La verdadera historia de la narcotraficante y madrina de Pablo Escobar que le puso de nombre Michael Corleone a su hijo
La colombiana Griselda Blanco, también conocida como “la viuda negra” por matar a sus tres esposos, tendrá su propia serie protagonizada por Sofía Vergara
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Fue la primera narcotraficante que introdujo la cocaína en los Estados Unidos desde Colombia en cantidades industriales, antes incluso que Pablo Escobar. ¿Cómo hizo? Arrancó rellenando con droga los corpiños y tacones de un ejército de prostitutas, que viajaban desde Colombia a Miami como simpáticas turistas en plan vacacional.
En las décadas del 70 y 80, Griselda Blanco se convirtió en “la madrina de la cocaína” (ese fue uno de sus apodos, aunque también se la conoció como “la viuda negra” por liquidar a sus esposos) y fue una de las fundadoras del Cartel de Medellín. También tuvo el olfato de hacer jugar en las grandes ligas a un Escobar en pañales, cuando “el patrón” aún se dedicaba al contrabando de mercancías y a las riñas de gallos, sin saber que el polvo blanco le depararía riquezas inimaginables.
El próximo 25 de enero se estrena en Netflix la serie que cuenta la historia completa de Griselda “La Jefa” Blanco, protagonizada por Sofía Vergara. Su director, Andrés Baiz, contó a LA NACION cómo fue recrear la vida de la narcotraficante más famosa de todos los tiempos.
Esta mujer tenía un CV pintado al óleo de la maldad. A saber: arrancó su carrera de carterista y secuestradora a los 11 años; desde ese momento hasta su muerte, en 2012, ametrallada por dos sicarios en moto a la salida de una carnicería de Medellín, se la acusa de haber asesinado a más de 200 personas (dos de sus tres maridos entre ellas) y amasar una fortuna de 500 millones de dólares.
Griselda conoció a Pablo Escobar en una riña de gallos y, al verlo tan entusiasmado recolectando el dinero de las apuestas, le susurró al oído: “Esto es un chiste comparado con lo que es el polvo blanco”. Escobar se educó con ella en el nuevo negocio, pero años más tarde se convirtieron en competidores y enemigos.
Acerca de la vida de La Jefa circulan toda clase de datos innecesarios y fascinantes, como que le compró un anillo de rubíes a Eva Perón, que tenía 300 pares de zapatos, que su perro pastor alemán se llamaba Hitler y que, de algún modo insólito, había conseguido que su vajilla perteneciera a la Reina de Inglaterra.
Griselda huyó a Miami con sus hijos en los 70 y edificó su imperio en esa ciudad. Se calcula que su sistema de contrabando –por aire y por mar– logró ingresar a los Estados Unidos cerca de una tonelada de cocaína al mes. Incluso, en 1976, en el marco de los festejos del Día de la Independencia de Estados Unidos, Griselda contrabandeó 1000 kilos de cocaína en los interiores del buque Gloria, que llegó desde Colombia para la celebración, según consigna Richard Smitten en su libro La viuda negra, que cuenta la vida de la narcotraficante. “Había cocaína hasta en los remos del barco”, bromeó entonces el propio Escobar.
Durante las dos décadas que pasó presa en los Estados Unidos (fue encarcelada en 1985 y liberada en 2004), Griselda inició un romance con un joven afroamericano llamado Charles Cosby, que le enviaba cartas de amor a la penitenciaría sin conocerla en persona. Juntos tuvieron un proyecto un poco ambicioso: secuestrar al hijo del presidente John F. Kennedy. Por suerte, se arrepintieron a último momento –ya habían contratado a los matones de rigor– y fueron a la Justicia a contar todo el plan.
Una cowgirl en Miami
El gran expertise de Blanco fue aprender a camuflar la cocaína en la ropa de sus “mulas” (siempre mujeres) y basar su estrategia de contrabando en un detalle insólito: los oficiales de la Aduana de Miami jamás revisaban a las chicas lindas. Se quedaban embelesados con los escotes –rellenos de droga– y apenas les salía murmurar: “Siga, siga”.
Blanco fue una de las protagonistas centrales de la Cocaine Cowboys War, la guerra contra las drogas que se desató en Miami –en las décadas de 1970 y 1980– entre el gobierno de los Estados Unidos y los distintos carteles de la droga, entre ellos el Cartel de Medellín.
Ese conflicto decretó la violencia endémica en Miami; al mismo tiempo, los ingresos de la cocaína y el lavado financiaron las grandes fortunas locales y esculpieron el nuevo skyline de rascacielos de la ciudad.
En esos años Miami debe haber sido un “lugar en el mundo” para la fiesta non-stop, con la cocaína como pasaporte para no dormir jamás.
–¿Cómo hiciste para retratar ese clima de época?
–En las décadas de los 70 y 80, Miami era una ciudad que estaba cambiando. Hasta entonces estaba adormilada; era el lugar donde mucha gente iba a pensionarse y a pasar sus últimos días. De repente, empezó a mutar y se convirtió en una especie de “ciudad sin límites”. Hay que pensar también que ese negocio criminal de las drogas era “vanguardista”, totalmente novedoso, y no tenía los matices que tuvo más adelante, cuando se creó la DEA. Realmente era un negocio por construir.
Sobre mujeres antihéroes
Andrés Baiz nació en Cali en 1975. Es el director de los seis episodios de Griselda, que pueden funcionar como una suerte de precuela de Narcos. También dirigió tres largometrajes: Satanás (2007), La cara oculta (2011) y Roa (2013).
