La nueva invasión Británica-Irish conquista el mundo
En los últimos años las producciones del reino unido se colocaron en el podio de lo más visto en plataformas y sus protagonistas en las caras más buscadas: Cillian Murphy, Paul Mescal, Bicola Coughlan, Andrew Scott y Saoirse Ronan
- 11 minutos de lectura'
Si la primera invasión británica (British Invasion) fue aquella que en los 60 y post-beatlemanía trajo a América bandas inglesas consolidadas en el Viejo Continente, y que se retomaría en los tempranos 90 con el boom del Brit Pop (Cool Britannia) con bandas como Blur y Oasis, hoy podríamos pensar en una tercera ola, pero más circunscripta al cine, la TV y hasta la literatura, que se propone conquistar Hollywood y a la cultura pop.
Pero no solo hablamos de actores, autores y productos made in UK que están llevando su éxito más allá de Europa, sino también del nuevo furor irlandés. Resulta que ahora todo lo british, scotish y, para sorpresa de muchos, irish está de moda y “es cool”, como reza un especial reciente de la revista especializada Vulture.
La historia de amor –por momentos turbulenta– con la cultura británica no es algo especialmente nuevo, y desde productoras tradicionales como la BBC o series inglesas de culto, como Dr Who, Skins (hablando de adolescencias problemáticas dos décadas antes que Euforia), The Office o Downtown Abbey, existe más de una generación que ya se ha criado viendo en la TV a los característicos buses rojos o escuchando el acento cockney y que consume iconos de esa cultura.
Sin embargo, en el último tiempo cada vez más series y productos del Viejo Continente logran ubicarse no solo en el podio de lo más visto, sino que conquistan los corazones de la crítica (ejemplos recientes incluyen a Top of the Lake, May I destroy You, Fleabag o After Life) y el público, en los géneros más variados desde ciencia ficción (Black Mirror), a dramas de época (Bridgerton), comedias para adolescentes (Sex Education, HeartStopper), aventuras (Sherlock, Peaky Blinders) o biopics (The Crown). ¿Hay algún estilo que no dominen?
Las plataformas de streaming, ni lentas ni perezosas, han empezado a producir o comprar los derechos de series, películas y documentales producidos en UK para emitir en otros lugares –o realizar sus propias adaptaciones, como pasó en su momento con The Office–, además de lanzar sus propios productos apostando al talento de esos países. El año pasado Netflix dió el batacazo con Bebé Reno, una serie dramática inspirada en un caso real de acoso y abuso sexual hacia un varón, que arrasó en la temporada de premios 2023 y cuyo creador, Richard Gadd –de origen escocés– se paseaba con su falda típica.
Este año la plataforma estrenó La diplomática, una serie con cast británico casi en su totalidad, a excepción de Keri Russell (ex The Americans), en la que interpreta a la embajadora de los Estados Unidos viviendo en Londres, quien tiene que atravesar tanto intrigas internacionales como su propia crisis matrimonial. Este drama político fue considerado como una de las mejores series de 2024 por medios especializados como The Guardian y en su estreno se coló entre lo más visto en 87 países.
Ahora la apuesta parece estar en otra icónica figura femenina, que además forma parte de la OBE u Oficial de la Orden del Imperio Británico, Keira Knightley, con el reciente estreno de la serie Palomas Negras en donde también la acompaña Sarah Lancashire (Julia, Happy Valley).
A mediados de año pudimos ver la miniserie Ripley, basada en el libro El talentoso Sr. Ripley, de Patricia Highsmith, y desarrollada por Steven Zaillian (guionista de La lista de Schlinder y Pandillas de Nueva York), en una apuesta poco convencional más relacionada con el cine de autor que con la TV, que pareció rendir sus frutos: una miniserie íntegramente rodada en blanco y negro, con capítulos de más de una hora y caras no tan conocidas, incluyendo a su protagonista, Andrew Scott.
O al menos no tan conocidas para el público general, ya que Scott se había ganado ya un lugar en el corazón del fandom de series como Sherlock y luego como el cura de Fleabag. Hoy podemos ver a Scott en las tapas de todas las revistas o en redes sociales junto a su amigo Paul Mescal (con quien rodó el film indie All of us strangers), y otros actores jóvenes como Jamie Bell, Ben Whishaw, Barry Keoghan (Saltburn) o Jack Reynor (Midsommar), considerados la crème de la crème del nuevo cine joven británico e irlandés, además de la comidilla de los tabloides por sus romances.
