal, ¿No es la autobiografía de Agassi la mejor que existió jamás?”, suele ser el tipo de intercambio inicial que anuncia que se está frente a un alma gemela). Pero fue recién en este temprano 2024 que hubo un encuentro con una mami del cole de Manhattan que resultó ser quien lleva estas dos pasiones a un extremo descomunal.
Se trata de Zibby Owens, quien fue llamada en los medios “la Oprah Winfrey de la literatura”, una “evangelista literaria”, “la bookfluencer más poderosa de Nueva York” y la creadora del “Zibbyverse”, un universo en base a autores, retiros y viajes literarios, medios digitales, librería independiente y editorial que están sacudiendo a la industria.
Todo viene de familia. Su padre es un pope de Wall Street que donó 100 millones de dólares a la Biblioteca Pública de Nueva York. A los 17 años ella publicaba artículos en revistas para adolescentes y no paró desde entonces. Fue a Yale y Harvard, pero poco antes de los 40 se encontró con cuatro hijos y ningún momento libre para sumergirse en las páginas. Para ayudar a otras personas que estuvieran en la misma situación arrancó con un podcast titulado “Las mamás no tienen tiempo de leer”. Su idea era seleccionar textos y leer largos fragmentos de ficción y ensayos, pero descubrió que infringía la propiedad intelectual. Entonces empezó a hacer entrevistas con autores para que ellos mismos hablaran sobre lo que producían, y logró crear una conexión muy particular tanto con sus invitados como con la audiencia.
"Creó un modelo de negocio que, según Forbes, “es una nueva asociación entre escritores, editores, libreros e influencers, donde todos comparten las ganancias y tienen un interés e incentivo financiero”"
A partir de allí logró generar, en medios digitales y la vida real, un espacio de escritores y de lectores que determinan de qué historias se habla mes a mes con una fuerza inusitada –y un consumo literario que acompaña. Y creó un modelo de negocio que, según Forbes, “es una nueva asociación entre escritores, editores, libreros e influencers, donde todos comparten las ganancias y tienen un interés e incentivo financiero”. “Espero que esto haga que otras editoriales conecten más a sus autores entre sí y ofrezcan un mayor sentido de comunidad”, simplemente afirma ella.
Pero es imposible no preguntarle, volviendo al podcast que originó, en las palabras de Los Angeles Times, “un imperio de libros”, si realmente cree que escuchar sobre libros puede reemplazar el leerlos. “Bueno, la gracia del título del podcast es su evidente contradicción –explica en los minutos que tiene entre dejar chicos en la primaria y correr a preparar el lanzamiento de su nueva novela sobre el mundo editorial que saldrá el mes que viene–. Pero así como uno puede sentirse un escritor aunque no esté escribiendo, uno puede sentirse un lector aunque no esté leyendo”.
“Hay distintas formas de reconectarse con esa parte íntima y fundamental de uno mismo que es el ser lector, y todo vale para lograrlo. Acordarse de lo que se siente al perderse en una novela escuchando hablar de ella puede ser una forma de devolverle energía a la vida con lo que siempre nos gustó”.
¿Y el tenis? No solo juega desde chica sino que en Bookends, su libro de memorias tras el 11 de septiembre, explica cómo, además de gracias a la literatura, con el tenis encontró la forma de seguir adelante en los momentos más duros. “Además me divorcié y me casé con mi profe de tenis”, subraya para que no haya dudas respecto a sus credenciales de obsesiva del deporte blanco. La ceremonia fue, por supuesto, en una cancha, la torta era “estilo Wimbledon”, con frutillas y crema como es costumbre en el estadio. Al podcast con el que arrancó su imperio primero invitó a una íntima amiga escritora a participar. Pero inmediatamente después, naturalmente, a André Agassi.
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