Ya en su primer film (Satanás) despuntó el vicio por los “monstruos” al contar la historia de un ex veterano de Vietnam que asesinó a una decena de personas en un restaurante de Bogotá, después de haber disfrutado mansamente de su cena.
Además del protagónico de Sofía Vergara, la serie Griselda cuenta con las actuaciones de Alberto Guerra (Narcos: México), Christian Tappan, Vanessa Ferlito y Juliana Aidén Martínez, entre otros. La cantante Karol G también tiene una participación especial en uno de los capítulos.
–¿Cómo innovar en la “temática narcos” cuando hay esterotipos tan trillados (el colombiano de bigote y sombrero Panamá, el de la DEA con traje blanco, que los latinos seamos siempre los traficantes... )? ¿El único aporte ahora es que la “patrona del mal” es una mujer?
–A mí siempre me han interesado los antihéroes, porque creo que ponen un espejo en el espectador y nos hacen revelar aspectos de nuestra propia personalidad, más allá de si son narcos o no. No creo que haya estereotipos en este sentido. En el caso de Griselda se trata un personaje muy complejo, con una ambición desbordada, rodeada de hombres que la subestiman. Y sí, como director me interesaba mostrar ese empoderamiento, pero más aún la complejidad moral del personaje: ella sale de Colombia con tres hijos, sin un peso, y es una persona que utiliza esa sensibilidad femenina. Es un gran mérito de Sofía Vergara como actriz el poder interpretar a Griselda con matices, sin ser caricaturesca, pues ahí está el reto.
–¿Es una suerte de empoderamiento femenino aplicado al negocio de las drogas?
–Es una historia de empoderamiento femenino, absolutamente. Y lo que Griselda busca en ese empoderamiento es dejar una huella, que la admiren, sentirse respetada y valorada. Es la historia de una mujer que quiere demostrar que es más que los demás; la cocaína es solo un pretexto. Lo importante aquí no es el dinero sino el poder. Algo parecido ocurre con el personaje de June Hawkins, la oficial de la Policía de Miami que la persigue, que vendría a ser la otra cara de la moneda. Ella también tiene que hacerse paso en un mundo masculino que la subestima. Ambas tienen una fuerza, una llama interna irrefrenable. Y los enemigos son los hombres.
–El tema es qué pasa cuando esas cualidades (resiliencia, capacidad de trabajo) se combinan con una modalidad corrupta.
–Bueno, ahí es donde se tuerce la brújula moral de Griselda y empiezan las contradicciones. Hay algo que de pronto está dañado en esa instancia, pero no sabemos cuándo y dónde fue que se rompió, en qué momento de su vida. ¿Fue en algún proceso de su infancia? ¿En su adolescencia? A mí, y creo que a Sofía (Vergara) también, me interesaba contar la verdad interior más que la verdad exteriorizada.
–Naciste en Cali a fines de los 70. Supongo que en tu adolescencia te habrá resonado el tema del tráfico de drogas, la rivalidad de los carteles, Pablo Escobar, etc. ¿Qué te acordás de esos años?
–Creo que era una sociedad permeada por el negocio de la droga y que la gente estaba conectada de alguna manera con ese mundo. Crecí en los 80 y 90 en Cali; era una época muy dolorosa, muy loca, muy absurda. Y. obviamente, como a todos los colombianos, me afectó profundamente porque pensábamos que el mundo era una cosa y realmente era otra. Sentíamos la presencia de esos carteles, de ese poder desenfrenado que operaba medio en las sombras. Lo triste fue ver cómo los valores de las juventudes se iban debilitando. Somos una sociedad a la que le tocó reinventarse y volver a entenderse a sí misma.
La extraña vida de Michael Corleone, el hijo de Griselda
Griselda Blanco era tan fanática de la película El Padrino que le puso de nombre Michael Corleone al único hijo que tuvo con su último marido, Jorge Sepúlveda. La historia cuenta que Michael fue el preferido de los cuatro hijos de Griselda, la luz de sus ojos.
Los problemas empezaron cuando el padre del niño se negó a que Michael siguiera los pasos de su madre, que estaba empeñada en convertir al muchacho en el principal heredero y conductor del negocio. Todo se complicó más cuando Sepúlveda se fugó con el pequeño Michael (tenía cuatro años), hasta que los dos fueron encontrados por la policía en un suburbio de Medellín.
En un episodio confuso, los oficiales balearon a Sepúlveda por la espalda. Varias investigaciones sugirieron que Griselda había sobornado a los policías para liquidar al marido y recuperar al niño. Michael Corleone Sepúlveda Blanco vivió durante décadas en el anonimato, en la ciudad de Miami; recién cobró cierta notoriedad en 2015, a sus 37 años, cuando empezó a colgar en redes las fotos de su estilo de vida, con estética y actitud de gánster/malandra urbano.
En la imagen más llamativa de sus redes se veía una foto de Griselda y la frase: “3 de septiembre, una fecha que nunca olvidaré. Mi primer amor, mi mejor amiga, mi reina, mi madre. Tu vivirás para siempre en mi corazón y en mis recuerdos, te amo para siempre, Gordita”.
En los últimos años, Corleone fundó la marca de ropa Pure Blanco, basada en un concepto que él mismo denominó Cocaine Lifestyle. En 2019, fue invitado a participar de un reality show llamado Cartel Crew, que convocó a familiares de conocidos narcotraficantes, como Emma Coronel Aispuro, la mujer de Joaquín “El Chapo” Guzmán.
En estos días, el hijo de Griselda está presentando el libro My mother, the godmother, en el que cuenta “la verdadera historia de su madre”. Cuesta 28 dólares y se consigue en el link: www.mymotherthegodmother.com.
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