Otras plataformas, como Apple, tampoco dejan de invertir o contar historias que transcurren en el el Reino Unido o con intérpretes y guionistas ingleses detrás, desde Ted Lasso a la nueva Disclaimer, pasando por Slow Horses. Esta última está basada en las novelas del escritor británico Mick Herron y protagonizada por Gary Oldman y Jack Lowden (un actor británico que viene del teatro, esposo de Saoirse Ronan), que por esas cosas inexplicables del showbiz si bien se estrenó en 2022 y ya tiene cuatro temporadas, recién ahora está en boca de todos y cosechando premios.
Lo interesante de esta nueva ola de influencia cultural, proveniente de lugares como Inglaterra, Escocia o Irlanda, es que también se está observando en la literatura. Sin ir más lejos, en la camada de films que destacaron la anterior temporada de premios, al menos dos películas están basadas en libros de autores brit: la multipremiada Pobres criaturas es una adaptación de la novela de Alasdair Gray, escritor escocés, y la que resultara mejor película extranjera, La zona de interés, está basada en la novela del mismo nombre del británico Martin Amis.
Otras series recienten en la pantalla chica también existen gracias a autores británicos. Shogun, la miniserie que fue la apuesta fuerte de Disney el año pasado y se llevó la friolera de 18 Emmys este año, está inspirada en la novela histórica de James Clavell que cuenta la historia de un marinero británico que naufraga en la costa japonesa y se ve envuelto en los juegos de poder e intrigas palaciegas de la dinastía reinante. Otro dato, hace poco Netflix en una de las adquisiciones más importantes de la compañía en toda su historia, compró los derechos de los libros de Roald Dahl, autor británico de clásicos infantiles como Charlie y la fábrica de chocolate, Matilda, James y el durazno gigante y el Fantástico Sr. Fox.
Se espera que la señal utilice los personajes e historias para producir alguna spin-off o generar un universo cruzado de películas y personajes, series de televisión animadas, proyectos editoriales, juegos, espectáculos teatrales y productos de consumo.
Aunque quizás la escritora más popular del último tiempo y representante absoluta de la influencia que la idiosincrasia irlandesa está teniendo en la cultura pop sea Sally Rooney, autora del libro Gente normal (2018) que inspiraría la serie homónima que volvió locas a todas en pandemia y catapultó al estrellato a Paul Mescal y su co-star Daisy Edgar-Jones. “Los escritos de Sally Rooney son ahora tan populares que han inspirado su propio estilo literario (y a su vez reflexiones sobre cómo está arruinando la literatura moderna). El año pasado, el Premio Booker tenía nada menos que cuatro autores irlandeses en su lista de 13 candidatos: la mayor cantidad en un solo año”, explica la revista Vice en una nota sobre el fenómeno irlandés.
“En los últimos años, ser irlandés se ha vuelto bastante cursi y también bastante sexy”, dice la cronista Róisín Lanigan, citando la creciente popularidad tanto de la Guinness como de la banda de rap Kneecap, protagonistas del film con el mismo nombre aún no estrenado aquí.
Es difícil dilucidar el momento en que nos volvimos lentamente fans de Irlanda y empezamos a consumir a sus iconos del cine, la literatura y hasta la música y moda, pero un punto de inflexión podría situarse en el momento en que Rooney se volvió éxito en los Estados Unidos y desde ahí solo podíamos hablar de la pareja central de Normal people. Luego llegaría el film británico Aftersun (2022), consagración definitiva de la melancolía irish y de Mescal, que ganaría además el Bafta (el Oscar británico) y varios galardones de la crítica a mejor película. Ese mismo año se estrenó en cines la divertida comedia The Banshees of Inisherin con tres actores irlandeses de pura cepa.
A la par, genialidades como la comedia Derry Girls, que cuenta la historia de cinco amigas creciendo en la ciudad de Derry en los 90 con el conflicto norirlandés de fondo, le mostrarían al mundo las obsesiones y curiosidades de los irlandeses viviendo en tiempos convulsos. De hecho, tanto Rooney como Derry Girls vuelven este 2025 para los fans de la nostalgia pop y todo lo irlandés, ya que la autora acaba de publicar su libro Intermezzo, y confirmó que Derry Girls regresa esta vez a Netflix y en forma de secuela.
Sumado a los nuevos sex symbols irlandeses que destacan en la pantalla y en los tabloides británicos –pelean por fotos de ellos en el backstage de Glastonbury o saliendo de algún bar con la estrella musical o modelo de turno–, está generando un frenesí mediático que se viraliza como pan caliente. Inclusive el veterano y ganador del Oscar Cillian Murphy, pese a haber admitido públicamente no saber lo que es un meme y rehusarse a tener redes sociales, es una máquina de producir… memes.
Es más ni siquiera hay que ser 100% irlandés para subirse a la ola verde, basta con tener ascendencia o inclusive menos que eso: la actriz Ayo Edebiri de The Bear, se convirtió en mujer irlandesa honoraria ya que su ciudad natal, Boston, Massachusetts, tiene un 22,8 % de ascendencia irlandesa.
En materia de actrices, Irlanda también es un país con talentos natos, como el de Nicola Coughlan (de Derry Girls y una de las estrellas de la tercera temporada de Bridgerton), Eve Hewson, Caitriona Balfe (protagonista de la serie Outlander) o Ruth Negga si hablamos de la nueva y joven camada. Pero el producto de exportación irlandés por excelencia es la nominada al Oscar ya cuatro veces y ganadora del Globo de Oro, Saoirse Ronan, que esta temporada se presenta con dos films y se rumorea podría llevarse la merecida estatuilla, sea por el drama The Outrun (realizada por la productora que tienen ella y su marido) en el que interpreta a una alcohólica en recuperación y filmada en las desoladas islas Orcadas; o Blitz, dirigida por el director Steve McQueen, que tiene lugar en el período de los bombardeos a Londres durante la Segunda Guerra Mundial y hablar sobre temas raciales y de clase.
Qué es lo que nos atrae exactamente de la cultura Irlandesa, se pregunta la cronista de Vulture, para llegar a la conclusión de que algunos de los rasgos que muchas de estas estrellas jóvenes comparten es cierto aspecto terrenal, bastante sencillo, basado en la honestidad y muy poco esnobismo pese a ser estrellas millonarias o muy populares. Algo que se confirma cuando los vemos hablar en público, alejados de las redes sociales, o se viralizan imágenes de su vida cotidiana. “Ves a Paul Mescal, Saoirse Ronan, Colin Farrell o Brendan Gleeson con los pies en la tierra cuando hablan. Parece un superpoder que sean personas normales”, explica el escritor Séamas O’Reilly.
Para otros tiene que ver con la condición natural de “underdog” que tiene Irlanda, “se beneficia de ser ‘el segundo país favorito de todos’. Además hay algo realmente poco amenazante sobre Irlanda. Nunca hemos invadido a nadie, nunca hemos colonizado a nadie”, sigue O’Reilly. Pero lo que quizás resuene más es que muchas de sus figuras son absolutamente vocales sobre temas políticos, ambientales y culturales; en particular teniendo en cuenta que un poco a contrapelo del mundo desarrollado y siendo un país muy religioso, en Irlanda el matrimonio igualitario recién se consiguió en 2015 y el aborto, en 2018.
También resulta ser que mientras la saturada industria estadounidense decae en creatividad y calidad, el cine europeo florece, y dentro de esto la escena cultural irlandesa, brindando oportunidades que incluso los intérpretes norteamericanos están aprovechando cada vez que pueden (lo comentaba hace poco la actriz Zoe Saldana sobre su participación en Emilia Perez); además en Irlanda, una vez aflojada la presión que sostenía la Iglesia Católica y de la mano de políticas públicas que apuntan al financiamiento del arte y con nuevos créditos fiscales para el cine, la industria está creciendo, sumada una historia de emigración que permite a los artistas irlandeses un punto de vista transnacional. Por ahora, parece que la ola verde solo puede seguir avanzando.
Otras noticias de Conversaciones
- 1
Fue princesa en Miss Argentina, le dijo que no al Negro Olmedo y bajó el perfil para “hacer la suya”
- 2
Minibus y Trambus: las dos apuestas que se sumarán el año que viene al transporte público porteño
- 3
Polémica por un cambio en las reglas de un premio del Banco Central que benefició a José Luis Espert
- 4
Blake Lively recibe el apoyo de Hollywood mientras a Justin Baldoni lo apartan de su agencia y Amber Heard se suma a la polémica